Canciones, silencio, ruido, palabra y movimiento: Juana Molina

Canciones, silencio, ruido, palabra y movimiento: Juana Molina
24 mayo, 2017 por Gilda

Una infinidad de palabras se usan una y otra vez para intentar describir la música de Juana Molina, pero como ella misma comenta, nunca vamos a lograr definir con palabras algo que va por la emoción. Artista inquieta y experimental que siempre logra alejarse un poco más de lo conocido. Canciones simples y profundas, que te llevan de viaje o te hacen bailar. O las dos cosas. Este fin de semana en Córdoba presenta Halo, su séptimo disco, y en La tinta conversamos con ella sobre el universo musical inexplorado de Juana Molina.

Por Martín Villarroel Borgna para La tinta.

-Entendiendo que Halo es un paso más en tu búsqueda musical, ¿qué fue lo que más disfrutaste de Halo? ¿Y dónde creés que está lo nuevo?

-Qué difícil esa pregunta. Me hacés esa pregunta y me imagino alguien que va caminando por un campo –campo traviesa- y va dejando una huella atrás. Tiene que seguir sorteando los obstáculos, los descubrimientos que va haciendo. Y cada tanto en su recorrido, va y saca una foto de lo que recorrió. Y cada vez va más lejos.

Lo nuevo creo es lo que no había hecho antes. Siempre que hago un disco trato que no se parezca al disco anterior. De no caer en lugares comunes, míos, propios. También pienso que hacer eso es anular mi estilo. Yo tengo una manera de hacer las cosas, podría haber hecho 25 discos como los que hice hasta Son, que tenía como una manera que había descubierto de hacer música. Y cuando hice Un día, ya me quise alejar de esa manera. Traté, no me salió muy bien. Ya en Wed21 no usé ninguno de los métodos anteriores.

El resultado es prácticamente el mismo: lo que te suena en la cabeza, las armonías, las ideas, siempre se parecen. Llegás por distintos caminos  pero al final siempre llegás al mismo lugar: a vos misma.  Los otros caminos hacen que sea más variado, otros ingredientes. Pero hay algo escencial que es constante.

-Hay como una necesidad constante de la prensa que intenta catalogarte, encasillarte. ¿Te interesa definirte?

-No. Me resultaría simpático encontrarle un nombre a lo que hago. Nada más que para que digan eso y ya está, ya todos saben de qué habla. Cuando definís es como que matás un poco lo que definís.

-Como ponerle palabras a algo que tiene más que ver con lo sensorial.

-Claro. Nunca vas a lograr definir con palabras algo que va por la emoción.

En Halo hay también una idea más de movimiento. ¿Qué lugar ocupa el movimiento, el baile, la danza este disco?

-A mi lo que más me gusta es bailar. Así que me digan que mi disco es bailable es el mejor elogio que puedo recibir. Porque hay canciones que se bailan y otras que no. La música o se baila o se viaja con ella. Lo demás, prefiero no escucharlo.

O algo te lleva de viaje o te hace bailar, esos son los dos intereses que tengo en la música. También, mientras bailás estás viajando. Como una alfombra mágica -que es la música- que te saca a bailar y te lleva de viaje.

-¿Y cuál es el lugar ideal para escuchar Halo?

-En cualquier lado con auriculares. A mi me gusta escuchar los discos bien: o sentada en el medio de dos parlantes, o con auriculares. No hay muchas otras maneras de escuchar bien algo. Todo lo demás es un ruido, hay cosas que no se oyen, frecuencias que están de más, cosas que retumban.

Los discos no están preparados para que se escuchen en cualquier parte. Por eso a mi no me gusta la música de fondo. No me gusta eso de que a todas partes donde vas hay música. Un infierno. No podés prestarle atención a nada. O le prestás atención a la música o a lo que te están diciendo. Algo te distrae.

-La necesidad del estímulo constante.

-La música puede ser un gran mal cuando no está para ser escuchada. Molesta. Me importa tanto la música que no puedo ponerla en segundo plano.

Una vez hice un viaje en barco muy largo de España a Inglaterra. En un momento salí a la cubierta a escuchar el mar, las gaviotas. Y la música estaba a todo lo que da. Voy y le digo al señor ‘¿Por qué hay música en todas partes?’ y la respuesta fue que ‘Sino la gente se queda callada’.

-Cómo si fuera un problema el silencio.

 ¡Cómo si fuera un problema el silencio! La gente se queda callada y capaz piensa.  Se mete en sí misma, piensa. Me pareció una respuesta horrorosa, que coincidía con el hecho de que pusieran la música en todos lados. Estar en silencio en un barco tan grande, oír los ruidos de la marea, el viento, una experiencia que no tenés muchas veces. Por qué me vas a poner a… a… no me sale ningún nombre de esas bandas populares que ponen en las radios del mundo entero con Autotune.

No es necesaria la música todo el tiempo. Por eso es tan lindo cuando la música te conmueve. Poder estar metida en eso.

-En La tinta nos pasa que estamos todo el tiempo atravesados por la coyuntura, por las malas noticias, la realidad es cada vez más mierda. Y te encontrás con tus canciones que son como un bálsamo. ¿Pensás a tu música así?

-Es lindo eso, gracias. Una no puede hacer lo que piensa: hace lo que le sale.

¿Cómo vivís lo de viajar y estar de gira compartiendo tu música?

-Me gusta esa rutina de llegar, probar sonido. La expectativa del público esa noche. Nunca sabés cómo te va salir el show. No se puede prever. Siempre estoy muy atenta a lo que pasa en la sala.

-¿Qué escuchás cuando estás de gira?

-No escucho mucho música. Mis amigos dicen que soy una música a la que no le gusta la música, pero no es verdad. Como nunca escucho, piensan que no me gusta.

Si estoy de gira, en un auto o en un avión, con otras personas, entonces converso. Algunos de mis compañeros se ponen auriculares y chau.  Yo estoy más en el lugar que estoy, me copo en el lugar que estoy.  O leo.

Y eso de estar atenta a los sonidos de los lugares, ¿intentás trasladarlo a tus discos?

-A veces lo que hago es, ponele, si voy en un avión y hay una frecuencia que me molesta entonces la canto. Me gusta jugar a cantarlas de manera tal que ningún pasajero se de cuenta que estoy cantando. O le agrego unas armonías, así con cara de nada. Y nadie se da cuenta, todos creen que son los sonidos del avión. Eso me divierte mucho hacer.

Los ruidos en las canciones funcionan cuando se me presentan en la canción. No digo ‘a esta canción le voy a poner un ruido’. Estoy escuchando algo, poniéndole play a algo y suena un ruido inesperado que justo le queda bien y ahí busco que eso forme parte de la canción. Nunca es premeditado.

Es importante estar atenta todo el tiempo así puedo descubrir cosas que de otro modo no podría. Como los pájaros en la canción La verdad, yo la estaba cantando en el jardín y de golpe hubo una de esas cascadas que hacen los horneros a veces, que de a dos o tres horneros cantan algo que no cantan siempre. Y yo me dije ‘quiero esto en la canción sí o sí, cueste lo que cueste’. Por supuesto que me costó un huevo grabarlo. Siempre había algún ruido, o me ponía con el micrófono y no lo hacían, o apagaba el grabador y lo hacían. Y al final lo conseguí un día que había llovido un montón, y se oían las gotas del techo. Y el canto de los pájaros estaba perfecto pero estaba lleno de gotas. Y no me quedó opción, tuve que ponerlo con las gotas. Yo no quería las gotas, quería sólo los pájaros. Pero, se acercaba la fecha y yo seguía esperando que llegara y no llegaba. Un infierno conseguir esos horneros.

Pero eso: una vez que se me presentó la idea la perseguí hasta lograrla.

 

Por Martín Villarroel Borgna para La tinta.

Juana Molina presenta Halo. Sábado 27 a las 21 hs. en Club Paraguay. Pje. Agustín Pérez 99, Córdoba.

 

Palabras claves: Halo, Juana Molina, Música

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