Venezuela: «Es la Comuna o es la nada, interpretaciones a conveniencia sobran»

Venezuela: «Es la Comuna o es la nada, interpretaciones a conveniencia sobran»
24 abril, 2017 por Redacción La tinta

Reinaldo Iturriza nos permite una entrevista interesante después de un tiempo de meditación, de reposo del guerrero. Vuelve con un libro titulado El Chavismo salvaje que ya está en su fase final. Saca provecho de su estancia de casi 3 años en el gabinete ejecutivo y de sus fluidas relaciones con activistas de base para evaluar la situación que ha dejado la muerte del comandante Chávez y de sus efectos reales en el Gobierno, en la oposición, en el chavismo y en la burocracia.

AlbaTV

-Dejando de lado consignas sentidas como las de “Todos somos Chávez” y centrándonos un poco en escenarios objetivos y reales de la situación actual, después de 4 años, ¿cómo ves que afectó la muerte de Chávez a Venezuela, al país?

-Hay que trazar la línea de continuidad entre el “Todos somos Chávez” de la campaña presidencial de 2012 y el “Solo juntos somos Chávez” de la campaña presidencial de 2013. “Chávez somos millones”, decía el mismo comandante en un discurso clave, el 1° de julio de 2012 en Maracay, con motivo del inicio de la campaña. Podemos ser millones, y en efecto lo seguimos siendo, pero si no estamos juntos no hay sujeto político chavista. Ese es, me parece, el principal desafío al que nos enfrentamos luego de la muerte de Chávez: el desafío de la unidad.

Es lógico: con la desaparición física de Chávez, el chavismo pierde el elemento aglutinador, que además casi siempre terminaba inclinando la balanza en favor de las líneas de fuerza más radicalmente democráticas, socialistas, revolucionarias, a lo interno del movimiento.

El antichavismo lo ha comprendido muy bien, sobre todo sus tanques de pensamiento más allá de nuestras fronteras. Han hecho todo lo posible por fracturar la unidad del chavismo. Es lógico: con la desaparición física de Chávez, el chavismo pierde su centro de gravedad. Desaparece el elemento aglutinador, que además casi siempre terminaba inclinando la balanza en favor de las líneas de fuerza más radicalmente democráticas, socialistas, revolucionarias, a lo interno del movimiento. Es igualmente lógico que se produzca un reacomodo de fuerzas y, previendo esta situación, Chávez hace su alocución del 8 de diciembre de 2012, en la que, como recordaremos, da orientaciones precisas sobre lo que sería necesario para que, dada la “circunstancia sobrevenida” de su ausencia, el movimiento recupere su centro de gravedad. Digamos que entonces despeja la incógnita de la figura en torno a la cual habría de producirse esta “recuperación”.

Esa figura es, por supuesto, Nicolás Maduro, quien en adelante ha hecho un notable esfuerzo por garantizar la unidad del movimiento, debiendo pagar para ello un enorme costo político. Todo lo anterior, que pareciera circunscribirse a los estrechos límites de un movimiento, es importante precisamente porque no concierne exclusivamente a un sujeto político, sino que la unidad de ese sujeto político, y por consiguiente su capacidad para seguir llevando adelante un proceso de transformaciones revolucionarias, determina la situación país.

-Muchas de las cosas que hoy vemos cómo colas, escasez, hiperinflación no existían de esa forma cuando gobernaba Chávez, ¿por qué crees que se dispararon una vez que murió? ¿es por la ausencia de su liderazgo?

-Cuatro años después, resulta muy tentador afirmar que el brutal ataque que ha sufrido la economía nacional tiene como uno de sus principales objetivos políticos inducir la conclusión: si Chávez estuviera vivo nada de esto estaría sucediendo, lo que está sucediendo es porque está Nicolás Maduro, hay que salir de Maduro. Es decir, sin duda hay algo de eso. Este discurso es absolutamente funcional al antichavismo, que lo utiliza sistemáticamente con el propósito de fracturar el movimiento.

Ahora bien, tales fenómenos (colas, escasez, hiperinflación) también están directamente relacionados con el asunto del liderazgo. Pero esto del liderazgo excede por mucho el asunto más puntual de las capacidades o aptitudes de Nicolás Maduro. En el caso de Chávez también era así, porque más allá de sus extraordinarias dotes de líder, estaba el chavismo: un movimiento vasto, heterogéneo, policlasista, cívico y militar. Entonces, cuando hablo de liderazgo me refiero a la disputa, absolutamente natural y predecible, por el control del movimiento, lo que eventualmente dificulta la existencia de una política económica coherente y, en el peor de los casos, repercute en el predominio de lógicas más conservadoras, regresivas, refractarias, por ejemplo, a los controles estatales de la economía (incluso si, como en el caso venezolano, siempre se garantizó un amplio margen de acción a la iniciativa privada) y a la organización popular.

Todo esto, en un contexto económico global desfavorable para Venezuela (y en general para todas las economías afectadas por la desvalorización de las materias primas). Entonces, tenemos: 1) rebelión de las fuerzas económicas, monopólicas u oligopólicas, que controlan el mercado, contra la democracia venezolana; 2) el reacomodo de fuerzas a lo interno del chavismo; y 3) un contexto económico global desfavorable. A esto le sumaría un 4º elemento, que viene a ilustrar la extraordinaria influencia de la variable “cultura política”: al morir Chávez desaparece el principal referente ético de la sociedad venezolana.

En la medida en que se agrava la situación económica se produce un relajamiento progresivo de las normas básicas de sociabilidad, y vuelve a cobrar fuerza un discurso que el chavismo había logrado reducir a su mínima expresión, y cuyo pivote es la “mala conciencia”: el pueblo es el “culpable” de la crisis, la crisis es producto de la “viveza criolla”, suerte de “esencia” de la conducta popular. En la medida en que prende esta práctica discursiva de la “mala conciencia” se deteriora aún más la sociabilidad construida en revolución y se va debilitando un sujeto popular que deja de creer en su propia fuerza. Hay una clara línea de continuidad entre la desaparición del referente ético que era Chávez y la campaña anti-corrupción del antichavismo, que es la misma campaña de la derecha continental: lo vemos en Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia…

A primera vista, el objetivo es la clase política y el funcionariado corrupto de los gobiernos “progresistas”. Pero el objetivo real son los sujetos populares que hicieron posible esos mismos gobiernos.

-¿Cómo crees que ha afectado al chavismo propiamente? ¿Crees que hay una desafiliación del chavismo una vez que falleció?

Las elecciones presidenciales de 2013 dieron cuenta de este fenómeno de desafiliación: algunos centenares de miles de personas dejaron de votar porque estaban sumidas en la tristeza, porque consideraban que la Revolución se había acabado con la muerte de Chávez. Sin embargo, era un fenómeno muy acotado y el chavismo más bien demostró que seguía siendo un sujeto político muy robusto, al punto de que, durante 2013, continuó recuperando terreno, fuerza, iniciativa política. Luego, a medida que la situación económica se fue agravando, fue produciéndose, lenta pero progresivamente, una retirada popular de la política.

En algún punto la lógica de supervivencia desplazó a la lógica de participación.

Hay que detenerse a evaluar cómo esta lógica de supervivencia se expresó en el funcionario promedio y en la burocracia política, porque una cosa es replegarse del espacio público porque el dinero no alcanza, porque debo trabajar más, porque debo emplear mucho más tiempo procurándome los alimentos, y otra muy distinta es replegarse (aún más) porque debo resguardar mis cuotas de poder, mis privilegios. En un caso es la sobrevivencia pura y simple, en la otra es defensa de privilegios.

Si el funcionario o el burócrata ya eran renuentes a desplegarse en el territorio, ahora el repliegue se acentuará, creándose un abismo entre el ciudadano común y la institucionalidad o el partido. Se acentúa a niveles sin precedentes la crisis de mediación. Crisis de mediación que además se agrava cuando se abandona la dinámica de gobierno de calle. Todo esto incide significativamente en la desafiliación política. Desafiliación política que, hay que decirlo, no equivale a despolitización.

-Tomando en cuenta las elecciones del 6D y el bajón electoral sin precedentes, ¿cómo podría recuperarse el chavismo tomando en cuenta que su Comandante no está?

-Me parece que lo fundamental es retomar el control de la economía. Pero eso hay que lograrlo, en primer lugar, a lo interno del chavismo. Esa es, a mi juicio, la batalla decisiva.

Para que el chavismo se recupere, las líneas de fuerza más democráticas, populares, revolucionarias, deben recuperar cada vez más espacios. Al respecto, lo primero que debe evitarse es concebir la lucha a lo interno del chavismo como una cruzada de los puros contra los impuros que, necesariamente, debe culminar con la victoria de los puros para así recuperar la pureza perdida. Es decir, no hay una “esencia” que se perdió. Yo desconfío de los “legadólogos”. No se trata de la búsqueda del legado perdido. Es como esos compañeros que plantean que el chavismo solo podría prevalecer si un Nicolás Maduro “débil” y “moderado” es sustituido por un Diosdado Cabello “fuerte” y “radical”. Ese falso dilema es sumamente peligroso, tanto como es peligroso el discurso sobre la supuesta existencia de algo que podría llamarse “madurismo”. En realidad, el chavismo es Nicolás Maduro más Diosdado Cabello, y es el chavismo todo reconociendo el liderazgo del Presidente Maduro y actuando en consecuencia. Esto último quiere decir que es inaceptable que cualquier figura del chavismo, llámese como se llame, pretenda hacerse fuerte a costa de la debilidad del Presidente de la República.

Pero eso hay que lograrlo, en primer lugar, a lo interno del chavismo. Esa es la batalla decisiva. Para que el chavismo se recupere, las líneas de fuerza más democráticas, populares, revolucionarias, deben recuperar cada vez más espacios.

El chavismo sólo es fuerte si es la suma de las partes, y sólo puede prevalecer si las que predominan son las fuerzas más democráticas y revolucionarias. Hoy día, de lo que se trata es de reencontrarse con el sujeto protagonista de esta revolución que es el pueblo venezolano.

Es decir, no hay política sin sujeto. En lugar de repartición de cuotas de poder a grupos, lo que debe garantizarse es que predominen las fuerzas que creen en el pueblo que participa y protagoniza. Los grupos siempre existirán, pero estos deben estar subordinados a la política, y no hay política revolucionaria, como ya he dicho, sin sujeto. Entonces, si la política económica beneficia, fundamentalmente, a los banqueros, a la agroindustria que persigue y asesina campesinos, a los importadores, será política económica, pero no política económica democrática y revolucionaria.

En líneas generales, creo que es en estos términos que tenemos que plantearnos el problema. Es así como lograremos recuperar fuerzas, y no creando casas del partido ni carnetizando a la militancia.

-Crees que el Plan de la patria, la eficiencia y la valoración de las comunas es una herencia que el chavismo está fortaleciendo o crees que se vienen dejando de lado.

Por las razones antes expuestas, el pragmatismo ha venido ganando más terreno del deseable, y esto se traduce en una pérdida de terreno para lo programático. Aun así, creo que sería excesivo afirmar que se ha dejado de lado el Plan de la Patria. Algo similar puede decirse de las Comunas. Salvo escasas y muy notables excepciones, entre ellas el propio Presidente Maduro, casi no se habla de Comunas, y en general la burocracia política las ve como amenazas.

Yo estoy absolutamente convencido de tres cosas: en primer lugar, que la revolución bolivariana se sostiene gracias al entramado social construido fundamentalmente en torno a los consejos comunales; en segundo lugar, que los espacios de autogobierno (consejos comunales, Comunas, corredores territoriales) son las formas organizativas más avanzadas de la democracia bolivariana, el punto de quiebre con la cultura política adeca; y tercero, que buena parte de lo más lúcido del movimiento chavista activa en esos espacios, que es donde tienen lugar algunas de las iniciativas políticas, económicas y culturales más audaces. La mayor o menor atención del chavismo en su conjunto a las Comunas, el mayor o menor peso de éstas en las políticas de distinto signo, son indicadores muy precisos de la correlación de fuerzas a lo interno, así como de la vitalidad del proceso revolucionario. Me consta que la figura de los CLAP ha permitido, en muchísimos lugares, revitalizar la organización popular, incluso ha servido como punto de apoyo para reactivar consejos comunales, pero también han sido utilizados, de manera deliberada, para desconocer consejos comunales y Comunas, como antes se hizo con las UBCH: la burocracia política tiene una especial predilección por estimular las divisiones en el seno del pueblo.

En todo caso, respecto de las Comunas el propio comandante Chávez se encargó de dejarlo claro como la luna llena: es la Comuna o es la nada. Las interpretaciones a conveniencia sobran. Es la Comuna o es la nada.

-¿Y en la oposición? Cualquiera hubiera pensado que la oposición se fortalecería con la muerte de Chávez y sin embargo no ha sido así. ¿Por qué?

Muy buena pregunta. ¿Por qué si ha sido tan eficaz debilitando al chavismo no ha sido capaz, sin embargo, de reconquistar el poder del Estado? ¿Cómo una fuerza que dispone de tan ingentes recursos materiales es incapaz de traducir esta ventaja en poder político? Y me parece que la razón de fondo es que el antichavismo es una fuerza reactiva.

Puede que el chavismo fracase en su intento de resolver los problemas fundamentales de la sociedad venezolana. Pero incluso en ese caso, incluso en el peor de los casos, puedes tener la absoluta certeza de que el pueblo explotado, marginado, subordinado, seguirá luchando. La vida es lucha. Y sin ninguna duda, de la misma manera que hoy levanta las banderas de Bolívar, Zamora y Robinson, mañana levantará la bandera de Chávez.

En contraste, el antichavismo, entendido como conjunto de fuerzas, no se plantea resolver esos problemas. Eso no quiere decir que el antichavismo todo sea el problema. Como Chávez lo planteó siempre, es imposible cumplir el objetivo de avanzar en la radicalización democrática de la sociedad venezolana sin la participación de parte de las fuerzas que hoy integran el antichavismo. Pero el núcleo de fuerzas del antichavismo, ese que define la naturaleza de esa identidad política que es el antichavismo, es profundamente antidemocrático y, más que eso, supremacista. Ese núcleo de fuerzas del antichavismo sólo puede prevalecer postergando indefinidamente la resolución de los problemas fundamentales de la sociedad venezolana.

Más a corto plazo, incluso si el antichavismo lograra debilitar suficientemente al chavismo, al punto de derrotarlo electoralmente, todavía tiene el reto ciclópeo de gobernar a un pueblo que recién vivió la experiencia de redescubrir la política con Chávez. Cierta historiografía se deleita con aquellos episodios en que los pueblos se “suicidan”. Yo prefiero las historias de los pueblos que vencen cuando los creían heridos de muerte, y las historias de los pueblos que resucitan al segundo día.

Fuente: AlbaTV

Palabras claves: chavismo, Reinaldo Iturriza, Revolución Bolivariana

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