Manual del principiante en estallidos populares

Manual del principiante en estallidos populares
28 abril, 2017 por Redacción La tinta

Es muy sospechoso el que, en medio de un cataclismo, tengan más opiniones que miedo. Estas cosas las escribo convencido de que no está ocurriendo ningún cataclismo. Ya veremos si me equivoco.

Por José Roberto Duque para Misión Verdad

Este mes se cumplieron 15 años de la última vez que el pueblo venezolano se desbordó en las calles con un objetivo distinto al saqueo y la destrucción. El momento de nuestro estallido no fue el 11 ni el 13: ocurrió el 12, minutos o segundos después de la alocución enferma de Carmona y sus secuaces en Miraflores. Antes del 12 de abril de 2002 (reivindicación de Chávez) lo había hecho en los días anteriores al 23 de enero de 1958 (derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez). Aparte de esos dos momentos, en estos casi 60 años sólo ha habido 1) estallidos catárticos, a veces locales y a veces nacionales (27F) de rabia, 2) vandalismo organizado, 3) ensayos fallidos de insurrección. Lo que el antichavismo está intentando en estos días es tratar de promover y generalizar la situación descrita en el punto 1), pero sólo ha conseguido alcanzar los estadios 2) y 3).

Esto es un intento personal de ubicación en el tiempo histórico. No se me enojen (o enójense; total, siempre lo hacen): estas no son instrucciones y mucho menos órdenes dirigidas a nadie; es un simple mapa personal dirigido a que cada quien haga, proponga o discuta el suyo.

1) Llamar a las cosas por su nombre y no andar reproduciendo frases y fórmulas discursivas comerciales que alguna vez pegaron. Por ejemplo: «…para dummies».

2) Todos los analistas y pichones de analistas (y también, y sobre todo, los pretendidos organizadores de revueltas) somos principiantes, y bastante ignorantes por cierto, en estallidos populares. Nunca ninguno predijo u organizó un estallido con fecha exacta. El pueblo es su propio analista y pronosticador, así que si quiere saber cuándo va a estallar el pueblo pare la oreja, por ejemplo, en los autobuses o en un mercado popular: si oye a una persona decir que el pueblo va a estallar, es porque el pueblo no va a estallar. Si diez personas gritan al unísono que el pueblo va a estallar, no va a estallar. Si oye a 200 ó mil personas diciendo en tremenda algarabía que el pueblo va a estallar, es porque NO va a estallar. Los pueblos no andan diciendo cuándo van a estallar, simplemente estallan.

3) Hay diferencias importantes entre una revuelta popular y una insurrección organizada, entre un desborde de pueblo y un movimiento armado o estrategia de agitación. Los estallidos populares siempre (anótenlo, subráyenlo, escúlpanlo en titanio: SIEMPRE) modifican o aceleran el curso de la historia. Los movimientos organizados, no siempre. Algunos líderes genuinos en la historia de la humanidad han promovido facciones, guerrillas, ejércitos, grupos mercenarios o de liberación que han corrido con diversa suerte, a veces apoyados por el grueso del pueblo y a veces sólo por la fuerza y las condiciones históricas favorables.

En Venezuela no está ocurriendo un estallido popular sino un ensayo de insurrección

4) Los pueblos estallan cuando estallan y no cuando a cualquier sifrino mamagüevo (Freddy Guevara) le dé la gana. Los Freddy Guevara pueden haberle calentado la oreja y otras partes del cuerpo a más de un habitante de barrio, cómo no, y en efecto está ocurriendo que la prédica de la derecha en los barrios, cuando decidió subir cerro (cosa que empezó a ocurrir hacia 2004-2005, cuando comprendieron que hacer política por Globovisión no era tan efectivo como hacerla en las calles), ha prendido en la acción de algunos pobres comemierdas que ven a los niños del este de Caracas como sus salvadores.

5) En los barrios populares de las grandes ciudades reside el germen de las grandes insurrecciones. Obvio: en esos lugares habita la mayor parte de la población, y ahí se gestan o mueren los movimientos de altísimo impacto. Pero conviene no idealizar ni sublimar a la gente del barrio, general y automáticamente, porque en el barrio hay de todo: gente noble y gente coñoemadre; gente trabajadora y gente vaga; gente honesta y gente criminal; héroes y güevones: en los barrios hay de todo, como en todas partes. Vivir en un barrio no te convierte en revolucionario: la índole revolucionaria te la acuñan tus actos, no tu constancia de residencia. Pero cualquier movimiento de masas o multitudes en los barrios populares puede llegar a tener vocación insurreccional, en contra o a favor del espíritu de la historia, que es la redención del ser humano pobre (no la redención de empresarios ni de los plastemierdas (inútiles) del este de Caracas). De este hecho, mal interpretado, se alimentan las esperanzas del sifrinaje (chetaje) con hambre de poder: siguen creyendo los freddyguevaras que cuando el pueblo se alce colectivamente será para llevarlos a ellos al poder.

6) Sí, hay que estar atentos a la «chispa que enciende la pradera», porque esa bicha existe, y enciende praderas. Si la historia y el país fueran un librito o juego de mesa de esos que les encantan a los antropólogos y sociólogos, habría que decir que lo que hacen hoy los sifrinos (chetos) en busca de sus objetivos es correcto, está ajustado a las reglas de la guerra: ellos calientan una avenida, la entrada de un barrio; promueven saqueos focales y difunden las imágenes a través de las redes sociales, con el objeto de intentar que el peo se propague, se masifique, se desborde. La noche del 11 de abril hubo un ensayo en La Vega y en la comunidad 27 de Febrero (antes Menca de Leoni). Como en todos estos años ha rodado un embuste según el cual el Sacudón de 1989 comenzó en Guarenas, creen los sifrinos que si vuelve a haber un verguero (quilombo) en Doña Menca entonces habrá otro Sacudón en el país (y que ese sacudón servirá para llevarlos a ellos a Miraflores). Eso les pasa por creer sólo lo que dicen los libros y los analistas. El día que se enteren de que el Sacudón o Caracazo no empezó en Guarenas sino simultáneamente en muchos lugares de Venezuela, y que ese cataclismo se hubiera propagado de todas maneras así RCTV no hubiera difundido las imágenes, ese día habrán avanzado un milímetro en materia de comprensión de los resortes que mueven al pueblo. ¿Por qué sería tan crucial que entendieran esto? Pues porque:

7) Lo que mueve y dispara los saltos y dislocaciones de la historia es la intuición histórica del pueblo, no los discursos y agitaciones de los líderes y aspirantes a líderes. ¿Y no es probable que ya los líderes de la derecha sepan esto y que aun así anden ensayando insurrecciones como se hacía en el siglo XX? Es probable, como es probable que sea acertado el análisis más difundido en estos días: que toda agitación focalizada no tenga por objeto congregar las rabias de la multitud sino procurar el video y la fotografía que le diga a la comunidad internacional: «Mírennos: somos un país sin leyes, es hora de que nos intervengan e invadan».

«Ellos calientan una avenida, la entrada de un barrio; promueven saqueos focales y difunden las imágenes a través de las redes sociales, con el objeto de intentar que el peo se propague, se masifique, se desborde»

8) El sifrinaje mencionó la fecha 19 de abril en el tono misterioso y fatal que usa todo aquel que quiere crear tensión y expectativas desmesuradas. El pobre Freddy Guevara ignora o no recuerda que cuando el pueblo intervino en los hechos de ese día (19 de abril de 1810) fue para echar del poder a unos mamagüevos como él, probablemente ancestros suyos. Ah, que luego se instalaron en el poder otros mamagüevos similares, es otro capítulo aparte.

9) Estar con la Revolución es estar con el pueblo. Como la Revolución no es un asunto matemático sino un asunto político, si al final de provocaciones y coñazas sólo cinco güevones declaran estar del lado de la Revolución, ahí debemos contarnos, entre esos cinco güevones. Porque el pueblo es móvil, veleidoso y voluble; en este momento están muriendo miles de personas en el mundo y están naciendo otras miles, pero esa materia multiforme a la que pertenecen esas personas sigue siendo la misma y sigue teniendo objetivos. Conceptos como «aceptación y popularidad» son buenos para interpretar encuestas de momentos específicos, pero ninguna encuesta ni medición puede movernos de la tarea histórica de liquidar el sistema que nos esclaviza como clase. No importa que 5 o 20 millones estemos conscientes de eso: la historia va para allá, sin importar los arrebatos o inspiraciones del momento.

*Por José Roberto Duque para Misión Verdad

Palabras claves: Nicolás Maduro, Venezuela

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