“Santas” Patronas
En el Día de San Cayetano, patrono del trabajo, miles de militantes de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa (CCC) salieron a las calles a reclamar por Pan, Paz, Tierra, Techo y Trabajo. Las mujeres, como siempre, estuvimos al centro de la escena: las crisis siempre nos pegan con más fuerza a nosotras. En toda Latinoamérica, las mujeres construimos resistencias y nos paramos frente al sistema; somos las verdaderas “patronas” de las libertades que nos faltan.
Por Redacción La tinta
PAN
En mayo de este año, los datos para Córdoba eran alarmantes: el INDEC informó que el 40.5% de los habitantes de Córdoba viven bajo la línea de pobreza. Para profundizar estos datos, el Centro de Investigaciones Participativas en Políticas Económicas y Sociales (Cippes) aportó cifras para el horror: más de la mitad de los niños, niñas y adolescentes de Córdoba crecen en un contexto de pobreza, con sus necesidades básicas insatisfechas.
La pérdida del poder adquisitivo no permite a las familias cumplir con una alimentación básica y los comedores públicos dejan cada vez más niños y niñas afuera. Las mujeres debemos salir a buscar otros empleos fuera de los hogares para compensar estas pérdidas, teniendo en cuenta que ya realizamos las tareas reproductivas al interior del hogar.
Sumado a esto y alarmadas por la situación, muchas mujeres nos cargamos con el cuidado de los hijos e hijas ajenos, vemos así la multiplicación de salones comunitarios, copas de leche y comedores en los que las mujeres se las rebuscan para alimentar a una población cada vez más pobre.
PAZ
En diciembre de 2001, David Moreno fue asesinado. Desde ese día su madre, Rosa, se convirtió en una luchadora incansable por la verdad. Este año se conoció la sentencia al culpable. “No hay condena que valga si esto sigue sucediendo”, nos decía Rosa.
“Si, David fue asesinado por la policía de nuestra provincia de la forma más aberrante e injustificada. Fue el 20 de diciembre de 2001 cuando el país estalló porque había que cambiar todo, porque todo tenía que cambiar”, afirmó.
Las madres del dolor y las familiares de víctimas de gatillo fácil nos enseñan día a día con su perseverancia que la violencia institucional se lleva a nuestros hijos todos los días. Viviana Alegre, Lorena Barraza, y tantas otras nos han dicho que la bronca e impotencia deben convertirse en lucha, “porque las calles son nuestras, no tuyas, yuta”.
TIERRA
En el sector agrario, como en otros ámbitos, las mujeres nos enfrentamos a más dificultades que los hombres, entre otras cosas por tener más complicado el acceso a los medios de producción, responsabilizarnos de tareas poco valoradas como los cuidados y sufrir condiciones de violencia.
Asimismo, como publicábamos días atrás recuperando las palabras de Silvia Federici: hay una fuerte conexión entre el proceso extractivista de bienes comunes y la violencia en contra de las mujeres, ya que son las mujeres las que dan y conservan la vida, las que mantienen a la comunidad unida, las que son más fuertemente golpeadas por los avances del capital, y quienes sostienen las luchas por la vida y el territorio.
No es novedad que las disputas por los bienes comunes, la tierra como uno de ellos, son las luchas que vienen y que se agudizarán. En esas, también, somos las mujeres las que mantenemos las resistencias, llegando incluso a perder la vida.
Uno de los casos más recordados es el del asesinato de Berta Cáceres, que despertó la movilización internacional contra la persecución de quienes defienden el territorio de los intereses del capital ante Estados que no sólo no ofrecen protección sino que, como en el caso de Berta, son cómplices de los poderes económicos. El cálculo es angustioso: cada tres días una persona como Berta es asesinada.
TECHO
Las luchas contra desalojos han tenido, como protagonistas, a los cuerpos de las mujeres defendiendo sus viviendas en contra del capital inmobiliario. Somos nosotras las que ponemos el cuerpo como instancia de defensa en acciones de resistencia y en procesos de judicialización de los conflictos, ante el poder policial o judicial del Estado.
Estamos intentando recuperar las calles, caminar tranquilas, pero cuesta, nos cuesta la vida. Pero resistimos. Las ciudades son una proyección de las necesidades, deseos y valores masculinos. No están hechas para nosotras.
En los últimos años, Córdoba ha sido una trinchera de lucha por la vivienda digna, ya sea en procesos de tomas de tierras como en resistencias a desalojos, frente a los embates de los grandes emprendimientos inmobiliarios apoyados por el brazo derecho del Estado: la Policía. Y somos las mujeres las que estamos al frente de estas luchas, mujeres que buscamos territorios libres de violencias, territorios dignos para nuestros hijos e hijas.
TRABAJO
Para nosotras, la pobreza de ingresos se complementa con una mayor pobreza de tiempos. Las mujeres solemos sostener doble y hasta triple jornada laboral (la “formal” por la cual obtenemos un salario) y las jornadas de cuidado y reproducción de la vida humana y no humana (por las cuales no obtenemos remuneración ni reconocimiento).
La mayor parte de las mujeres accedemos al mercado laboral para trabajar en áreas de servicio, de menor rentabilidad y seguridad laboral o desvalorizadas socialmente. En muchos de los casos, de modo precarizado, siendo nuestra mano de obra la primera de la que se prescinde. Estadísticamente las mujeres trabajamos menos horas por menos salario, y la reducción de jornada suele ser una medida adoptada para “recortar gastos”.
Tal vez para algunos y algunas no sea tan obvio, pero somos nosotras las que estamos más expuestas a esos recortes, obteniendo salarios irrisorios que no resultan en absolutos suficientes. En Argentina, cobramos un 27% menos que los hombres por el mismo trabajo, según datos de “Economía Feminista”.
Nuestras luchas son cotidianas, a veces invisibles. Son luchas que se dan en todos los rincones del planeta. Nuestros cuerpos sufren los embates del capitalismo y del patriarcado que nos convierten en descartables en momentos de crisis. Ayer salimos a las calles a cantar, bien fuerte, que somos muchas, que acá estamos, y que somos las “santas patronas” de nuestras sociedades.
* Por Redacción La tinta / Fotografía: Colectivo Manifiesto.