Las sufragistas

Las sufragistas
25 septiembre, 2017 por Redacción La tinta

El 23 de septiembre de 1947, Eva Duarte anunciaba la aprobación de la Ley 13.010 de sufragio femenino. Pero fueron las luchas de esas tantas otras en todo el mundo las que sentaron las bases para que siquiera pudiese discutirse la posibilidad del acceso de las mujeres al voto. Aún así, reconocer que participar en política es sólo poder elegir y ser elegidas, es una falacia.

Por Redacción La tinta

El 23 de septiembre de 1947, Eva Duarte se paró en el balcón de la Casa Rosada y pronunció unas famosas palabras: “Mujeres de mi patria: recibo en este instante de manos del Gobierno de la Nación la ley que consagra nuestros derechos cívicos”.

A más de 70 años de esa fecha, nos preguntamos, primero, por las luchas de miles de mujeres en todo el mundo y en el país, que murieron peleando por la obtención de derechos civiles y políticos. Y segundo, nos cuestionamos sobre la “participación política” y su agotamiento en el acto de votar.  En la actualidad, las luchas cotidianas de las mujeres y personas de identidades disidentes son políticas, pero no buscan sólo consagrar leyes sino que apuntan a transformar las estructuras sociales machistas y patriarcales. Buscan darlo vuelta todo, y eso es un acto político. 

El siglo XX comenzará con mujeres que salieron de las casas hacia la vida pública, trabajando, estudiando y tomando las fábricas cuando estalló la Primera Guerra Mundial y los hombres partieron a la guerra. Una vez afuera, ya no querrían volver. El capitalismo necesitaba de mujeres reproductoras y cuidadoras de la fuerza de trabajo -los hombres- pero sin reconocimiento económico y social por ese trabajo. De un salario paupérrimo para el obrero, el capitalista ganaba no sólo la plusvalía que le quitaba a éste, sino también lo que la mujer trabajaba en el hogar.

Este modelo económico fue apoyado por un discurso creado sobre la base del “amor” y el matrimonio como objetivos de vida para las mujeres, el trabajo doméstico como una muestra de amor hacia su familia, y en ese marco fuimos criadas. Cuando no queremos estar en esa casilla, entonces no somos “mujeres”, o no amamos a nuestra familia. Un saldo positivo para el capital que construyó, según Silvia Federici, un discurso que encerró a las mujeres en el ámbito privado, que las aisló no sólo del mercado laboral, sino también de los ámbitos sociales y políticos.

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Caminando la historia de nuestras compañeras

En los inicios del siglo XX, fue Gran Bretaña el escenario de las luchas por los derechos de las mujeres, y Emmeline Pankhurst quien cargue la voz de esas luchas. Ella denominará a este período como una “guerra civil” en la cual las mujeres serán respondidas con violencia y represión frente a sus reclamos. El movimiento creía un deber violar las leyes -que las excluían, a la vez, de derechos y libertades- para mostrarse como actrices políticas en la realidad de la época, para ser vistas y escuchadas.

En Argentina, fueron las mujeres socialistas y anarquistas las que encabezaron las luchas por la igualdad política. En 1907, por ejemplo, la socialista Alicia Moreau de Justo creó el Comité Pro-Sufragio Femenino en Argentina. En 1911, Julieta Lanteri logró ser inscripta en el padrón municipal y ejerció el derecho al voto, la primera mujer en sudamérica.

El debate de la Ley Sáenz Peña también encontró a las mujeres, pero fue resuelto sin ellas ya que, a partir de Código Civil de 1871, eran consideradas “incapaces” -de valerse por sí mismas en todos los sentidos-.

En 1929, un debate acalorado en el Congreso por un nuevo proyecto de ley mostró las bases del discurso machista de la época, en boca del legislador ultraconservador Uriburu: Cuando veamos a la mujer parada sobre una mesa o en la murga ruidosa de las manifestaciones, habrá perdido todo su encanto. El día que la señora sea conservadora; la cocinera, socialista, y la mucama, socialista independiente, habremos creado el caos en el hogar”.

Eva Duarte fue una impulsora del derecho al sufragio femenino desde sus inicios en la vida política junto a Perón, y fue ella la encargada de anunciar la aprobación de la Ley 13.010 que establecía que “las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos”.  Pero fueron las luchas de esas tantas otras en todo el mundo las que sentaron las bases para que siquiera pudiese discutirse la posibilidad del acceso de las mujeres al voto. 

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Los límites de lo (im)posible

Pensar que ganamos una batalla con la aprobación de esta ley es limitarnos a pensar que, por tener el derecho consagrado en la ley de ir cada 4 años a poner un sobre en una caja de cartón, hemos revertido las desigualdades. No lo hicimos, incluso hace poco hemos discutido la Ley de cupo femenino y las desigualdades estructurales para que las identidades disidentes puedan tener lugar en las fórmulas partidarias.

La entrada de las mujeres a la escena política no se encierra en el voto como su única manifestación. El reconocimiento de las mujeres como actrices de la vida social que esto conlleva implicó ganancias en varios aspectos: desde leyes que reconocen la potestad de las mujeres para firmar contratos, divorciarse, ser las tutoras de sus hijos e hijas. La incapacidad que antes se nos atribuía y que justificaba que debamos ser cuidadas por nuestros padres, primero, y por nuestros maridos, después, fue cuestionada y revertida.

Pero  reconocer que participar en política es sólo poder elegir y ser elegidas, es una falacia. Las mujeres trans, cisgéneros y las personas con identidades disidentes tenemos hoy un rol activo como sujetas sociales y políticas en la cotidianeidad de nuestras camas, nuestras casas, nuestros trabajos, y “nuestras” calles.  La consigna que a muchas nos mueve, lo personal es político, implica que todos los días nuestras luchas tienen trincheras activas en las que nos movemos y actuamos para desenmascarar al patriarcado, que se esconde en los lugares más pequeños para justificar las violencias hacia quienes no se ciñen a los roles tradicionales impuestos de hombre ymujer.

* Por Redacción La tinta.


Fuentes: La Izquierda Diario – El Historiador – El Mundo.es

Palabras claves: elecciones, Eva Perón, Voto femenino

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