Hay un desaparecido que habla

Hay un desaparecido que habla
25 septiembre, 2017 por Redacción La tinta

Hay un desaparecido que habla y nos interpela más allá de la lengua muerta de la democracia. Santiago Maldonado no deja de hablar. Santiago Maldonado: Presente. Ahora y siempre. Ahora y siempre.

Por Mariano Dubin para La Tecl@ Eñe

1. Hay una cifra mínima de todo pueblo que es hacer rito de los muertos. Poder enterrarlos o incinerarlos o hablar con ellos por última vez o bailar y cantar o emborracharse y llorar. Despedirlos. Inclusive al enemigo. Inclusive a quien uno ha matado. No se puede ultrajar al muerto. Por eso Martín Fierro, luego de matar al moreno y de escapar, sabiendo que su cuerpo fue arrojado a campo abierto para ser comido por los caranchos y su alma anda en pena como luz mala por el camino, canta: Yo tengo intención a veces, / para que no pene tanto, / de sacar de allí los güesos / y echarlos a camposanto. No se puede ultrajar al muerto. Por eso un desaparecido no es un muerto. Un desaparecido no para de desaparecer. Un desaparecido es alguien quien no deja de llamarnos para que le demos nombre. ¿Cuántos cuerpos hay pudriéndose para que los coman los caranchos? ¿Cuántos más? ¿Cuántos?

2. Es la historia de Aquiles y Héctor. Es el origen de toda cultura: darle un rito a la muerte. Inclusive al enemigo. Al más odiado. Al muerto en venganza. Aquiles pierde la gracia divina por ultrajar el cuerpo de Héctor y arrastrarlo por los alrededores de Troya, como perro, en venganza personal, durante días. Héctor había matado a su amigo más amado y Aquiles, ganado por su ira, fuera de todo control, luego de asesinarlo, lo ultraja públicamente. Los dioses están indignados por la ausencia de respeto a los muertos. Zeus exige la restitución del cuerpo y, finalmente, Aquiles lo devuelve a su padre, Príamo. El poema de Homero comienza con una guerra y termina en un mandato fúnebre. Una guerra que no es otra cosa que la aventura imperialista de Agamenón tiene un orden superior: el rito de los muertos.

3. No es que en las antigüedades no hubiera expolio (las tesis aristotélicas sobre la esclavitud como hecho natural o la sumisión de los pueblos bárbaros al Incario según el Inca Garcilaso nos dicen lo contrario) sino que en el triunfo global del imperialismo –ese corazón de las tinieblas que sólo no para de crecer- se cifra una verdad (científica y universal): los cuerpos son sólo cuerpos y los muertos son sólo muertos. Ningún orden superior va a detener el saqueo imperial. O dicho de otro modo: el saqueo imperial no sólo exigió matar a Dios sino, principalmente, la humanidad de los humanos. Y el cuerpo de Héctor no vuelve al padre. Y el cuerpo del negro no es esperado por Fierro para ser enterrado. Y el cuerpo tuyo, hermano, si hay que tirarlo a campo abierto se tirará. Ya los caranchos harán su trabajo. Porque ya lo dijo Kilgore: I love the smell of napalm in the morning.

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Foto: Joaquín Salguero

4. A Maldonado ya lo habían matado mucho antes. Y lo seguirán matando miles de veces más: Mataron y mataron compañeros y / nadie te enseña a hacerlos de nuevo, ¿Hay / que romper la memoria para / que se vacíe? Miro / navegar rostros en mi sangre y me digo / que no murieron aún. / Pero mueren aún (Juan Gelman, “Allí”). Lograron sintetizar figuras fantasmagóricas para un público que pide sangre. Vampiros modernos y módicos que chupan la sangre regulada de los medios. Maldonado es un “vago”, un “terrorista”, un “indio”. Peor: un “cheto” como “uno” pero que desperdició todo por unos “indios”. Mucho más: Maldonado es de un grupo subversivo que niega la nación argentina; Maldonado es un pariente de un montonero del anterior gobierno que lucra con su muerte; un artesano que zozobra por márgenes imprecisos de un mapa lumpen y exige, en el riesgo, su propio sacrificio. La ingeniería de la muerte nunca mejor entramada: periodistas, políticos, fuerzas represivas. Desde la última dictadura que no se veía este movimiento tan audaz. Pero, también, y tal vez sobre todo, el hombre que te dice en la esquina: Viste estos zurdos que inventan lo de Maldonado para hacerle mala prensa al gobierno. Además, si está muerto, estaba con los mapuches. Terroristas. Vos sabés.