A diez años de su fundación, Unasur enfrenta la amenaza de una severa regresión
La Unasur es un nuevo frente en la guerra imperial contra Venezuela y la Argentina, en la continuidad de su papel de lacayo del mandato neocolonial, intentará generar un cerco diplomático y político contra la república bolivariana. Argentina y sus países aliados de la región impulsan la candidatura de José Octavio Bordón para secretario general.
Por Javier Tolcachier para Pressenza
El 17 de abril se cumplieron diez años de la VI Cumbre Sudamericana de la Isla Margarita donde la UNASUR adoptó su denominación actual. Y no fue sólo un cambio de nombre sino un salto cualitativo respecto al anterior proyecto interestatal de cooperación. Al calor del empuje que le dio la estrategia emancipadora de Hugo Chávez ya acompañado por presidentes como Lula da Silva, Néstor Kirchner, Evo Morales, Rafael Correa y otros, la UNASUR representó una decidida respuesta al postrer intento neoliberal de forzar un área de libre comercio (ALCA) en la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata en 2005.
No es casual que una década después, tan sólo los gobiernos de Bolivia, Ecuador y Venezuela y el recientemente electo secretario general del ALBA, David Choquehuanca, celebraron con sendos mensajes el importante aniversario. Por el contrario, los demás gobiernos, lejos de saludar el acontecimiento, abandonaron toda decencia diplomática y evidenciaron su intencionalidad política colocando en los portales de sus respectivas cancillerías un documento ofensivo firmado por once países de la región, que insta a Venezuela “a fijar fechas electorales y retomar la senda democrática”.
Una puesta en escena coincidente con esta actitud de bloqueo político, protagonizó Susana Malcorra el 20 de abril al asumir en representación argentina la presidencia del bloque de manera unilateral, replicando acaso la maniobra que, con la connivencia de Paraguay, Brasil y Uruguay, suspendió provisionalmente a Venezuela del Mercosur.
En este caso, el traspaso legítimo de la Presidencia Pro Tempore (PPT) debía ser lógicamente realizado por el gobierno de Venezuela en acto protocolar, que finalmente se cumplió al día siguiente en Caracas, pero sin la presencia argentina. Como para completar la operación mediática, el portal de noticias TN del grupo Clarín subtituló su nota alusiva: “Se trata de una medida ‘pro témpore’ hasta abril del año que viene. Macri, había pedido elecciones en el país caribeño, que tenía el mandato en el organismo internacional.”
La malla desinformativa y la manipulación correspondiente queda expuesta aclarando que no se trata de una “medida” y mucho menos provisoria – como parece señalar la semiótica utilizada – sino el proceso institucional habitual de ejercicio anual de la PPT en orden alfabético previsto en los estatutos de UNASUR.
Pero lo importante es comprender que Argentina, en la continuidad de su papel de lacayo del mandato neocolonial, intentará extirpar la esencia emancipadora del organismo. Para ello, se propone generar – en sintonía con las maniobras de la Organización de Estados Americanos (OEA) – un cerco diplomático y político contra Venezuela, para luego ocuparse de borrar toda traza de humanismo en el continente acosando a Bolivia y a la Revolución Ciudadana en Ecuador.
Uno de los elementos en que dicha arremetida piensa apoyarse es la elección de un nuevo secretario general cuyo perfil coincida con el cometido desintegrador.
La propuesta argentina se centra en José Octavio Bordón , actual embajador en Chile, quien cuenta con el beneplácito de varios de los países miembros. Bordón ha sido gobernador de la provincia de Mendoza, candidato presidencial en 1995 y fue embajador del gobierno de Néstor Kirchner en Washington entre 2003 y 2007.
Sin embargo, la aparente conexión con el progresismo se desdibuja al comprobar que luego de aquella legación, sirvió en la OEA, sobre todo en misiones de observación electoral en República Dominicana, Guatemala y Panamá bajo la Secretaría General del chileno José Insulza. También le cupo el papel de enviado de la OEA en ocasión del golpe de Estado en Honduras, en apoyo a la teoría del “gobierno de unidad”, según el cable fechado el 21 de noviembre de 2009 dado a conocer por Wikileaks.
La impresión de estar ante un otrora militante peronista devenido ahora en representante diplomático corporativo se refuerza atendiendo a su participación en foros y consejos como el InterAmerican Dialogue – un think tank norteamericano sostenido por un selecto grupo de multinacionales – o el Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI), organización fundada en 1978, apoyada también por las empresas más insignes de la oligarquía argentina y en cuya nómina fundacional figuran nombres como el de Fernando De La Rúa, Carlos María Blaquier, Roberto Aleman, Mariano Grondona, Nicanor Costa Méndez y su presidente Carlos Manuel Muñiz.
Si la candidatura de Bordón no resultara, no será sencillo encontrar algún candidato que cuente con la unanimidad o consenso necesario.
Venezuela ya ha anticipado su oposición al nombramiento de Bordón, quien ejercitado en las prácticas y acciones de la OEA, podría convertirse en actor similar a su secretario Luis Almagro. Bolivia, Surinam y Ecuador – éste último con formas más conciliadoras – tampoco apoyarían el nombramiento de Bordón. La posición de Guyana podría verse negativamente influida en contra de Venezuela por el diferendo territorial que sostienen en torno al Esequibo.
Si tal nombramiento prosperase, lo que como dijimos es dudoso, Argentina promovería probablemente la amenaza de suspensión de Venezuela del organismo, en una actitud paralela a los hasta ahora derrotados intentos de “aplicación de la Carta Democrática Interamericana” en la OEA. Para ello se apoyaría, en retorcida interpretación, en el antecedente de la suspensión de Paraguay en ocasión del golpe parlamentario contra Fernando Lugo en 2012.
Si la candidatura de Bordón no resultara, no será sencillo encontrar algún candidato que cuente con la unanimidad o consenso necesario, aunque siempre puede haber alguna sorpresa de último momento. En el caso de que continúe vacante la Secretaría General, la UNASUR continuará con los planes de sus respectivos consejos, pero quedará políticamente inerte para profundizar su integración soberana en defensa de los intereses genuinamente populares como la ampliación de la lucha contra la pobreza, la cobertura de las necesidades de educación, salud y vivienda. Del mismo modo, esa parálisis relativa inhibiría a la UNASUR de actuar en la arena internacional como aliado incondicional del multilateralismo emergente, lo cual por supuesto, será funcional a los intereses de los países centrales, sobre todo, de los EEUU.
Así las cosas, tanto por la vía de la aprobación del candidato como por la de su rechazo, las trincheras están trazadas y la genuina integración quedará congelada y en regresión hasta tanto mejoren los signos políticos gobernantes en cada país, retornando a la senda de la inclusión y el progreso para todos. En esto, los movimientos populares y organizaciones sociales tendrán la última palabra.
* Por Javier Tolcachier para Pressenza / Fotografía de tapa Beto Barata / PR