Gastón Malgieri: el oficio del arte como puente

Gastón Malgieri: el oficio del arte como puente
23 agosto, 2017 por Soledad Sgarella

Gastón Malgieri es un fotógrafo, escritor y productor teatral marplatense, radicado en Córdoba desde el 2010. Con varias menciones y publicaciones en su haber, participa activamente en diferentes colectivos artísticos, pero es en la fotografía escénica -de más de cincuenta obras teatrales de nuestra ciudad- donde pusimos el foco para hablar con él.

Por Soledad Sgarella para La tinta

Hijo, nieto y hermano de ilustradores y artistas plásticos, Gastón Malgieri se dedicó a escribir desde que se acuerda hasta que, en su mudanza a nuestra ciudad, la fotografía apareció en su vida como un recurso para poner imágenes donde las palabras no estaban surgiendo y para echar luces a la necesidad de síntesis y de diálogos.

De pura casualidad, empezó a tomar imágenes de diferentes obras de teatro, clown y danza en Córdoba y hoy tiene el registro (co-construido con los demás partícipes y miembros de los grupos artísticos que ponen en escena cuerpo, alma y palabra) de más de 50 producciones locales. La tinta se acercó a conversar con un artista que firma como FotoBruta sus producciones, y que considera a la fotografía un oficio, y a su manera de producir arte un puente para entrelazar su mirada con las miradas de los y las demás.

—¿Cómo entendés la fotografía en este momento de tus procesos artísticos?

—A ver… cuando la fotografía apareció en mi modo de asumir lo artístico, tenía que ver con una fatalidad (risas): yo empecé escribiendo, escribo desde que era muy chico, y la foto viene en un momento en que yo estaba absolutamente en blanco. Digo, me sentaba a tratar de escribir algo y no salía, algo estaba obturado. Ese momento coincidió, no casualmente diría un terapeuta, con mi venida a Córdoba. Yo nací en Mar del Plata y viví hasta los 32 años allá, y mi vida era otra: trabajaba en una multinacional, nueve horas al día, era tranquilamente otra persona, y en los ratos libres de ese y otros trabajos escribía, y era lo que alguien podría nombrar como un hobby.

Cuando me vine a Córdoba, con la convicción de que no quería trabajar en relación de dependencia -yo trabajo desde los 16 años en relación de dependencia, en distintos trabajos-, me vine sin saber muy bien lo que iba a hacer y con la indemnización de mi trabajo en la multinacional me compré la primer cámara, que fue una Nikon de 3000 pero sin saber que me iba a dedicar a eso, de hecho yo no sacaba fotos. El trabajo fotográfico empieza acá. Había algo en esa narrativa, y en esa posibilidad de síntesis que da la foto, que fue muy oportuno para ese blanco que tenía en la escritura. Desde que arranqué y en ese momento tiene que ver con eso: con prescindir de la palabra, lo cual no quiere decir que no haya narrativa, de hecho está claro que las fotos cuentan y demás, pero es otro tipo de búsqueda, con la síntesis, con un registro casi documental, un trabajo a conciencia que es buscar una foto no de estudio no armada, si no medio urgente.

La verdad de los pies, dirigida por Jazmín Sequeira.

—Gran parte de tu producción es de obras teatrales, escenas e instantáneas de actores en acción… ¿cómo llegaste ahí? 

—Lo teatral empieza también muy de casualidad. Adquirí esta primer cámara, y una amiga de un compañero con quien yo estuve muchos años, me invita a una varieté de clown en un lugar que se llamaba La Balsa, que quedaba en ese momento en Alta Córdoba y ahora está en el centro. Me dijo “che, trae la cámara porque es atractivo de ver» y ahí hice mis primeras fotos de teatro, pero no a pedido de la gente si no como algo mío, y esa noche -que yo hacía menos de un mes que vivía acá en Córdoba- hubo algo que me resultó fascinante, y que tenía que ver (y que tiene que ver aun) con entrelazar a mi la palabra la de otros y otras. Decir arte en mi oficio siempre me suena como medio grande, no se si es arte o no lo es, pero bueno, en este caso tiene que ver con el hacer. Entrelazar mi mirada a la mirada de otros y otras. Entonces hubo algo ahí que me permitió no solo lo de la narrativa si no  entrelazar mi narrativa a la de otros. Por eso, cuando esto se vuelve mi oficio y mi forma de vida, que fue con los años, aparece FotoBruta, como nombre y no Gastón Malgieri. Sigo creyéndolo así: me parece que las fotos que yo construyo tienen que ver mucho con el diálogo y poco con sólo mi mirada.  Y a partir de esa varieté donde había gente con la que después trabajé muchas veces, hubo algo que fue fundacional y dije ah, puede ser por acá, pero no lo tenía tan claro.

Después otro un grupo de teatro, Teatro de impulso, cuyo director es Germán Falfan González, me invita a participar del proceso de su primer obra y me invita con una lógica de trabajo que era ir a los ensayos y registrarlos. Yo de esa primer obra -a la que le pusimos el cuerpo tres veces por semana- participaba casi como un actor más. Iba a todos los ensayos, empezaba a formar mi mirada… hubo de ese proceso lo que yo después adopté como una lógica de trabajo para las más de cincuenta obras de la ciudad en algo más de ocho años. Me enamoré del teatro y es por eso que hago este tipo de fotos y por eso es que mi cruce fue con el teatro y la danza y no con otras disciplinas:  el teatro es un cruce de un montón de otras artes, el teatro es también síntesis y pude incorporar la fotografía, algo me resultó del orden de lo vital y no pude dejar de hacerlo. 

-Crève de isótropa, Teatro de impulso.

—Además de fotógrafo sos poeta y narrador… cruzar los diferentes lenguajes es algo habitual en vos entonces.

—Siguiendo con el relato, la fotografía aparece como ese cruce. Una vez que la incorporé a mi cotidiano es como que ese lenguaje me volvió a amigar con la palabra. Necesité volver a escribir y aparecieron los nuevos poemas de esta etapa de escritura que comenzó hace tres años más o menos, y yo creo que en virtud de esto que te decía, del cruce con el teatro, siento que nada nunca es definitivo. Abrazo el oficio, pero decir que solamente soy fotógrafo es algo que no me termina de convencer, yo creo que incluso como pienso la identidad o la sexualidad: son tránsitos, son momentos por los que atravieso, la foto hoy se convirtió después de ocho años de trabajo en mi oficio, en mi modo de vida, en algo que abrazo y elijo todos los días pero también es cierto que por momentos eso por ahí se me agota y entonces necesito volver a la palabra y es fluctuante, es una especie de ir y venir. Saco fotos pensando en poemas o literatura que leo habitualmente que me dispara imágenes o al revés. Me parece que hay algo de ese vaivén, o de ese cruzarse de los lenguajes, que es sumamente interesante y el teatro, insisto con esto, es ese vaivén. Yo nunca he estado en escena, no soy actor, y ese estar detrás, detrás de la palabra en la escritura y detrás de la cámara en el teatro, es el lugar que elijo conscientemente. Y además de esto, de la fotografía y la literatura hace unos años atrás empecé a producir obras, siguiendo con esto del detrás. Yo entendí entonces, en el proceso de adaptación de venirme a vivir acá, de no conocer a nadie, etc., que todo mi anterior bagaje en términos de trabajo, de haber trabajado en la empresa también me podía llegar a servir para comunicar en algún punto una obra para espectadores posibles.

Ese es también un norte con el que laburo la fotografía.  A mí me parece que la imagen no tiene que contar toda la obra sino que tiene que captar la atención de los posibles espectadoras y espectadores para que vayan a verla. Es decir, yo nunca cuento toda una obra en una foto… es imposible, pero yo no busco eso sino que ese fragmento que elijo atraiga la atención para hacer de puente entre la obra y el público. El cruce entonces de lenguajes es fluctuante, no me siento cómodo afirmándome en un solo oficio. Sí, soy fotógrafo, vivo de eso. Escritor me cuesta un poco más nombrarme como tal, y creo que tiene que ver con la pompa que tienen algunas disciplinas artísticas, pompa con la que no estoy de acuerdo. Vuelvo: FotoBruta sale de ahí,  de hacerme cargo de una fotografía sin formación, yo soy autodidacta en esto y cuando pensé un nombre tuvo que ver con  reafirmar ese lugar del prueba y error, y es un lugar que en el arte (sobretodo en ciertos ámbitos académicos) en general genera ruido o es desaprobado. 

Aprendí de mi hermano mayor, que es artista plástico, una vez viendo una muestra de cuadros en un salón que se inauguraba en Mar del Plata. Me dijo: hay algo del orden del goce estético que no tiene que ver con la explicación sino con la conexión emocional con la obra, y a mí me parece que trabajo desde ese lugar. Que esa conexión emocional la puedo tener yo, y capaz que otra persona que ve la foto no la tiene, o tiene otra, pero me parece que ese es el punto de partida, y esa conexión tiene que ver con el universo de lo poético, con el universo del cine, del teatro, de la música. Creo que están cruzados.

Bilis Negra de Convención Teatro, dirigida por Daniela Martín.

—¿Cómo ves la movida cultural actual en nuestra ciudad?

—En algún punto creo que mi mirada sobre eso -en algún punto- sigue siendo una mirada de afuera. Si bien hace ocho años que vivo acá sigo mirando con la fascinación que genera lo desconocido. Vengo de una ciudad donde todo lo artístico, en general (y cualquier generalización siempre es un problema), pero salvo algunos mojones, está pensada en función del turismo. Cuando llego a Córdoba me encuentro con una multiplicidad de lenguajes y de estéticas muy diversas entre sí. Es un polo de mucha generación de obra. Sumamente interesante no solo en la realización de obras sino también en términos de lo teórico, de la producción de conocimientos, y eso es lo que la vuelve una ciudad sumamente interesante y una provincia sumamente interesante en la producción cultural.

Creo que hace falta más apoyo del estado y eso no se circunscribe a Córdoba ni por casualidad, es a nivel nacional. Hay una política de subsidios bastante interesante del Instituto Nacional del Teatro. Sí podemos hablar de cuál es la política en términos nacionales del gobierno nacional y está claramente en las antípodas de lo que yo creo que debieran ser las políticas culturales del estado.

*Por Soledad Sgarella para La tinta. Fotos: FotoBruta – Gaston Malgieri.

Palabras claves: FotoBruta, Fotografía, Gastón Malgieri, Teatro

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