«Mientras se vuela el presente», una crónica breve de un recital enorme
El viernes 17 la banda cordobesa Eruca Sativa presentó su quinto y último disco “Barro y fauna” en un recital que conjugó rock y amor.
Entramos dos minutos después de las 22 y suenan rompiendo los techos de la Plaza de la música. Para una cronista novata, que escucha música acolchonada, Eruca Sativa parece una puerta de entrada al amor por el rock.
Un rock que se siente más familiar cuando Lula Bertoldi dice “Córdoba tiene todo que ver con nosotros”, anunciando porqué es tan importante este recital, con nuevo disco y cumpliendo diez años del comienzo de la banda que brilla en Argentina y afuera.
La puerta de entrada a este nuevo amor, me conduce directamente a un rock guerrero que pisa fuerte, y esto es casi literal si nos ponemos a mirar el lenguaje corporal de las dos protagonistas mujeres de la banda, una a cada lado del tercer integrante, sentado en su batería y metiéndole fuerza a cada golpe.
El recital acontece vibrando en cada ser humano presente y el público, joven, conoce cada canción. Lo que sucede es que las letras de la banda conformada por Lula Bertoldi (en voz y guitarra), Brenda Martin (coros y bajo) y Gabriel Pedernera (batería) sobrevuelan sentidos comunes con una poesía que, para entender de esta cronista, es una pata estructural de su éxito.
El romanticismo imprime sus arañazos en todas y cada una de las letras, y el amor es el eje de sentido que va exprimiendo (y golpeando con una fuerza inusitada) cada corazón en una presentación que no deja de sorprenderme. El amor, sí, pero muchas veces el “amor ausente”, como la canción que fue corte de difusión y que se entona con la fuerza de un himno cuando empieza a sonar. Los espectadores se emocionan y yo también, con esta vidala que fue mutando hasta convertirse en un momento casi ritual de los seguidores y las seguidoras de la banda de rock local, que se abrazan, se suben a los hombros, se besan, y la gritan con una estridencia que más que romper tímpanos, invita a querer saber con precisión la letra, y compartir esa emoción.
Suben a escena músicos amigos que terminan de darle identidad al espectáculo: Pepe Sorin, Tomas Arinzi y su grupo vocal, Mariana Pellegrino, el Bicho Díaz.
Exprimen entre todos sus virtudes, se miran y disfrutan, y son eso que es más que la suma de las partes, abrazados por un diseño de luces que no tiene desperdicios y que aporta a la solidez fiable que ofrecen en “Barro y Fauna” y que, supongo, va a ser uno de los discos que más voy a escuchar en el próximo tiempo.
*Por Sole Sgarella para La Tinta.
**Fotos: Luciana Dattoma