Memorias del Encuentro

Memorias del Encuentro
6 octubre, 2016 por Redacción La tinta

¡A pesar de todo les hicimos el encuentro!

-Descubrí el feminismo unos años antes, pero ir a los Encuentros Nacionales de Mujeres me sirvieron para hacer carne colectiva la opresión hacia todas las identidades que se salen de lo masculino dominante. En un ENM no vas a aprender sobre feminismos, pero vas a sentir tantas cosas que vuelve un poco hecho cuerpo.

“¡Alerta, alerta, alerta que camina, mujeres en la lucha por América Latina!”

-La primera vez que fui a un encuentro fue en Córdoba en el año 2007. Yo vivía en esta ciudad así que fue muy sencillo. Recuerdo una enorme carpa blanca cerca de la plaza España, donde te acreditabas y te daban la vianda del almuerzo y una grilla con todos los talleres. Como hacía un año que participaba en una incipiente organización barrial, elegí el taller donde se discutiría justamente el rol de las mujeres en estos espacios. Fue en el Carbó, que rebalsaba de mujeres. Seguramente allí se realizaba el taller de aborto, porque en las escaleras hubo una que otra riña. Comprendí después, en los encuentros que siguieron, sobre las luchas cuerpo a cuerpo que se batallan al interior de estos espacios. La marcha fue larga y hermosa, indecorosa, rebelde, subversiva. En la Catedral nos esperaban un grupo de católicos sumidos en oración defendiendo unas cuantas paredes, símbolo del sistema opresor.

“Vamos todas compañeras, vamos a ser un solo grito, a luchar por las que mueren por aborto clandestino”

-En el último año del secundario me hice un test de embarazo que dio positivo. Era otoño de 2003 y me quería morir. Con mis ahorros del viaje a Bariloche pagué la interrupción del embarazo. Rumié la situación año y medio, entre la culpa, el miedo y la tristeza. Un día llegó a mis manos un periódico “En la Calle” que hablaba justamente de aborto. Politicé mi existencia y mi situación, digamos que se limpió mi conciencia. La Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito tiene su propia columna en la marcha. Todas de verde levantamos la misma bandera. Cada vez que ato el pañuelo en mi cuello pienso en mi experiencia y en cómo colectivizarla me libró de las cargas morales. Y deseo, bien profundo, que alguna mujer se libere en esa marcha. Que con eso ya valió la pena. Nuestra lucha por el aborto no termina ahí, en un proyecto de ley, pero si es un elemento importante para que no nos criminalicen como a Dayana o a Belén, que no terminemos muertas si no tenemos la plata suficiente o las redes seguras. Eso también es el ENM.

“…para el ocho de marzo no quiero flores no quiero bombones, es un día de lucha mujer que lucha no vuelve a la cucha!”

-Estábamos por salir a marchar y una compañera se da vuelta, nos mira a los ojos y nos dice algo así como: “ahora compañeras, en esta marcha, gritemos por todo lo que hemos vivido, por todas las veces que sentimos que algo nos pasaba por el hecho de ser mujeres. Marchemos con la bronca de lo que nos pasó, y con la alegría de organizarnos contra eso. Que a nadie más le pase!”. Algunas gritaron un alerta, otras se emocionaron, yo soy llorona, así que a mí también se me saltaron lágrimas.

“Para que el mundo se entere, que somos brujas piqueteras, que ponemos mucho ovario y enfrentamos la opresión…”

jovenesen-el-encuentro-Nos juntábamos en la plaza Lavalle para esperar el colectivo. Fuimos llegando de a poco, llenas de ansiedad y de emoción. Esto de recorrer el país junto a compañeras es muy divertido, además hay algo muy especial que se genera entre las mujeres cuando estás ahí, cuando compartís la lucha específica que es muy enriquecedor, y que pasa más por lo emocional. Te mirás a los ojos con las otras y lo entendés todo, porque vos pasaste lo mismo, porque a vos te violaron, te rebajaron, te abusaron, vos también te sentiste inferior, silenciada, abortaste… Entonces mirarte en los ojos de la otra que es un poquito vos, es liberador. Porque alguna lo podrá hacer sola, pero la apuesta es liberarnos en comunidad, que ninguna se quede en el camino. Y estábamos ahí en la plaza y vemos venir un grupo de compañeros varones con una bandera que decía: “Cuando una mujer avanza ningún hombre retrocede crece la organización”. Nos fuimos con una fuerza y una rebeldía tremendas.

“Se pensaban que éramos sumisas trabajando, pariendo y yendo a misa…”

-El sábado antes de ir a los talleres nos pusimos de acuerdo para ver cómo teníamos que manejarnos y agruparnos. Como ya lo veníamos trabajando en los pre-encuentros más o menos cada una sabe a cuál quiere ir. En Mar del Plata había tantas pero tantas mujeres que los talleres tenían varias comisiones todas igual de llenas. Parece que a todas mis compañeras les había quedado la necesidad de charlar más, así que se juntaron en la plaza principal, y se autogestionaron un taller. Yo no estaba, entretenida con alguna de las muchas cosas. Cuando llegué las vi a todas mirándose de una forma profunda, compartiendo desde bien adentro. Muchas lloraban. Me uní en el abrazo colectivo.

Palabras claves: Encuentro Nacional de Mujeres

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