Narcofascismo

Narcofascismo
13 diciembre, 2016 por Redacción La tinta

El mundo real, el que no se paga de palabras, sigue andando. Con una marcha cada vez más vacilante, más temerosa, menos desafiante, sin los aires de bacana ni de niño bien pretencioso y engrupido. Seguimos andando, aunque nos hayamos olvidado de dónde venimos y no entendemos bien a dónde vamos. Como canta Silvio: “Que terriblemente absurdo es estar vivo”. Y mucho más terrible es sentirse vivo cuando en realidad estamos muertos.

En uno de los aniversarios de la segunda desaparición de Julio Jorge escribí un texto que publicó Pagina 12 el 4 de diciembre de 2006: “Sus ojos se cerraron”. Lo que me importaba señalar es que “el mundo sigue andando”. Y así sigue siendo.

Han asesinado nuestros más profundos deseos desde antes de nacer. Hay una predestinación cultural sobre el “deber ser” y la maldición del padre de la patria de la consecuencia funesta: “no serás nada”. Y en eso estamos. No seremos nada. Porque en nuestra existencia no tendremos nada propio como fundamento de nuestras conductas. Desde las más regresivas, como soñar dormidos, hasta las más revolucionarias, como soñar despiertos.

Ya es tarde: el fascismo ya vive en ti. Y en mí. Y en nosotros. No con la matriz de un Mussolini, o del joven Hitler. Hoy las masas que legitimaban con sus cuerpos todas las ilegalidades, se han replegado al lugar privilegiado de las mayorías silenciosas y represoras. El silencio no es salud. Pero la enfermedad no les preocupa a las mayorías silenciosas. Un médico me enseñó que “la salud es un estado transitorio que no presagia nada bueno”.

Han asesinado nuestros más profundos deseos desde antes de nacer. Hay una predestinación cultural sobre el “deber ser” y la maldición del padre de la patria de la consecuencia funesta: “no serás nada”. Y en eso estamos. No seremos nada.

Por eso cortamos por lo sano en vez de cortar por lo enfermo. Acuñé el concepto de fascismo de consorcio en un trabajo publicado el 21 de enero de 2015. El fascismo desbordó al consorcio y ahora ocupa, cómodamente ocupa, los tres poderes del Estado y muchos otros poderes que suelen y consiguen ser otro Estado dentro del Estado. Algunos llaman a esto “corporaciones”. Y la máquina corporativa tiene una escala de prioridades donde el primer producto que fabrica es la subjetividad domesticada del consumidor. El PRI mexicano fue una corporación de larga duración y penosa sucesión. Muchos partidos políticos sueñan con ser corporaciones, aunque la mayoría son “cacatúas que en la esquina rea sueñan con la pinta de Carlos Gardel”.

El verso del tango “Corrientes y Esmeralda” es un diagnóstico político interesante. Todos y todas quieren ser más papistas que el Papa, aunque no de este Papa que fue el único que logró ser más francisco que Francisco. Lejanos los tiempos en que cuando era menos Francisco, mandó cerrar una exposición del talentoso León Ferrari.

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Dime con que pinta sueñas y te diré quién eres. Políticos y políticas sueñan con la pinta del General, de Eva Perón, de Alfonsín, de Fidel, del Che, de Salvador Allende, del subcomandante Marcos y del comandante Chávez. Pero ni a la pinta llegan. El recurso que queda, caro, pero el mejor -además lo pagamos nosotros-, es la publicidad. La pauta publicitaria. El narcótico más poderoso, más invisible, más deseado, más destructivo.

Un yogur tiene la pinta de un energizante, un limpiador de piso tiene la pinta de un restaurador de pisos, un perfume tiene la pinta de un afrodisíaco. La pinta no es lo de menos, y no todos los gordos son buenos. Toda la publicidad toda tiene un fundante fascista: exige conductas, miente y miente porque sabe que mucho quedará, culpabiliza al que osa rebelarse contra el mandato consumidor, genera conductas suicidas. Los gladiadores del Imperio ahora van al circo romano de los shopping, y al igual que los esclavos de Roma, que le decían al César “los que van a morir te saludan, repiten sin saberlo: “los que se van a endeudar te saludan”.

Actores y actrices de fama participan de la colosal estafa. Lo narco no son las drogas. Lo narco es el pacto letal entre consumismo y democracia. Consumismo es consumir consumo, aunque los objetos, incluso de primera y básica necesidad, ya no volverán. Lo importante no existe.

Lo narco no son las drogas. Lo narco es el pacto letal entre consumismo y democracia.Consumismo es consumir consumo, aunque los objetos, incluso de primera y básica necesidad, ya no volverán. Lo importante no existe.

Una médica compañera y amiga, muy compañera y muy amiga, la Dra. Susana Etchegoyen, participó del “IRCT: international Rehabilitation council for torture victims”. El consejo internacional para la rehabilitación de las víctimas de la tortura. Una de las más crueles paradojas de la cultura represora, es que mientras se hace buches y gárgaras con los derechos humanos, ha institucionalizado la tortura en todos los países donde la democracia reina. Pero no gobierna. Apenas gestiona. Las democracias occidentales, tan representativas, tan republicanas, tan constitucionales, son criadoras de las más sangrientas aves carroñeras.

Legiones de torturadores que destrozan cuerpos y mentes de militantes políticos, sociales, trabajadores, estudiantes, inmigrantes, refugiados. Todos con la marca en la frente de ser “narco terroristas”. Las mismas democracias que organizan el narco tráfico, la narco producción, la narco distribución, acusan a los rebeldes que aún quedan, de ser emisarios del absoluto mal de las drogas. Hacen buches con el “consumo problemático” pero nada dicen de la “oferta problemática”. Las grandes industrias tienen una lógica de funcionamiento fascista. Jerárquica, militar, de extremo disciplinamiento, donde someterse es ser libre, donde repetir es pensar, donde la rivalidad más despiadada apenas es competencia y juego limpio.

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El narco fascismo es gastar millones de dólares en promocionar un veneno luqueado como gaseosa y ordenar que sólo así todo va mejor. Cuando respiramos aire poluido por más de 50 años, consideramos al oxígeno como nuestro enemigo. Entonces luchar contra el narco fascismo deviene terrorismo. Y retrocedemos por temor en el mejor de los casos, por convicción en el peor.

No nos lavaron la cabeza. La ensuciaron y solo los y las que siempre luchan, podrán intentar limpiarla. Por eso, con las madres que siempre luchan, con la línea fundadora de la dignidad y la esperanza, marchamos para seguir combatiendo a todas las formas en las que el narco fascismo se impregna en nosotros. No vale la pena, pero si vale la alegría de compartir, una y otra vez, como le escuché a Gregorio Baremblitt, nuestra lucha sin final.

*Por Alfredo Grande para Agencia Pelota de Trapo.

Palabras claves: consumo

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