«Cuando algo te parte la cabeza, te está diciendo algo que tenés que escuchar»

«Cuando algo te parte la cabeza, te está diciendo algo que tenés que escuchar»
21 marzo, 2017 por Julieta Pollo

Todos los 21 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Poesía y aprovechamos la ocasión para conversar con Florencia López, una de las voces más prometedoras de la nueva literatura cordobesa que hace algunas semanas presentó Contorsión, su cuarto libro de poemas.

Por Julieta Pollo para La Tinta
Fotos: Fer Bordón

Florencia es docente, investigadora, comunicadora y antropóloga social, aunque sostiene que es la escritura la que permanece y va sintetizando los demás recorridos, la poesía es el calor al que siempre retorna y donde confluyen sus demás actividades. Acaba de publicar Contosión (2017) al que le preceden Andrea (2009), Poemas para ser leídos sin camiseta (2010) y, a través de su proyecto editorial Diezmil Cosas, La Perspectiva de los peces (2015).

Mientras se consumía la calurosa tarde entre abanicos y mates, conversamos acerca de la creatividad en las instituciones educativas, la legitimación de ciertos discursos culturales, las bondades del oficio editorial y, sobre todo, de poesía. Mucha poesía.

Crear

Después de varios años sin publicar, Flor presentó en 2015 La perspectiva de los peces un conjunto de poesías de delicada belleza: bajo la inmensa quietud de un espejo de agua, en que lentamente se deslizan las canoas, se arremolinan ideas y deseos de una intensidad vedada a la superficie.

Poco más de un año después apareció Contorsión, un libro contundente cuyo nombre no es capricho. En él la perspectiva es crucial y cuando ella cambia lo hace el universo entero. Sus 16 poemas se dirimen entre la tensión de quien absorto penetra la realidad y la templanza del que tiene por costumbre desmalezar la cotidianeidad. En los pliegues de los versos podemos encontrar las coordenadas que definen los modos de mirar, punto central de la obra.

Le pregunto a Flor cómo es Contorsión: “el prólogo está buenísimo” bromea y me cuenta que le cuesta un poco hablar de sí o de sus libros como autora.

-Me gusta ver cómo el escrito me atraviesa. Uno escribe y ya está, porque no hay mucho más. Me gusta hablar del libro como una cosa que existe ahí, hablo de él no como si lo hubiese escrito yo sino como una obra que puede ser de cualquiera. Uno crea algo también por un mandato superior.  Creo que cuando algo te parte la cabeza es porque te está diciendo algo que tenes que escuchar.  Es una ola donde una navega o no, te conectás o no. Tenes que leer lo que pensás que te está diciendo algo a vos. Te pasa en todos los niveles, es una especie de entendimiento que es totalmente impredecible.

-Leí en una entrevista que decías «No hagas nada que no te sirva para escribir», citando a Durant. ¿Hay algo sobre lo cual no puedas escribir?

-¿Algo sobre lo que no pueda escribir? Todo lo que me importa. O sea, pienso que ya no hago una escritura catártica. Y yo misma cuando leo un libro no pienso qué sintió el escritor al escribirlo, me chupa un huevo eso… desprendo completamente el yo autor del yo lírico. No es una cuestión autobiográfica aunque por supuesto cada escritor tiene una perspectiva de la cual nunca va a poder escapar, porque la experiencia va acumulándose en la obra también.

Sí me pasa que hay una especie de zona donde aparecen cosas, donde se producen las imágenes, que hoy tiene que ver con la infancia, la casa, el padre… en La perspectiva de los peces está mucho eso. Hay una escritora, Flannery O’Connor, que dice que todo aquel que haya tenido una infancia terrible tiene material de escritura para toda su vida, porque siempre hay algo que decir sobre eso. Pero bueno, creo que es eso: una zona donde se producen las imágenes que es lo que yo busco trabajar. Lo que diferencia una anécdota cotidiana que no tiene ningún sentido poético de esa misma anécdota como el corazón de un poema, tiene que ver justamente con la creación de una imagen nueva. Entonces creo que la respuesta a si hay algo sobre lo que no puedo escribir es que hay algo sobre lo que no puedo dejar de escribir, ahora al menos.

En la marcha del 8 de marzo fueron repartidos 700 ejemplares de Fanzinate, una pequeña molotov poética que reunió las letras de Susy Shock, Cecilia Ara O, Laura Garcia del Castaño, Gabriela Robledo, Carla Isabel, Karito Ballesteros, Jerónimo Bernabé, Flo Straso y Catalina Correa. Este proyecto fue impulsado por Flor López y Dani Brollo a partir de la idea de una colega rosarina y surgió con el propósito de resignificar a través de la poesía lo que piensan las mujeres y quienes se piensan o son pensadas y accionadas debajo de esa categoría.

-¿Hay una toma de posición política explícita en tu poética?

-Yo puedo querer decir ideológicamente algo en un poema, pero mi preocupación va más por el lado de la estética. Por descontado que la estética es política y que está inscrita en un contexto, pero yo no me siento a pensar ‘bueno, quiero decir esta cosa a través de un poema’. Hay muchos poetas que escriben lo que yo llamo poema manifiesto, pero yo no llegué a ese lugar todavía.

De hecho hay muchas poetas feministas en cuya poesía podés reconocer ciertos rasgos, una vuelta de género pero no es estrictamente poesía feminista o sobre la sexualidad.  No es fácil escribir a partir de consignas o poner una carga ideológica y que eso no se coma el poema. 

Recitar

-Hay una relación muy fuerte entre la poesía contemporánea y la oralidad, ¿cómo te llevás con las lecturas en vivo?

-Yo siempre leí en público, desde muy piba, y siempre lo disfruté mucho. Esto de leer en público que es la poesía más performática si se quiere empieza a tener énfasis en el 2010 en Buenos Aires con los Slam, también con la movida del Stand up.  Con las Slam pasó además que mucha gente que no estaba familiarizada con la poesía se acercó y empezó a pensar que podía leerla, comprarla y además escribirla. Todo eso se dio junto con el boom de las editoriales independientes, entonces también podía autoproducirla.  Todo eso transformó mucho el lenguaje de la poesía, se reconfiguró el discurso.

-¿Te parece que la oralidad le da una especie de valor agregado a lo escrito?

-Creo que la poesía es un lenguaje que tiene voz aunque no lo digas en voz alta, tiene música, ritmo, sonoridad. Entonces, si sabes leerlo en voz alta tiene ese plus, pero debe tenerlo aunque solo esté escrito. Sí me parece que a veces se confunde una buena lectura o un poema muy boom oralmente, pero que no tiene fuerza o no se sostiene en el papel porque la fuerza está en cómo lo lee esa persona.

A mí no me interesa mucho si el poema que hago deba ser leído en voz alta o escrito, a mí lo que me interesa es que lo que yo produzca lo haga genuinamente. Que sea lo mejor que puedo producir en este momento aunque de seguro a los cinco días lo voy a superar. Los libros siempre son eso, un escalón más hacia un lugar que una nunca sabe dónde es ni va a llegar nunca tampoco, pero siempre hay una suerte de síntesis o superación de un libro a otro.  

Tuve una etapa muy oral pero es una voz que se va modificando. Los poemas de Contorsión son poemas que fueron escritos hace dos años y algunos hace cinco, como por ejemplo Todos los libros de autoayuda son violentos que es el poema que abre Contorsión. En este libro hay poemas que van construyendo otra voz que es hacia donde voy deviniendo y que me parece una voz más solemne o aburrida de escuchar en público pero que me conforma mucho más en el papel.

-Como los poemas de La perspectiva de los peces…

-Claro… esos no son orales ni ahí. Además son poemas que aunque cierran individualmente tienen sentido dentro de la obra. Me interesaba mostrar un paisaje muy especial, es un libro muy íntimo. Es casi un libro que escribí para mí, habla mucho de la infancia…

Moldear

En 2014, Flor López y el poeta Anuar Cichero crearon Diezmil Cosas, una pequeña editorial independiente que en poco más de un año materializó tres libros y abrió un nuevo campo de aprendizaje vinculado al trabajo artesanal y el oficio editorial.

-¿Cómo surgió Diezmil Cosas?

-Hacía tiempo que venía dándole vueltas a la idea y dije ‘bueno, ¿por qué no hacerlo?’ En ese mismo año aparece Anuar que también estaba pensándolo y tenía algunos conocimientos técnicos, entonces me invitó y le dije que sí. Le pusimos el pecho y a fin de año publicamos. Ahora paramos un poco con la editorial porque estamos con otros proyectos y porque esta no estaría siendo una época genial económicamente para editar, pero es genial y nos abrió las puertas a ferias, festivales y a poder compartir con otros poetas.

-Tu profesión se relaciona más con el trabajo intelectual. ¿Cómo fue incursionar en el laburo manual sobre un objeto concreto?

-Fue como un cambio de vida cuando empezamos a tener un producto, es fantástico y tiene mucho de espiritual también. El proceso de encuadernación tiene varias etapas, no te podes equivocar en ninguna, entonces tenés que dedicarle mucho tiempo… hay mucho trabajo con la cosa material, casi como si estuvieras moldeando arcilla.

-Tu nuevo libro fue editado por Caballo Negro, ¿cómo fue trabajar tus escritos con un editor?

-Ya para La Perspectiva de los Peces había laburado con Anuar y con Jotaele Andrade, y sus correcciones fueron muy importantes. Jota además escribió el prólogo y fue increíble. Yo había leído su libro, Los Metales Terrestres que es de las mejores cosas que he leído… tiene un trabajo increíble con la imagen, no es visual ni es una representación sino que entra y te mueve todos los sentidos, abre miles de espacios. Entonces bueno, a partir de esa lectura me contacté con él y le pedí que prologue La Perspectiva...

Para Contorsión laburé con Alejo Carbonell y me encantó la experiencia, siempre fue muy amable con sus correcciones e hicimos pocas también porque eran poemas que habían sido muy leídos ya. Además con Caballo Negro fue la primera vez que iba a recibir un pago por un laburo artístico que por ahí uno no le da mucha bola, pero eso: que te paguen por tu trabajo, por haber creado algo que antes no existía.

 Confluir

-¿Cómo fue crecer en el interior del interior y hacerte camino hacia las letras?

-Nací en Villa Mercedes que tiene muy poca movida cultural. De chica mi relación con la literatura era muy personal, no se daba en actividades sociales como talleres o eventos. Tampoco tuve una gran biblioteca en mi casa, no tengo familia literata ni de las ciencias humanas.

-¿Recordás cuál fue el primer poema que estalló tu cabeza?

-Empecé leyendo como todo el mundo los poemas de Cortázar, que ahora ya no me gustan tanto, pero tal vez con él empecé. Sí me acuerdo que escribía todo el tiempo, de hecho a los 17 escribí mi primer libro de poemas que se llamaba Confesiones de pasiones canceladas… un libro muy rosa, pero bueno, la infancia total de la escritura.

-De todas maneras le das entidad como tu primer libro

-Es que era literalmente un libro: lo había hecho a mano, impreso, pegado. Todo completo.

-¿Qué fue lo que te impulsó hacia la Comunicación Social?

-Me gustaba mucho la sociología, la filosofía… por ese lado la encaré. En la secundaria tuve estas materias y con mucha profundidad y eso sí me voló la cabeza.  La poesía para mí siempre fue como un modo de escribir filosofía. Para mí la relación entre la filosofía y la poesía es muy cercana, entonces a partir de lecturas filosóficas yo escribía poesía. Tiene que ver con la búsqueda alrededor de una pregunta, no existencialista pero sí del orden de lo filosófico, de poder con el lenguaje decir nuevas cosas, una búsqueda a través del lenguaje. 

-¿Te parece que desde la escuela se estimula esta búsqueda personal a través del lenguaje?

-Depende mucho de cada profe… desde el programa claramente no. Además creo que la escuela pocas veces está orientada a la producción. Me refiero a la escuela y a la universidad también eh. Comunicación en ese sentido es genial porque te impulsa a hacer cosas, en cambio en Letras no estimulan mucho la producción… salen más críticos, investigadores, son más los que reproducen que los que crean. Animarse a la creación es otra historia.  En la práctica institucionalizada la parte creativa está subestimada. 

-Más allá del terreno filosófico, ¿hay otras expresiones que despierten una sensibilidad particular y nutran la antesala de tus poemas?

-Me gusta mucho el cine contemporáneo porque hay mucho laburo con la imagen y creo que son imágenes que buscan una sublimación poética, hay un trabajo y una preocupación muy específica con la forma. Donde siento más identidad del lenguaje es en el cine.

A lo mejor tengo una frase que me estuvo resonando y me parece genial pero después viene todo el proceso de creación artística que tiene que ver con el trabajo sobre la forma. No creo que uno pueda tener solo una gran idea, no alcanza. Sí hay poemas que son genialidades porque te salen y ya, por ejemplo Pa, surgió así, me desperté y lo escribí tal cual. Pero son casos excepcionales.

Hace varios años que das talleres de escritura, ¿qué te dejan estos procesos?

-Me encanta dar talleres, tengo dos alumnos de 11 años y una de 80, y en el medio todo. La mayoría de la gente que llega lo hace con una idea de la poesía como muy encapsulada, con un lenguaje acartonado y nada que ver. Susy Shock ponele, no pueden entender que eso sea poesía. Y lo que es o no es va cambiando históricamente. Yo aprendo muchísimo, porque no hay mucha teoría entonces el trabajo con el otro, por ejemplo, hizo que haya podido construir un programa a partir de la misma práctica: no desde un aprendizaje institucional a la práctica sino al revés.

Circular

-¿Por qué te parece que en Córdoba cuesta tanto sostener los ciclos u organizar lecturas de poesía con más frecuencia?

-No se qué es lo que pasa con la movida cultural de Córdoba con la literatura. Antes yo creía que había círculos muy endogámicos donde se producía la escritura… como todo discurso cultural es producido no solamente por la gente que escribe poesía o narrativa, sino también por quienes lo reproducen, quienes lo enseñan y quienes lo publican. Entonces esa red estaba y está hoy administrada por pocos.

 Pero la realidad es que hay un montón de gente que está escribiendo, que quiere escribir y que escribe muy bien pero no entra en esos discursos hegemónicos ni en esos círculos de reproducción.  Me lo han dicho muchos alumnos míos: hacen un taller y terminan escribiendo como el tallerista. Eso que parece inocente -y que no significa necesariamente que el tallerista lo quiera así sino que tiene que ver con una pedagogía, con las lecturas, con una didáctica específica- termina en realidad construyendo los discursos que se leen.

* Por Julieta Pollo para La Tinta. Fotos: Fer Bordón

 


Acá no paran de fundar monumentos 

Acá no paran de fundar monumentos.
Ayer me enteré por ejemplo
de que tendríamos un nuevo escalafón en la entrada del Pabellón
y todo eso era símbolo de algo.

Acá no paran de fundar monumentos
y la fábrica de cemento, me contó mi amigo Juan
ya no tiene recursos,
y en el puerto a los barcos no los dejan entrar
y no hay tren que venga para acá.

Mi amigo estaba triste también
porque en el mismo cargamento
venía de Noruega la estampilla que terminaría su colección.
A nadie le importa la estampilla de su colección
y está bien pero nadie es ninguno.

¿Y él? sólo su cuerpo entristecido ya no derrocha la misma vitalidad
ahora se sepulta con las cantidades de cemento
de los monumentos levantados, esos
que les importan a todos.

Igual, la gente está aturdida con los sonidos de las máquinas
y por el ruido de los que retransmiten el trabajo de las máquinas por televisión
es todo un gran alboroto porque acá sí que no paran.

Acá no paran de fundar monumentos
mientras tanto Juan sigue triste porque su novia lo dejó.
Su novia salió un día a comprar empanadas y nunca volvió.

El piensa que eso también
debe ser un símbolo de algo.
Juan también piensa que su novia es linda y buena
entonces, seguro, no debe ser para él.
Desde ese momento y hasta acá Juan todos los días hace la misma actividad:
se para en su ventana, mira el monumento que acaban de levantar
pero no le pasa nada. Eso no calma su dolor,
entonces vuelve al comedor,
quema un pedacito del álbum de estampillas que nunca más podrá llenar
y llama a su novia para desearle el bien.
Pero su novia no aparece,
ahora su celular es uno de esos robots que contestan
que ahí la persona no está disponible.

Flor López (Contorsión, 2017)

 

Palabras claves: Caballo Negro Editora, Contorsión, Diezmil Cosas Editora, Florencia López, poesía

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