El pulso de la calle
Oscar Fernando Gómez es un fotógrafo mexicano que nació en la ciudad de Monterrey y que desde su taxi se dedicó a plasmar las escenas con las personas, paisajes y situaciones que se le cruzaban en su día laboral. El trabajo de taxista llegó por necesidad económica y el de fotógrafo por un impulso de narrar el contexto en el que vive. Cada una de sus declaraciones en las notas periodísticas están cargadas de un entusiasmo que también puede percibirse en su obra.
Cuando tenía 18 años, Gómez se fue de la casa de sus padres y a los 20 emprendió un viaje que lo llevaría a la ciudad de Mazatlán, pero solo llegó hasta Guadalajara, en ese derrotero terminó viviendo en la calle. “Vivía en la calle, comía palomitas (pochoclo) y restos de refrescos que dejaban las personas abandonas a fuera de los cines. Pensé que mi vida se acababa ahí, pero recordé que a 2 horas de ahí vivía una tía en la ciudad de León, Guanajuato”.
Vivió en esa ciudad hasta que cumplió 28 años y decidió volver a su lugar de origen, pero antes compró una cámara Kodak para llevarse recuerdos de los paisajes de aquel lugar. De vuelta en Monterrey, ya con una cámara de 35mm, siguió con la fotografía como pasatiempo hasta que comenzó a trabajar como fotógrafo de eventos sociales. El flujo de trabajo comenzó a crecer por lo que debía moverse mucho y gastaba demasiado dinero en taxis, entonces se dio cuenta que con ese mismo dinero le convenía alquilar uno y manejarlo él.
Sobre su formación como fotógrafo de sociales Fernando dice que “No estudié fotografía pero leí un curso de dos hojas que había comprado en una revistería en la calle, en éste tomo traía unos dos puntos de cómo tomar fotografías y para mi eso fue suficiente”.
La mirada del taxista
Las imágenes de Gómez tienen la variedad de colores, situaciones y acciones que se pueden encontrar en las calles de una ciudad. En ellas puede percibirse ese pulso espontáneo, fugaz y rápido que brindan los espacio públicos. Es la mirada de alguien que se mueve atento y que sabe encontrar situaciones violentas, pintorescas, poéticas y tiernas.
Con respecto a esto el fotógrafo afirma que “Principalmente he fotografiado las zonas marginales del estado de Nuevo León, donde viví de pequeño, como un autorretrato de mi propio contexto”.
Hay en Fernando una gran capacidad y ganas de narrar lo que sucede en su día a día, desde una posición de empatía con lo que se está fotografiando. Esto le ha valido el cierto reconocimiento y ha llegado a exponer en su propio país, en España y en Londres.
Tal vez esa empatía es la de alguien que conoce muy bien el pulso de la calle. Esa incertidumbre económica, que él siempre denuncia, lo llevan a posar la mirada de manera particular y sincera. “Hoy veo mi camino recorrido y me siento orgulloso, fue muy complicado y sigue siendo muy complicado pero ahora disfruto de recordar todo lo que he pasado en esta aventura de mostrar mi visión por medio de la fotografía”.
Entre sus series se encuentra “La mirada del taxista”, en la que se observa la crudeza de las calles (y por momento hace recordar a las imágenes de Roger Ballen), “Windows 2009” en la que utiliza como marco la ventanilla del acompañante de su taxi para retratar diferentes situaciones o personajes o “Trabajos urbanos en Nuevo León” en los que se detiene en aquellos trabajadores que están en las calles.
En su página web sobre el final de su presentación, Gómez reflexiona y dice que “cuando empecé en esto pensé: ‘voy comenzar a mostrar mis fotos, sabiendo de mis limitantes pero lo intentare’ (…). Deseo ser de los mejores fotógrafos de México no se si un día lo lograré, el tiempo y la historia lo dirá. Por ahora sigo trabajando en transmitir mis ideas por medio de la fotografía. Si alguien me preguntara que tipo de fotografía hago, yo le diría foto sentimental”