De las luchas por la “justicia”

De las luchas por la “justicia”
22 mayo, 2017 por Redacción La tinta

La “justicia” es tomada habitualmente como una entidad abstracta, pero no lo es. Lo que llamamos así, es en realidad un entramado institucional y de actores de un poder del estado que no escapa a los machismos imperantes en la sociedad, sino que peor, los agrava a través de imponer penas y sanciones a las mujeres que ya sufren, cotidianamente, las violencias del sistema patriarcal. Pero a veces, nuestras luchas tienen frutos inimaginables, que hacen del mundo un lugar más justo para todas.

 

Hace 5 días Dahyana Gorosito está libre. Hace 5 días que el sol le pega fuerte en la cara. Hacía casi un año que no podía ver a su hijo crecer, salvo por algunas esporádicas visitas, y las llamadas que le autorizaron en este último tiempo. Hace 5 días que las mujeres de la provincia de Córdoba somos un poco más libres, ya que el poder judicial ha hecho un avance fundamental en la interpretación de las leyes que -en teoría- debieran existir para protegernos. ¿Por qué? Porque luchamos. Tres meses antes, otro pequeño gran hito se daba en el ámbito judicial, a partir del caso que nos conmovió a todas: la muerte de Paola Acosta. De nuevo, gracias a nuestras luchas.

Ambos casos han sido difíciles, de luchas largas y dolorosas. Pero ambas han dado sus frutos. Han permitido que quienes integran el poder judicial de Córdoba se vean obligados a aplicar la perspectiva de género a la hora de juzgar hechos. Éstos, han sentado un precedente inimaginable para nuestra provincia: el poder judicial reconoce que nos están matando por ser mujeres. Que nuestras vidas son un cúmulo de violencias.

El caso Lizarralde

Luego de que Gonzalo Lizarralde fuera condenado por “homicidio calificado por alevosía” por el asesinato de Paola Acosta  y por tentativa de homicidio calificado por el vínculo y por alevosía en contra de su hija, las mujeres de Córdoba sentimos un dolor hondo en el pecho. Algunos decían que teníamos que estar contentas, lo habían condenado a prisión perpetua, la pena máxima. Pero nosotras no lo estábamos. El machismo quedaba, de nuevo, oculto.

El fallo no refería a la figura de femicidio, no refería al poder que, como hombre, Lizarralde ejerció contra Paola y su hija. Una apelación y una incansable lucha lograron que éste se revierta: en marzo de este año, se adicionó la figura penal del homicidio calificado por mediar violencia de género (femicidio, art. 80, inc. 11, Código Penal). El fallo anterior, para el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba (TSJ), no contemplaba una perspectiva de género:


“Hasta tiempo antes del hecho, el condenado había sorteado con facilidad las cargas del embarazo y nacimiento de la niña producto de su relación casual con la víctima. Desde su perspectiva, y favorecido por el estado de vulnerabilidad que transitan las mujeres en estas situaciones, el condenado logró que Acosta asumiera durante casi tres años la responsabilidad exclusiva sobre el cuidado y asistencia de la niña. Así, entendía que, según su rol, no podía obligarlo a resignar sus elecciones personales. Recién emprendió su acción homicida cuando se desarticuló este contexto de desigualdad en razón del proceso judicial de reconocimiento de paternidad. La muerte de la mujer implicaba volver a imponer sus planes de vida por encima de los de ella”.


Este fallo permite interpretar primero que, para que el vínculo que se exige en una acusación de violencia de género sea probado, no es necesario que medie entre ellos una relación de pareja estable o convivencia. Además, en relación a la “desigualdad” supuesta para estas violencias, no puede indagarse en características particulares de la víctima (ej: carácter débil), es decir, no pueden hacerse juzgamientos sobre la personalidad de la víctima que opaquen la responsabilidad del victimario.

El caso de Dahyana

Para la libertad de Dahyana, el fallo Lizarralde fue indispensable. El poder judicial se “ve obligado”, desde ese fallo, a aplicar la perspectiva de género. La Cámara de Acusación decidió confirmar el auto de elevación a juicio, pero sin antes pronunciar que ni la fiscalía ni el juzgado de control realizaron un análisis desde una perspectiva de género para este caso.

El comunicado de prensa de la Mesa por la libertad de Dahyana Gorosito explica que una de las integrantes de la Cámara, la Dra. Alejandra Farías manifestó en su voto que:


“En un caso como el presente en el que la imputación pesa sobre una mujer que aduce ser víctima de violencia (de género y doméstica), debe incorporarse la “perspectiva de género” como pauta hermenéutica constitucional y como principio rector para la solución de este tipo de casos, a efectos que no se ignore la complejidad de esta problemática que afecta a miles de mujeres en el ámbito de nuestra República, exigiendo para ello un análisis integral tanto de la normativa internacional como de la jurisprudencia sentada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos”


Los jueces reconocen la situación violenta en la que Dahyana fue obligada a parir por su pareja, Luis Oroná, y los prejuicios con los que la fiscal de la causa, Mercedes Balestrini, tomó a Dahyana en todo el proceso. Se la juzgó como madre, como mujer y como pareja, bajo los mandatos de una sociedad machista. Nunca se reconoció su historia de vida, las violencias que tuvo que atravesar, y las condiciones en las que tuvo que parir a su hija. Gracias a este fallo, sus abogadas apelaron por el cese de la prisión preventiva y lo obtuvieron. Hoy Dahyana espera el juicio en libertad.

Los precedentes que ambos casos sientan no son poca cosa, son grandes victorias para la lucha feminista, ya que se reconoce la violencia de género desde una mirada amplia y cómo esta se manifiesta en múltiples aspectos de nuestras vidas. Sabemos que el estado y sus instituciones son violentas y patriarcales, y seguimos luchando contra ellas. Pero también sabemos que estos fallos son una pata clave en nuestra lucha.

El viernes un nefasto medio de Córdoba, Cadena 3,  tituló “Quedó en libertad una joven acusada de matar a su bebé”, apoyando la construcción del discurso machista que condena a una mujer a cumplir ciertas pautas de comportamiento como madre y mujer. La nota plantea falsedades, no tiene ningún dato realista y desconoce que la acusación contra Dahyana es por “omisión” y no por homicidio. De eso, se lo acusa a su ex pareja. El fallo reivindica a Dahyana , una joven presa no sólo del poder judicial sino de los discursos sociales que la rodean. La condena social es incluso más difícil de revertir.

Como feministas, sabemos que el estado no existe para protegernos, sino para sostener las estructuras de desigualdad. Como feministas, sabemos que el camino tiene que estar hecho de victorias que nos acerquen a una sociedad en donde seamos completamente libres de violencia machista, una sociedad en la que ya no exista el patriarcado. Y que se caiga el estado, junto con éste.  Nuestras luchas tienen ese horizonte, pero en el mientras tanto, cada pocas horas nos matan, nos violentan, nos desaparecen. Y en ese mientras tanto es que necesitamos de estructuras que reconozcan que vivimos en una sociedad machista, y no que nos condenen por oponernos a ella. Por eso decimos “el estado es responsable” cada vez que una de nosotras es arrancada de nuestro lado.

Fotos: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: Dahyana Gorosito, femicidios, justicia, Paola Acosta

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