Bonino tiene quien le escriba

Bonino tiene quien le escriba
26 abril, 2017 por Claudia Huergo

Comentario sobre la obra Esdrújula: palabras para Bonino, del Grupo Zéppelin Teatro creada para festejar sus 20 años con el arte escénico. Este texto fue escrito en el marco del desmontaje de obra llevada a cabo el 22 de abril, en Teatro La Luna, Córdoba.

Por Claudia Huergo

“Durante la Edad Media y el Renacimiento se pagaba a los locos de la corte o de los teatros de feria para que manifestaran en voz alta a todos, incluso al rey, lo que no podía decirse. No sin peligro. (…) el Concilio de Toledo abolió varias veces, en 1516 y luego en 1566, el Día de los Locos, también llamado Día de los Inocentes o Día de los Niños. La Iglesia y el poder político persiguieron sin tregua este tipo de teatro que siempre resucitaba de sus cenizas, como el carnaval mismo. En 1529, Berquin, el traductor al francés del Elogio de la locura, de Erasmo –de quien Berquin era gran admirador–, fue quemado en la hoguera bajo el reinado del gran humanista Francisco I. En 1535, Tomás Moro, a quien se había dedicado el Elogio… y quien, según los dichos de Erasmo, siempre estaba tan jocoso “que podría creerse que el objetivo principal de su vida era bromear”, fue decapitado por orden de Enrique VIII, su protector, en una Inglaterra que se presentaba como el país más refinado y ávido de intelectualidad de toda Europa. ¿Qué medida común existe entonces entre locos, sabios inocentes y niños?”
(Me transformo en piedra y mi miedo continúa por F. Davoine y J. Gaudilliere, Página 12)

Fuga asistida

Bonino fugó. Con la ayuda de estos para-anormales. Ya se dice que hubo quien planeó, para Bonino, una fuga asistida. Quien le puso unas escaleras de esas que suben para abajo. Bonino estaba en riesgo de subir a los cielos. De ser recapturado por las comisarías del arte, en riesgo de ser curatoriado, planchado, enfundado en la importancia personal y el relato biográfico. Bonino estuvo en riesgo de llegar a ser alguien, convertirse en un autor, esa figura en la que se concretan la individualidad, la genialidad, la heroicidad, características del sujeto moderno.  Entonces llega una obra, como una escalera, una obra hacia Bonino, no sobre Bonino.  Llegan unos obrantes que con toda suerte de artimañas invocaciones juego de manos decorados palabrejas cancioncillas van creando un clima, una temperatura donde el brote Bonino se abre paso, eclosiona. Hay momentos muy extáticos en la obra. Verdaderas posesiones, íncubos y súcubos que electrifican los cuerpos y los gestos de los obrantes. La máquina Bonino los posee, los lasciva, los extenúa.

La locura no elige la boca por la que habla

Bonino, Bo-niño, no le habla a nadie en particular, pero a buen entendedor… los obrantes recogen el guante, se hacen buenos entendedores, y plantean en escena la idea de constelación, propician multirreferencialidades  -la gran historia, el Cordobazo, la micro historia que trae algo de sus internaciones…- crean así un contexto donde es devuelto a la multiplicidad, al campo estrellado de ser cualquiera, lo instalan en la constelación de guiños, de frases, de imágenes, de cancioncillas, en fin, lo hacen aparecer. Se inscriben así en el dominio de los aparecedores.  Bonino al fin tiene con quien hablar.  Lacan dice que el niño tiene un modo de hablar particular. Utiliza el término “a la cantonade” extraído del lenguaje teatral, para dar cuenta de la forma en la que el niño se dirige a un personaje que no está en escena, pero que sin embargo necesita de otros que estén allí, junto a él, compartiéndola.

Entre varios

Bonino no puede ser soportado –en el sentido de soportes- sino entre varios. Nadie personifica a Bonino porque no se trata de volverlo persona, ni personaje, no se trata de volverlo legible.  Bonino aparece en ese juego entre-dos, circula con comodidad en las voces de estos juglares. Realizan así por medio de la obra el mismo gesto revolucionario, molecular, minoritario, nómade que le cabe a Bonino.  Colaboran a la disolución de las líneas duras del ser trazadas por las identidades.

Un teatro que asume estos riesgos, se convierte en un dispositivo de intensificación, una máquina de refinar sensibilidades, una manera de cuidar, de atender a lo desatendido. Por lo tanto algo a ser celebrado.

Por Claudia Huergo

Palabras claves: Bonino, Esdrújula, palabras para Bonino, Teatro, Teatro La Luna, Zéppelin Teatro

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