La otra cara del 1-O: voluntarios, solidaridad y actos pacifistas en las calles

La otra cara del 1-O: voluntarios, solidaridad y actos pacifistas en las calles
3 octubre, 2017 por Redacción La tinta

La jornada del referéndum en Catalunya del domingo 1 de octubre dejó dos imágenes bien disimiles y distantes entre sí: por un lado, escenas de personas arrastradas por la Guardia Civil para impedirles que voten, la desmedida violencia policial y el secuestro de urnas; por otro lado, las redes de solidaridad, y los vecinos y voluntarios cuidándose los unos a los otros para poder llevar un día democrático en paz y sin confrontación.

Por Ayelén Salerno para La tinta

En Barcelona y en muchos pueblos de Catalunya, los vecinos y la ciudadanía en general tomaron las escuelas hasta dos días antes para evitar que la Guardia Civil Española ingrese a los establecimientos e impida la consulta popular a través del saqueo de urnas y papeletas o el cierre de recintos electorales. Catalanes y catalanas se organizaron desde el viernes por la noche para hacer guardias en las escuelas, impulsando diferentes actividades para sostener los espacios y cuidarse entre sí: pijama party, juegos de mesa, ciclos de lectura, de cine, entre otras.

Las vigilias en los colegios electorales se planearon espontáneamente por vecinos de esas escuelas y ciudadanos que querían ejercer su derecho a votar. Así fue que mucha gente empezó a acercarse al establecimiento donde votaría normalmente o que le quedaba cerca de su casa, muchos vecinos llevaron comida caliente para las noches y los lazos de solidaridad se fueron fortaleciendo entre anónimos con el deseo de que se lleve a cabo una jornada pacífica. «Todos sabíamos que si la Policía Nacional o la Guardia Civil aparecía había que hacer cadenas con los brazos y quedarse sentados en el piso», expresó en las horas previas una voluntaria de unos de los colegios del Barrio del Raval.

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Inés, una voluntaria del Centro Cultural del MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona), comentó que entre los conocidos del barrio, colegas, amigos y familiares se comunicaban vía Whatsapp para enterarse cómo estaba la situación en cada colegio electoral y corroborar que siempre haya gente cuidando las puertas. En las primeras horas de la jornada, la Policía Nacional y la Guardia Civil había ingresado y retirado urnas en decenas de establecimientos haciendo uso de la violencia y golpeando ferozmente a ciudadanos de todas las edades que iban pacíficamente a sufragar.


La represión de las fuerzas de seguridad provocó un efecto rebote. Al ver las impactantes imágenes del accionar policial que inundaron las redes sociales, muchas personas que no tenían intensiones de votar o que no les interesaba la independencia de la región, salieron a la calle a ayudar a los voluntarios, a auxiliar heridos y también, a votar.


La solidaridad se veía en cada esquina. “Hay que ir a la puerta de la Escuela de Teatro, frente al MACBA que la Guardia Civil quiere entrar y necesitan gente. ¡Vamos que estamos a 5 minutos!”, expresaron unos jóvenes en una plaza, provocando la movilización de un grupo que se dirigió a hacer guardias o reemplazar a gente que estaba en los recintos.

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(Imagen: Ayelén Salerno)

Ya entrada la noche se acercó otro momento posiblemente de tensión: el cierre de urnas y el escrutinio. En el Institut San Miqel del Barrio el Raval se aprestaron cientos de personas en la puerta desde temprano para resguardar los resultados y cerca de las 20, los presidentes de mesa anunciaron el cierre de votación sin ataques ni violencia e invitaron a la prensa a entrar durante el escrutinio.

Mientras las autoridades llevaban adelante el recuento de votos, un hombre de 85 años dio testimonio de cómo se vivió la jornada histórica en el pueblo catalán. Emocionado, el anciano contó que había guardado urnas durante más de una semana para que la Guardia Civil no las encuentre y secuestre. Lo mismo sucedió en centenares de viviendas: vecinos y ciudadanos comunes escondieron las urnas en sus alacenas, debajo de las camas y en ocurrentes lugares hasta el domingo del 1-O, cuando a primera hora del día se dirigieron hacia las escuelas con bolsas de consorcio negras, como de basura. Juan, con lágrimas en sus ojos, relató cada una de las pequeñas cosas que habían sucedido días atrás entre los vecinos para que se respete la voluntad popular y se lleve a cabo el referéndum.

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(Imagen: Ayelén Salerno)

* Texto e imágenes de Ayelén Salerno para La tinta

Palabras claves: Catalunya, España, referéndum

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