Siria: celebrar en guerra

Siria: celebrar en guerra
6 septiembre, 2017 por Redacción La tinta

La selección siria no juega de local hace 2249 días; 7 años. Errante por distintos estadios el equipo que está a un paso de clasificar por primera vez a un Mundial resulta ser el único factor de cohesión e identidad de un pueblo fragmentado, en guerra perpetua y que ya ha generado más de 5 millones de desplazados. Ayer, tras el gol de Omar Al Soma a los 93 minutos, las calles sirias se inundaron de algarabía.

Por Redacción La tinta

Desde 2010 la selección de fútbol de Siria no volvió a disputar nunca más un partido como local en Siria. Desde el 22 de diciembre de 2010 (vs Irak 0-1), han pasado 56 partidos en un exilio de 2.449 días, el cual la ha llevado a Omán, Turquía, Jordania, Emiratos Árabes e Irán. Siempre afuera, desterrada y errante como su historia reciente, que la ha mantenido como zona de guerra perpetua.

Quien lea, observe que hablamos de fútbol y guerra. Y no lo hacemos desde la historia, sino desde una tragedia que debería ser noticia a diario. El conflicto ya ha provocado más de 330 mil muertos desde marzo de 2011. Pero ayer este deporte cambió la fisonomía de una nación sumida en el peor de los contextos. Este martes, contra toda lógica, hubo celebraciones en un país rodeado por sus propios escombros. Tantos los habitantes de los territorios en manos de la rebelión, como de los que viven en las zonas controladas por el gobierno e incluso los kurdos que aspiran a su independencia mantienen un mismo sueño: alcanzar la primera clasificación a un Mundial.

En la última fecha por las Eliminatorias de Asia rumbo Rusia 2018, Siria definía si tendría o no chances de alcanzar un repechaje para acceder al máximo torneo de selecciones. El rival: nada menos que Irán, puntero de la zona 1 e invicto. Y con un récord increíble: su arquero no recibió ni un sólo gol en los 9 partidos disputados hasta entonces.

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La previa

Ya el día lunes la rutina da muchos sirios había cambiado. Los preparativos previos al encuentro contra Irán que cronicó la agencia internacional de noticias AFP, dan cuenta de cómo se vivió la previa de lo que podía ser un día histórico.

“He prometido a los clientes que si ganamos, voy a ofrecerles los postres”, decía Alí, propietario de un bar de Damasco que esperaba recibir a 500 clientes en la noche del martes. En una de las paredes de su cafetería cuelga un póster gigante con los jugadores del equipo nacional.

Las autoridades locales instalaron pantallas gigantes en distintas plazas públicas de varias ciudades, incluso en Hassaké, dominada por los autonomistas kurdos.

En el frente de Deraa, al sur de la capital, el soldado Sonnel negocia incansablemente con sus compañeros para tratar de cambiar una guardia con el fin de poder ver tranquilamente el encuentro. Sin éxito por el momento. “Hace más de siete años que soy soldado. Para mí, la clasificación de la selección siria para el Mundial me resultaría más placentera que el final de mi servicio”, asegura este joven, contactado por teléfono por la AFP. “Es el equipo de toda Siria, la Siria de los opositores y de los partidarios” del régimen, precisa.

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Mucho mérito de esta “selección de todos” le corresponde a Fajr Ibrahim, DT hasta mayo de 2016. No se encuentran nombres conocidos entre los convocados. Ninguno de los citados por Ayman Hakeem, actual entrenador, juega en una gran Liga, ni siquiera en Europa. Seis futbolistas continúan jugando en la Liga local. El resto está repartido entre África -Al Shbli y Ajan juegan en Zamalek- y Asia: un convocado juegan en Maldivas, otro en China, dos en Omán, dos en Qatar, dos en Kuwait, uno en Jordania, dos en Irak y dos en Arabia Saudí.

Incluso en la selección se han dejado las diferencias de lado. El célebre delantero Firas al-Khatib, uno de los pilares del equipo nacional que se unió a los rebeldes al inicio del conflicto, ha reencontrado su puesto tras una exclusión de varios años.

La Fiesta

La hazaña tiene nombre propio: Omar Al Soma, jugador del Al Ahli de Arabia Saudita. Pese a comenzar ganando a los 13 del PT (gol de Mohamad Tamer Haj) Irán lograría ponerse al frente en el complemento. Segundos antes del final, a los 48 del ST, llega el 2-2 definitivo y las calles de Siria se poblaron de algarabía.

 

En el estadio Al-Jalaa, en Damasco, más de 3.000 personas celebraron el resultado. Centenares de aficionados que siguieron el partido en la plaza de Omeyyades, también. «No puedo describir mi alegría… ¡Espero que Siria recupere la paz!», señala Lara Hanna, de 35 años, que siguió el partido en un café de la capital, señala AFP.

Saeed Ereji, un soldado del ejército sirio de 34 años, vestido con un pantalón militar y una camiseta del equipo nacional no le importó arruinar el invicto de los socios políticos del gobierno: «Estamos contentos con la actuación de nuestro equipo en Irán, aunque los iraníes son nuestros aliados. Esto es fútbol”. En tanto en Binnish, ciudad controlada por los movimientos de oposición a Asad, Omar Hajj Hamdan, de 21 años, siguió el partido con sus amigos en una heladería: «Estamos muy contentos, este empate tiene sabor a victoria. No hay vínculo entre la política y el deporte. Es falso decir que no podemos apoyar al equipo nacional porque representa al régimen», dijo a la agencia de noticias.

La selección número 80 del mundo según el ránking FIFA (nueve combinados asiáticos cuentan con mejor coeficiente) peleará en la repesca por su sueño mundialista en el peor escenario posible. El fútbol se ha convertido en el único motivo de alegría de un país sacudido por una guerra que dura ya más de seis años y que ha generado 5.000.000 de desplazados. Haber llegado a la tercera ronda de clasificación ya era un éxito para una selección que no había pasado de primera ronda en sus cinco participaciones en la Copa de Asia (1980, 1984, 1988, 1996 y 2011).

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*Redacción La tinta

Palabras claves: Mundial Rusia 2018, siria

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