“La agricultura orgánica no es alternativa, es la única forma que tenemos de salir adelante”
El programa radial Enredando las Mañanas dialogó con Gisella Velázquez, integrante de una organización de productores de Marcos Paz, quien relató sobre las consecuencias de los agrotóxicos y la lucha que emprenden desde hace años.
Gisella Velázquez junto a su pareja son productores orgánicos, que forman parte de una multisectorial contra el agronegocio, y de la organización “La 41”, nombre que hace referencia a ese artículo de la Constitución Nacional que dice que toda persona debe vivir en un ambiente sano.
La entrevistada relató que cuando el agronegocio cayó sobre los habitantes de ese pueblo, luego de reiterados pedidos consiguieron una ordenanza municipal para que no se fumigue a mil metros de las escuelas rurales. Sin embargo, existen grandes extensiones de tierra donde se continúa haciendo, por lo cual los habitantes se deben cuidar entre ellos. Tal es el caso que Gisella contó que cuando los niños ven al fumigador saben se tienen que meter adentro. “Estamos cansados de ser tan pacíficos y que nunca nos escuchen, y nos están matando. Se hicieron exposiciones civiles, porque está la salud de nuestros hijos, y de todas las personas que viven en el campo. Nos quieren expulsar del campo justamente y estamos en la lucha y en la resistencia”, manifestó.
Nuestro país es uno de los mayores países que usa glifosato, según expresó la productora. Primero está Brasil, con 850 millones de litros por año y le sigue Argentina con casi 400 millones de litros por año de agrotóxicos en nuestras tierras.
Frente al impacto negativo y perjudicial que esto tiene sobre la salud, alimentación y la vida de las personas Gisella mencionó los estudios del doctor Damián Verzeñassi, de Santa Fe, quién denunció que hay 25 abortos cada 100 provocados por los agrotóxicos. “O sea que también hay genocidio, que eso nadie lo dice. Son cifras muy alarmantes. Y el tema de 1 cada 3 niños con sobrepeso también porque todo ese modelo de producción conlleva a una alimentación industrializada y toda una vida industrializada donde los niños se están enfermando por una mala alimentación. Nos están sacando los nutrientes de los alimentos, y después nos agregan la harina fortificada, la leche fortificada, porque nos sacan el alimento y los nutrientes por otro lado”, explicó la entrevistada.
A esta problemática se le suma que existe cierta naturalización del impacto que genera por parte de la gente vive en el campo. “No obstante hay muchos estudios científicos comprobados del daño que causan no solamente el glifosato, que es uno de los tantos agrotóxicos, sino también la triazina que va a las aguas subterráneas, hay infinidad. La problemática es enorme y no hay conciencia”, destacó.
También las irregularidades que presentan los fumigadores son un factor importante en esta temática, debido a que muchos no están registrados. Gisella remarcó: “Vienen de otra zona, en este caso eran de Luján, no tenían registro para fumigar, no tenían receta agronómica tampoco. Es impresentable que a esta altura sigamos peleando contra estos gigantes que son enormes, que vienen por las semillas”.
Pero no todo está perdido. También hay que revalorizar la lucha que los vecinos de Malvinas llevaron adelante y ganaron ya que impidieron que se instale una fábrica de Monsanto en Córdoba. Así como Gisella y su familia que también luchan día a día y eligen un modo de vida saludable, natural y solidario.
Resulta fundamental replantear nuestra forma de vida, construir un presente más sano, amigable con todo lo que tenemos alrededor y que nos garantice la posibilidad de un futuro, el cual los agronegocios no nos garantizan.
Nosotros proponemos un modelo de vida. Ellos nos ofrecen una forma de muerte
“La agricultura orgánica no es alternativa, es la única forma que tenemos de salir adelante y enfriar el planeta. Nuestra forma de producir es orgánica agroecológica, natural, como quieran llamarlo. Porque ahora lo orgánico está relacionado a lo certificado, y lo certificado es una empresa de afuera que cobra 65 mil pesos por año por producto para certificar orgánicos, hay una burocracia”, dijo Gisella.
Hizo hincapié en que su familia produce sin veneno, con metodología de agricultura orgánica, natural, remitiéndose a tiempos anteriores, como se cultivaba antes. Producen todo tipo de hortalizas, tienen animales, abejas. Las fumigaciones los han perjudicado en este sentido también, ya que le han matado colmenas.
En cuanto al modo de llevar adelante su economía relató que “hay una feria verde en Marcos Paz una vez por mes, que son todos productores de la zona, que hacemos muchos intercambios. Vos tenes frutas, yo te doy hortalizas. Manejamos mucho el trueque, en principio como autoconsumo, y después el excedente lo comercializamos y mucho trueque. Tratamos de no manejar tanto la plata”.
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Fuente: Enredando las Mañanas