Viaje al interior de las pampas

Viaje al interior de las pampas
3 agosto, 2017 por Redacción La tinta

Ana Salatti es una fotógrafa mendocina que se adentró en las rutas de la provincia de Buenos Aires para tratar de saciar su curiosidad por ese misterio que es Francisco Salamone. El resultado es esta serie de fotografías que presenta en formato de fotolibro, en el que se puede experimentar un viaje por la fastuosidad del proyecto arquitectónico que se realizó en los años 30. En ellas también se vislumbra ese halo de enigma que rodea a la figura del arquitecto y a su titánica tarea de poblar de moles de cemento las planicies de las pampas.

Por Redacción La Tinta

En el verano de 2014, Ana Salatti tenía preguntas sin responder, de esas que conducen a nuevas inquietudes y con las que se disfruta más en el proceso de búsqueda que con el logro de respuestas certeras. Con la ayuda de su pareja de ese entonces, decidió ese verano ir por ese enigma que tenía dando vueltas desde hacía varios años: la obra de Francisco Salamone, el arquitecto que de 1936 a 1940 se dedicó a construir 40 majestuosos edificios públicos en los pueblos más pequeños del sudoeste bonaerense.

Ese enigma, cuenta Salatti, lo descubrió “como se suele llegar a las cosas que nos atraviesan y nos sorprenden, de pura casualidad”. Fue en una noche del año 2010 cuando vio las 4 horas de la película Historias Extraordinarias de Mariano Llinás (2008), un film que se desarrolla en capítulos. Uno de ellos está dedicado a Salamone.


“Ese capítulo es fascinante, yo no sabía si era verdad lo que veía o si me estaban tomando el pelo. De la peli después me fui olvidando, pero la figura de Francisco Salamone me quedó latente durante mucho tiempo. Lo que me atrajó fue el misterio que había alrededor de él. Pocas cosas encuentro tan atractivas como aquello que desconocemos”, afirma la fotógrafa.


Con esas ganas por develar lo oculto sobre esa figura, fue que decidió ponerse a investigar. Pero lo que encontró fue poco y nada. Ese poco era que Salamone llegó desde Italia cuando tenía apenas dos años (1899), que fue en Córdoba donde se recibió de arquitecto e ingeniero civil y donde realizó sus primeras obras, que en 1936, el por entonces gobernador de Buenos Aires, Manuel Fresco, fue quien le ofreció realizar su hazaña arquitectónica.

Pero eso no era suficiente, Salatti tenía la necesidad de enfrentarse a esos monumentos para poder sacar sus propias conclusiones y construir una mirada propia sobre el tema. Para ello había que aventurarse a la “ruta salamónica” y así comenzó a darle forma a Viaje al interior de las pampas.

Verano Bonaerense

La aventura de este viaje pasó por lugares como Guaminí, Tornquist, Laprida, Azul, Carhué, Saldungaray, Coronel Pringles, etc. Pero el adentrarse en las pampas bonaerenses en pleno enero no es nada fácil. Es más, la fotógrafa afirma que puede ser de lo más agobiante.

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Toda experiencia que nos saque de nuestra rutina siempre nos pone más atentos y más sensibles, sobre todo si uno viaja para enfrentarse a esas inmensidades.


Salatti dice de su experiencia “Lo que sentíamos frente a cada una de esas obras, casi como una constante durante el viaje, fue la de una calma inquietante. Son enormes estructuras imposibles de no ver en pueblos difíciles de encontrar. Muchos de los edificios están abandonados o en pésimas condiciones y los que funcionan (municipalidades o cementerios) durante enero estaban más vacíos que de costumbre. Quizás la combinación de las temperaturas por arriba de los 40°, la soledad de esos pueblos y los «monstruos» de Salamone contribuyeron a que nuestra sensación fuese de una atmósfera densa que nos ahogaba”.


Al ver las fotografías una entra en ese pulso que impone el desplazarse por esas rutas, con esos interminables horizontes pampeanos, que de repente son interrumpidos por esas moles de cemento. En la obra, el viaje no es solo una metodología, sino que también es parte del discurso.

“Me cuesta mucho separar mi propia experiencia de los proyectos que realizo. Viéndolo en retrospectiva, quizás Salamone fue una gran excusa postergada durante años para llevar a cabo esta experiencia. Creo que a través del formato «viaje» encontré el ritmo del proyecto, no me interesaba que el trabajo quedara en un mero registro de sus obras. Fue la forma que encontré de ser yo hablando de él, o quizás fue viceversa”, sentencia Salatti.

Lejos está de ser un registro de obra, lo que atraen de estas imágenes es su atmósfera, que mezcla la grandilocuencia y el enigma, lograda por una forma de observar. Es un relato que no busca la descripción sino más bien, la narración de una experiencia, de una búsqueda que disfruta de ese proceso. O como bien concluye Salatti sobre su trabajo “me di cuenta que todo me llevaba al comienzo: el misterio, lo enigmático. Entonces decidí ser fiel a mis sensaciones y contribuir al misterio que tanto me había hipnotizado”.







*Por Redacción La Tinta

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