De Sampaoli a Sacachispas: un viaje por la montaña rusa del fútbol argentino

De Sampaoli a Sacachispas: un viaje por la montaña rusa del fútbol argentino
7 junio, 2017 por Redacción La tinta

El viernes debuta el cuarto DT de la Selección en tres años y con un estilo opuesto al de su antecesor inmediato. En medio del descalabro dirigencial, la Sub 20 ratificó que ya no es lo que era, se juega una Libertadores con un extraño calendario, una Sudamericana no menos rara y una Copa Argentina que deja al descubierto la poca diferencia entre un equipo de primera y otro de la C. ¡Venga y de un paseo por el fútbol nacional!

Por Sebastián Tafuro para Notas.

Cuatro partidos vitales para ir a Rusia y con un nuevo director técnico obligado a cumplir ese objetivo más allá del estilo que pueda pregonar; un Sub 20 que volvió a exponer la falta de una política seria y clara para los juveniles de nuestro país con una nueva eliminación en la primera ronda de un Mundial; una Copa Libertadores con un calendario rarísimo y equipos argentinos que dan la talla, terminan liderando sus grupos y, en el peor de los casos, se meten en la Sudamericana; una Copa Argentina donde parece no haber distinción entre la Primera División y las categorías de Ascenso o del Interior y de repente un equipo de la C elimina a uno de la A y aunque nos parezca un impacto tremendo, sabemos que no lo es tanto.

El fútbol argentino es así: se mueve entre la confusión, la desidia, el vértigo, la contradicción y los destellos de calidad. Es una montaña rusa de sensaciones que en las últimas semanas atravesó todos estos capítulos que, insólitamente, aparecen conectados entre sí. De Sampaoli a Sacachispas, un pantallazo por la pelota que nunca deja de rodar.

Argentina está en zona de repechaje en las Eliminatorias. A dos puntos de caer en un sexto puesto letal, pero también a dos puntos del segundo de la tabla que es Colombia. Uruguay en el Centenario, Venezuela y Perú en el Monumental y un cierre en la altura de Quito ante Ecuador son los cruces que deberá afrontar en unos meses el seleccionado con Jorge Sampaoli a cargo.

El ex entrenador del Sevilla y de la Selección chilena fue presentado el jueves 1 de julio por la tarde antes de iniciar la primera gira de su mandato para enfrentar a Brasil mañana en Melbourne y el 13 a Singapur en dichas tierras. “El Zurdo” llega con buenas credenciales respecto a su propuesta de juego, en las antípodas de su antecesor Bauza, con ciertas reminiscencias bielsistas más allá de su mayor dosis de flexibilidad táctica, algo que su maestro le elogió hace poco en la famosa charla que dio en Brasil.

Pero su contratación lejos está de enamorar: es demasiado pesada la exigencia inmediata, su afinidad con el país es escasa por su recorrido mayoritario en el exterior y los modos en los que arribó dejaron expuesto algunos antecedentes propios sumado a los mecanismos históricos de la “nueva” AFA, valga la paradoja de cruzar historia con novedad. La lista de convocados dio señales auspiciosas respecto a un pedido popular: renovar a un plantel que ha dado síntomas de agotamiento en los últimos tiempos, pero siendo consciente de que tampoco es tanto lo que hay por fuera de los habituales integrantes desde Sabella a esta parte.

Del 38-38 en adelante, aunque es un proceso en el cual hay que retrotraerse varios años atrás, la desatención a los seleccionados juveniles ha sido un lamentable sello de gestión del posgrondonismo. Si en los últimos años de Don Julio los desbarajustes habían alcanzado niveles preocupantes, tras su deceso lo que ya se venía haciendo mal se potenció.

Es por eso que la eliminación en primera ronda del Sub 20 en el Mundial de Corea del Sur no sorprendió. Dolió sin duda, pero es reflejo del rumbo extraviado. Luego de obtener el sexto título mundial en Canadá 2007 en aquel equipo dirigido por Hugo Tocalli y en el que jugaban, por ejemplo, Sergio Romero, Federico Fazio, Gabriel Mercado, Ever Banega, Sergio Aguero o Angel Di María, el conjunto albiceleste sólo pudo pasar de fase en Colombia 2011 donde llegó a cuartos de final. No clasificó a las citas mundialistas de Egipto 2009 y Turquía 2013 y en los últimos dos se volvió a casa sin llegar a los cruces decisivos.

Una verdadera década perdida para los pibes, pero sobre todo para el futuro del fútbol argentino. Porque no sólo se trataba de cosechar títulos sino de generar la materia prima que luego nutriera los seleccionados mayores. La formación esencial para luego ser parte de esa élite. Uno de los motivos esenciales por los cuales cuando uno mira al equipo de las tres finales perdidas y es duro con ellos, más debería enojarse con las dificultades para vislumbrar un recambio generacional que, salvo en casos de cracks muy puntuales, se produce gracias a un recorrido determinado que se ha despriorizado absolutamente tras el exitoso ciclo Pekerman-Tocalli, con un Francisco Ferraro en el medio cuando José pasó a dirigir a los mayores y Hugo fue su ayudante de campo.

Las Copas y sus contradicciones

Mientras las selecciones en sus dos principales niveles tiemblan y ven como otros conjuntos crecen, el panorama entre los clubes es bien distinto. De los seis equipos argentinos que participan en la Libertadores, cuatro pasaron a octavos de final y tres de ellos lo hicieron ganando su grupo. Los dos restantes tuvieron el premio consuelo de ser terceros y acceder a la siguiente fase de la Sudamericana, al estilo de lo que ocurre en Europa con la Champions y la Europa League. En tanto de los seis que juegan la Sudamericana, cinco ganaron sus duelos y sólo uno tropezó.

Por supuesto que el éxito cosechado es relativo hasta tanto nadie ha conseguido más que un acceso a otra etapa de la competición pero marca la pauta de: 1) un mayor protagonismo en sintonía con cierta reubicación en el mapa continental en los últimos tres años luego de los tiempos dorados de Boca en la primera década de este siglo; 2) un declive de otros equipos, donde sólo se destaca cada tanto algún brasileño y los colombianos. En el caso de los primeros, la relación Seleccion-clubes aparece a la inversa que en Argentina hoy en día.

Sin embargo la paradoja de todo esto se expresa contundentemente en la Copa Argentina. En el inicio de la fase en la que empiezan a jugar los equipos de Primera División hubo doce duelos entre ellos y conjuntos de otras divisiones menores. En cuatro vencieron estos últimos (tres de ellos por penales) y en los restantes hubo triunfos de los de Primera por un gol (en cuatro oportunidades) y por penales (en tres). Sólo Defensa y Justicia venció a Sol de Mayo de Viedma por 3 a 0.

La situación más extrema se dio en la gran victoria de Sacachispas (actual puntero de la C) ante Arsenal desde los doce pasos. Es decir que un equipo que avanzó por un 8 a 1 global en la Sudamericana frente a los peruanos de Juan Aurich -un conjunto al que el River campeón de la Libertadores 2015 no le pudo ganar en ninguno de sus dos partidos- no fue capaz de derrotar a uno de tres categorías más atrás. Es un fenómeno curioso que mezcla el desbordante entusiasmo futbolístico de esos que no tienen nada que perder con un emparejamiento hacia abajo que se viene observando hace varios años.

Ahora bien, si el fútbol argentino tiene esta extraña paridad y algunos de sus equipos no tienen grandes problemas en el continente, ¿cuál será el panorama en esos países? Al margen de esa posible respuesta, nuestro país y la pelota experimentan una relación tan vertiginosa como plagada de contradicciones. Sampaoli, el Sub 20, la comodidad continental de los representantes locales y la insólita Copa Argentina son parte de una misma película. Y aunque la conexión no parece fácil de encontrar, ahí está. Se llama fútbol argentino, un lugar donde todo es posible.

Palabras claves: AFA, Jorge Sampaoli, Lionel Messi, Selección Argentina de Fútbol

Compartir: