“Frantz”: ¿a quién nos enseñan a odiar?

“Frantz”: ¿a quién nos enseñan a odiar?
18 septiembre, 2017 por Gilda

El largometraje nos ofrece una forma melodramática clásica que el director francés François Ozon logra convertir en una obra de arte, gracias a su vuelo poético y a la sutileza en cada plano, convirtiendo a cada uno de ellos en una obra de arte por sí mismo.

Por Belén Madoery para La tinta

Un pueblo alemán en la post Primera Guerra Mundial. Frantz ha muerto en batalla contra los franceses, y sus padres y viuda, Anna, continúan de luto. El film guionado por François Ozon y Phillipe Piazzo (a partir del film Broken Lullaby, de Ernst Lubitsch) nos pasea por el modo en que la guerra afecta, y lo que suscita en las escenas: a las reflexiones que van expresando y afectando a nuestros personajes.

La película -casi toda en grises- transcurre, y nos vamos pensando y preguntando sobre cuestiones que van más allá de la guerra, más allá de la trama especifica, directamente sobre nuestro andar cotidiano: ¿Cómo se aprende a odiar? ¿Qué es lo que se odia? ¿Qué o quienes se convierten en una amenaza y por ende objetos de odio? ¿Por qué? ¿Qué o quiénes convierten a otros en objetos de odio? ¿Aniquilamos, desaparecemos a ese otro que nos enseñaron que es una amenaza y que terminamos de convertirlo en nuestro objeto odiado? ¿Qué es lo que hace que se deje de ver a un ser humano en el otro y desaparecerlo como si nada? ¿Qué debemos ser para no ser objetos de odio?

Anna lleva flores a la tumba de su marido, y descubre que un desconocido también lo hace cotidianamente: Adrien, un francés que se presenta como amigo de Frantz en la época en que estudiaba en Francia antes de la guerra. Su presencia en el pueblo ahonda en la familia y vecinos el rencor y el dolor como consecuencia de la guerra, expresándose hacia quien representa al país que ha acabado con la vida de miles de alemanes, entre ellos Frantz.  

Sin embargo, con el correr de los días Adrien revive a Frantz a través de sus relatos sobre su vida compartida en Francia, convirtiéndose para Anna y los padres de Frantz en el recuerdo vivo de su hijo. Una forma melodramática clásica que (vista y/o tratada de otra manera podría considerarse un relato casi inverosímil) el director logra convertir en una obra de arte, gracias a su vuelo poético y sutileza en cada plano, convirtiendo a cada uno de ellos en una obra de arte por sí mismos.    

Hablamos en términos generales y a veces hasta abstractos (amor, odio) y de esta manera  quitamos la envergadura que conlleva odiar y cómo se expresa concretamente cuando nos encontramos con ese ser que representa lo odiado  (Adrien lo vive en la piel cuando visita el pueblo alemán y Anna lo experimentará cuando viaje a Francia, los miles de muertos franceses y alemanes), hablamos de cifras pero en realidad son nombres que hablan de personas de carne y hueso, casi como quitándole la identidad que los hace personas (Frantz no fue un número; era hijo, amigo, pareja).

La experiencia humana es concreta y real; no es abstracta, genérica o numérica; somos personas que experimentamos la vida y la sentimos como lo hacen otros; se ama concretamente y así se evidencia, y también se odia concretamente y también se evidencia.

Nos adentramos en esta historia, nos sentimos identificados, nos preguntamos lo que los personajes se preguntan… terminamos la película con interrogantes y tratamos de darles y darnos una respuesta… ¿o acaso una película no se trata de eso?

*Por Belén Madoery para La tinta.

 

Frantz. Dirección | François Ozon. Guión | François Ozon y Phillipe Piazzo Fotografía | Pascal Marti. Montaje | Laure Gardette. Música | Phillipe Rombi. Reparto | Paula Beer, Pierre Niney, Anton von Lucke, Ernst Stötzner, Marie Gruber. 

Palabras claves: Cine, Frantz, guerra, Primera Guerra Mundial

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