Los seres humanos somos un error de cálculo

Los seres humanos somos un error de cálculo
28 marzo, 2017 por Julieta Pollo

Relojes y telescopios, aviones y holters, televisores, fusiles, teléfonos, tractores… hay máquinas de escribir, máquinas de coser, máquinas de matar. Habitamos un mundo de máquinas dentro de máquinas y en su acerada diversidad el denominador común es el hombre. Conversamos con el animador peruano-chileno Jossie Malis sobre Bendito Machine, un experimento audiovisual que muestra la naturaleza caótica de nuestra especie, su relación contradictoria con la tecnología y la mecanización de los impulsos más oscuros del ser humano.

Por Julieta Pollo

Ya lo decía Sábato en Hombres y Engranajes: la máquina que el hombre lanza contra la naturaleza para conquistarla, se vuelve contra él, dominándolo y conquistándolo como a un objeto más. En los seis cortometrajes que conforman Bendito Machine, los personajes construyen máquinas monumentales para luego ser devorados entre los engranajes de su propia creación, sucumbiendo ante las condiciones de vida que ellos mismos han impuesto y naturalizado. Sin embargo, la histeria y la impotencia de estas criaturitas hacia el final de cada capítulo, no soslaya los vicios que desencadenan la catástrofe: extractivismo, religión, dinero, superproducción, guerra, dominación, sumisión, dependencia son algunas de las cuestiones que Bendito Machine aborda desde el absurdo. Cuando ya no hay más que escombros, la vida siempre encuentra una grieta para resurgir renovada, tozuda y cíclica.


La composición visual de los cinco primeros capítulos es hipnotizante. Inspirados en el teatro de siluetas, las tribus y máquinas sagradas contrastan con un fondo monocromático que resalta la estética inspirada en las culturas andinas y africanas. Los detalles de animación que dan vitalidad a los personajes y, para rematar, la ausencia total de diálogos configuran un combo interesante y poco común. A fines de 2017 se estrenará el sexto y último capítulo de la serie, después de Todo lo que necesitas, La chispa de la vida, Obedece sus mandatos, Alimenta las máquinas y Aprieta el gatillo.


-Las máquinas suelen despertar la curiosidad de los niños, ¿recordás cuál fue la primer máquina que te fascinó?

-Creo que caí rendido por muchas máquinas de pequeño. Mis primerísimos recuerdos son de una alcancía ataúd de aquellas que pones una moneda y del interior sale un brazo esquelético que la atrapa, me costaba entender la lógica entre el ahorro y la muerte. De esa época también recuerdo el proyector de 8 milímetros que teníamos en casa, me trastornaba el traqueteo que producía cuando veíamos alguna película y también recuerdo con asombro, un reproductor de cintas de 8 pistas que tenía mi padre, era el formato anterior al cassette de toda la vida. Cuando descubrí que dentro de un cartucho podía salir música me volví loco.

-Muchas veces los chispazos creativos surgen en una conversación entre amigos, un boceto de noche insomne, un sueño, como inspiración a partir de otra cosa… ¿Te acordás cuál fue la semilla inicial de Bendito Machine?

-Bendito Machine nace en un momento de desorientación, de bocetear e intentar conectar ideas sueltas con las que pretendía contar una pequeña historia. Llevaba años postergando la participación en un festival de animación que tenía como requerimiento hacer un cortometraje que fuera autoejecutable en Flash y que pesara muy pocos megas, hablamos del 2005/2006, por esas fechas todavía no existían ni las redes sociales ni youtube.

En esa época trabajaba en una serie infantil y aprovechaba los fines de semana para darle la forma a este pequeño corto. En ningún momento se me pasó por la mente desarrollar una serie, pero comenzó a tener cierto éxito en varios festivales y sumado a mis ganas de querer desarrollar otras ideas dentro de este mismo universo, con el paso del tiempo y sin querer queriendo, se fue transformando en una serie de animación algo atípica que acaba de cumplir 11 años.

-En los cortometrajes hay una fuerte presencia de la religión y sus secuaces: adoración, sumisión, persuasión, búsqueda de respuestas. ¿Es la era de las máquinas el fin de las religiones? ¿o será que tal vez los humanos buscaremos la manera de transpolar esa fe ante la incertidumbre de la vida a algo más físico, como las máquinas o el progreso tecnológico?

-Sin duda alguna, la religión es el principal organismo explotador de los miedos más primarios. Vienen entrometiéndose en nuestras vidas desde una época donde la gente no tenía siquiera la capacidad de entender que la tierra ni era plana ni nosotros el centro del universo. Nadie pone en duda que hace 500 años las cosas eran muy diferentes, pero con todo estos antecedentes, es realmente acojonante aceptar que dogmas tan primitivos siguen controlando buena parte de la psique humana con sus delirios místicos, pero además, directa o indirectamente, siguen siendo los responsables de buena parte de los conflictos más jodidos a los que aún nos enfrentamos.

Por otra parte, con el avance tecnológico suceden cosas curiosas. Es verdad que nuestras vidas son más llevaderas si desde nuestros bolsillos podemos acceder en segundos al video de un gato haciendo el payaso dentro de una caja, o que podemos hacer cosas inimaginables con todo tipo de aparatos que hace algunos años se considerarían brujería, pero  al final del día, la diferencia entre las masas que van en procesión detrás de su virgen favorita, poco se diferencian entre lo que sucede fuera de una tienda Apple cuando lanzan un nuevo iPhone. 

Las pulsiones fervorosas por querer creer en algo son las mismas. El origen de nuestros miedos sigue siendo el mismo, navegamos en una incertidumbre constante por el sólo hecho de vivir en este planeta sin tener la respuesta definitiva, pero ahora podemos elegir entre cachivaches de todo tipo para potenciar y alegrar nuestras vidas hedonistas hasta el siguiente upgrade, o elegir entre fabulas primitivas y amenazantes donde un ser sobrenatural observa cada uno de tus pasos, tengas o no tengas tapada la camarita de tu portátil. En todo caso creo que es cosa de tiempo y un par de reajustes generacionales para que las doctrinas religiosas sean un chascarrillo del pasado, aunque para ese momento, si alguien continúa respirando en este planeta, probablemente vivirán en estados que irán más allá de lo físico-mental y que ahora mismo ni siquiera somos capaces de imaginar.

Me parece muy excitante vivir en un momento en que somos totalmente conscientes de donde venimos y el camino que hemos recorrido para llegar a donde estamos, pero al mismo tiempo es perturbador reconocer que Black Mirror es como el nuevo Nostradamus.

-La historización que planteas en algunas de las historias nos enfrenta con nuestra propensión al exceso que termina en la propia destrucción, ¿esta especie de historización de los procesos surgió involuntariamente o es una estrategia narrativa que te propones plasmar?

-Los seres humanos somos como un error de cálculo. Todo estaba de alguna manera predispuesto para que fuéramos una anécdota en la línea temporal del planeta, una exótica especie más en el reino animal, pero de pronto, aprendimos a usar un palo, el fuego, a hacer la pinza con los dedos, comenzamos a alimentamos de proteína animal, descubrimos la agricultura, la rueda, los minerales y de pronto llegó Facebook. Son aspectos que me interesan porque nos vemos reconocidos en ellos, no nos son ajenos.

La violencia es intrínseca en el hombre, igual de instintiva que la de un felino que se siente amenazado. Uno puede ser la persona más pacífica del mundo, pero sabemos perfectamente que la línea que separa ese ser pacífico de un criminal vengativo, se puede romper con mucha facilidad cuando su vida o su entorno se ve amenazado.  Somos una especie destructora y la historia es un encadenamiento de hechos violentos que van forjando lo que somos con una falta de empatía abrumadora, por temporadas, donde no sólo lo material, si no que la vida misma se acepta a veces como algo desechable. 

Al mismo tiempo, me parece sorprendente que tengamos la capacidad de convivir en este planeta con relativa calma. Donde puedes desplazarte del punto A al B en un vehículo mecánico, que puedas subir a un avión para llegar a otra coordenada en el mundo, o que simplemente puedas apretar un botón en la pared para tener luz o abrir un grifo para tener agua. Si piensas en la cota de desarrollo al que hemos llegado a nivel planetario, con todos sus matices, el resultado es algo realmente extraordinario, la normalización del día a día es algo que la gente ni siquiera se cuestiona, pero el día que una tormenta electromagnética se lo cargue todo, o que cualquier otro evento fuera de nuestras manos nos supere como especie y tengamos que empezar de cero, nos veremos obligados a dejar las formas y volver a coger el palo para buscar comida y defendernos de nuestros vecinos que ahora también llevan un palo. Nos olvidaremos de las formas y recordaremos con ternura todas esas películas apocalípticas que parecerán guías de supervivencia. Al final de todo, al palo de selfie se le podrá dar un uso realmente práctico.

-Hay ciertos detalles camuflados en las historias, como un personaje demorando la huida por una selfie o la indiferencia de otro frente a los niños que intentan venderle souvenires, que le dan profundidad argumental a los capítulos ¿cómo funcionan estos detalles satíricos?

-Reconozco que mi método de trabajo es algo atípico. En animación no hay espacio para la improvisación, por lo general todo se plantea con mucha anterioridad al proceso de animación, sobre todo si tienes una estructura narrativa que seguir, pero al trabajar prácticamente sólo, en muchas oportunidades te das cuenta que una idea funcionaría mejor si eliminas, reajustas o reemplazas algún elemento o personaje. Muchas de estas situaciones aparecen sobre la marcha y por lo general siempre funcionan, son ideas simples y con las que uno se identifica fácilmente, pequeños faros o animitas en el camino.

-También hay muchos guiños de la cultura popular, desde Inavsores del espacio o Mickey Mouse a Shell y Coca Cola-, ¿te parece que es importante plasmar en tu arte una postura política o ideológica? Me refiero a Bendito Machine y también a otros de tus trabajos, como .sub

-Desde un principio me sedujo la idea de crear un universo visual mezclando conceptos iconográficos que podían tener miles de años de antigüedad con elementos gráficos modernos, como pueden ser los logotipos de multinacionales o siluetas de elementos reconocibles. Más que un guiño, es poder identificar sin lugar a dudas que todos sabemos de quien hablamos si un pozo de extracción lleva un logo manipulado de una compañía petrolera internacional, se llame Shell, Repsol o Exxon. Se trata de hacer una relectura iconográfica de elementos modernos para crear un universo a la vez primitivo, que es una de las características que tiene Bendito.

Plasmar una postura política o ideológica es algo inherente a la serie pero también circunstancial. Me interesa contar historias sobre los temas que me apasionan y que me afectan, pero no intento hacer proselitismo de ningún tipo, tan sólo pretendo contar una pequeña historia y compartir ideas con las que mucha gente se identifica porque al final de cuentas se trata del espejo de una era, estudiarnos a nosotros a la distancia como si fuéramos hormigas dentro de un hormiguero.

-Bendito Machine ha sido de libre acceso desde sus inicios, más allá de las dificultades que conlleva sostener este tipo de proyectos sin ningún tipo de retribución económica. ¿A qué se debió esta decisión?

-En el momento que nace Bendito Machine internet todavía gateaba, no existían ni el video HD, el streaming ni nada parecido. Las animaciones flash que se hacían en esa época eran autoejecutables y permitían que dentro de las limitaciones técnicas que tenía internet en ese momento, distribuir tu trabajo en páginas web fuera relativamente fácil. No existían canales de distribución remunerados, salvo en televisión, pero tampoco me interesaba buscar una retribución económica, mi objetivo era poder llegar a la mayor cantidad de gente posible y esa fue la verdadera revolución en ese momento. Con el paso del tiempo y especialmente con los últimos episodios, las condiciones han cambiado y hay ciertas limitaciones que quedan fuera de mis manos por temas de distribución, es probable que el último capítulo, el que está en producción ahora mismo, tarde un poco más en liberarse, pero a la larga la idea es que la serie esté siempre disponible para quien quiera.

-Para poder dar continuidad a la serie y producir los últimos capítulos optaste por el crowdfunding a través de la plataforma Kickstarter ¿cuál te parece es la potencialidad de este tipo de mecanismos de financiación?

-El potencial es realmente enorme. Poder prescindir de los intermediarios de toda la vida en todo tipo de áreas de ejecución es algo que se ha demostrado que funciona. Es verdad que los proyectos audiovisuales, comparados con otro tipo de proyectos, presentan más limitaciones a tratarse de un intangible, pero tener las herramientas para poder acceder a financiación acudiendo a tu círculo de seguidores, amigos y familia, es realmente revolucionario.  Si tus opciones para llevar adelante un proyecto son: solicitar un préstamo al banco, acceder a financiación pública a través de organismos del estado o pasar el sombrero frente a la gente que le gusta tu trabajo y que está dispuesta a colaborar y ser parte de un proyecto común, creo que la decisión se hace bastante fácil. 

-¿Qué temática abordará el último episodio de la serie? ¿Cuándo será su lanzamiento?

-El último episodio trata sobre el proceso evolutivo de una especie a partir de un encuentro tecnológico relativamente casual. De alguna manera es la historia de todo lo que ha pasado, tecnológicamente hablando, desde el primer episodio hasta hoy y todo lo que vendrá. El estreno será este año, probablemente en algún festival.

-Bendito Machine ha recibido 86 premios internacionales y ha llegado a todas partes del mundo, sociedades con idiosincrasias y culturas muy diversas. ¿Has tenido la oportunidad de conversar acerca de la recepción de los cortometrajes en sociedades con idiosincrasias y culturas diferentes?

-A veces viaja más lejos de lo que me hubiera imaginado. En una escuela Noruega utilizaban la serie para una clase donde trabajaban sobre resolución de conflictos y los alumnos de 11 años tenían como tarea, desarrollar guiones a partir del final de cada capítulo. El profesor contactó conmigo y me los hizo llegar por correo, fue realmente emocionante leer a niños creando historias a partir de la serie. A menudo recibo correos y comentarios que llegan de todo el mundo ofreciéndome interpretaciones que ni siquiera se me habían pasado por la cabeza o gente que se ha llegado a tatuar diseños de la serie. En general la recepción es cariñosa porque la gente se siente identificada, para bien o para mal, con esta radiografía de nosotros mismos. Además tiene la ventaja de ser una serie sin diálogos, lo que la convierte en un viajero más global.

-Finalmente, ¿Bendito Machine será videojuego?

-Es algo que deseo con todo mi corazón gamer. Existe un plan, pero ejecutarlo es otra historia. Espero llegar a esa casilla de salida algún día.

Por Julieta Pollo para La Tinta

Palabras claves: Animación, Bendito Machine, Jossie Malis

Compartir: