Denuncias por violencia de género: venga mañana

Denuncias por violencia de género: venga mañana
26 octubre, 2016 por Redacción La tinta

Escribo desde el dolor, la impunidad y el enojo. Escribo ahora antes de ponerle paños tibios y frases solemnes.
Hoy podrían haber muerto dos personas en Hernando, un niño primero, una mujer después. No murieron. Creo que hoy, no murieron.

¿Y mañana?

Hoy al finalizar la tarde comencé a escuchar gritos en mi barrio, no estaba segura si eran risas, si eran gritos, si eran mujeres o niños. Tardé horas en entender que era una mujer, que era cerca y que cada vez se ponía más violenta. Tardé mucho en racionar hasta que reaccioné.

Me acerqué solo unos metros intentando identificar el sonido y enseguida los gritos de esta mujer totalmente fuera de sí se hicieron más fuertes y se le sumó el llanto desconsolado de un niño. Golpes, portazos y sonidos de objetos arrojados, se sumaban. Toqué timbre insistentemente y nunca me contestaron. La mujer en cuestión comenzó a cerrar persianas y ventanas de manera grotesca, y seguía gritandole al niño. Me asusté, me enojé, me sentí impotente e intenté llamar a la policía con urgencia. Descubrí que no tenía el número, que nunca antes lo había agendado y me sentí una tonta. Decidí ir personalmente a la comisaría, nerviosa y asustada fui.

En la policía me atendieron con calma pero sus respuestas eran extrañas y poco comprometidas con un caso de violencia como este. Luego de una charla bastante larga pedí que fueran con el móvil, tomaron mis datos y fueron. Dijeron que la denuncia me la iban a tomar al día siguiente. Accedí, esperé. El móvil fue, no los atendieron aunque la familia se encontraba en el domicilio, no insistieron demasiado y volvieron a mi casa a decirme que “si quería” podía hacer la denuncia al día siguiente.

Me quedé en mi casa, intranquila, impotente, resonaba en mi la pregunta… ¿por qué mañana? ¿por qué tengo que volver mañana? ¿por qué no me tomaron la denuncia cuando fui? ¿por qué no cuando fueron al domicilio? ¿por qué mañana? Una noche puede ser muy larga, muy larga de verdad.

Recordé un numero de una abogada, la llamé, le pregunté y pedí incontables disculpas por molestarla en un domingo a la noche, ella me dijo: “Tienen que tomarte la denuncia, no hay razón por la que tengas que ir mañana y si no te toman la denuncia tenés que denunciar al oficial y al comisario también, pedí nombres”. Subió mi nivel de enojo, fui de nuevo a la comisaria, esta vez exigí la toma de la denuncia, mencioné que si no me la tomaban tenía el derecho de denunciarlos y les pedí los nombres que me negaron.

Luego de hacerme esperar, de tratarme insolentemente y de hacer no sé qué llamadas, cambiaron de opinión y tomaron la denuncia, cambiaron sus tonos de voz, el trato y cada detalle. Me preguntaron profesión y dije: “prensa” la voz volvió a cambiar y mientras ellos escribían a la velocidad de un niño aburrido yo me comunicaba con compañeras del grupo de mujeres auto convocadas, con gente de prensa y con la abogada. Pero cuando yo sentía que comenzaba a aclararse mi asunto, atrás mío la historia comenzaba a repetirse.

Mientras estaba terminando mi denuncia, denuncia que me tomaron porque tengo un carácter fuerte, porque dije prensa, porque usé la palabra denunciar, porque soy blanca y con ojos claros y todo eso que ya sabemos, atrás mío en el mismo momento llegaba asustada y agitada una mujer a denunciar a su ex pareja por violencia ¿adivinen la respuesta? ¡Adivinen! Vuelva mañana, le decían: MA-ÑA-NA.

Mientras estaba terminando mi denuncia, denuncia que me tomaron porque tengo un carácter fuerte, porque dije prensa, porque usé la palabra denunciar, porque soy blanca y con ojos claros y todo eso que ya sabemos, atrás mío en el mismo momento llegaba asustada y agitada una mujer a denunciar a su ex pareja por violencia ¿adivinen la respuesta? ¡Adivinen! Vuelva mañana, le decían: MA-ÑA-NA.

Desesperé y ya no podía seguir con los sonidos que salían de la boca de este oficial, seguía escuchando la desesperación de esta mujer a mis espaldas y las palabras del policía que le decía ¡vuelva mañana! ¡Mañana, mañana, mañana! ¿Mañana? Sabe ese policía todo lo que puede pasar en una noche con una mujer con miedo y un hombre violento ¿sabe?

Le pedí su número de teléfono y nombre, su desesperación no cuestionó ni dos segundos mi identidad y me dio sus datos como quien pide ayuda con los ojos. Sé que solo alcancé a decirle andate ya a tu casa y apenas salga de acá te llamo, sé que también le pregunté si tenía miedo, sé que me dijo que no y que temblaba mientras me lo decía.

Fingí una llamada y me excusé para salir afuera, apenas vi salir a la mujer como pude me presenté y le pedí su número de teléfono y nombre, su desesperación no cuestionó ni dos segundos mi identidad y me dio sus datos como quien pide ayuda con los ojos. Sé que solo alcancé a decirle andate ya a tu casa y apenas salga de acá te llamo, sé que también le pregunté si tenía miedo, sé que me dijo que no y que temblaba mientras me lo decía.

Me fui, volví a la demanda, siguieron los buenos tratos y detalles innecesarios sobre la intimidad de una causa familiar a la que yo estaba aportando mi denuncia. Sí, resulta que estaba denunciando a una familia con un expediente ya bastante abultado y no era menor este nuevo dato de violencia.

Me fui, llamé a la otra mujer, a la que no le tomaron la denuncia, a la que no dijo prensa, a la que no tenía una conocida abogada para llamar, a la que los años le metieron el miedo en los huesos y ya ni lo hace consiente. No voy a dar más datos de esa mujer.  Solo diré que tiene dos hijos y un ex esposo que no para de atormentarla y según sus propias palabras jamás le tomaron una denuncia. Ni una. 

Mañana, mañana, mañana… me resuena en la cabeza mientras escribo esto. Mañana vamos a buscarle un abogado y una psicóloga a esta mujer. Mañana voy a volver a la comisaria para hablar con la sumariante. Mañana…

¿Y hoy? ¿Hoy porque no se levantó todo el barrio entero contra esos gritos atrofiantes de esta mujer? ¿Hoy porque no me tomaron la denuncia inmediatamente? ¿Hoy porque ese niño debe dormir aterrado en ese domicilio? ¿Hoy porque no le tomaron la denuncia a la segunda mujer que apareció desesperada en la comisaria? ¿Hoy porque debe pasar la noche aterrada esa mujer con sus hijos? ¿Hoy porque debo sentirme aterrada también yo?

Cuando decimos ¡vivas nos queremos! cuando decimos ¡ni una menos! ¿De quién crees que estamos hablando?
¡Estamos hablando de tu vecina!

Estamos hablando de todas las denuncias encajonadas, estamos hablando de todos los silencios del barrio.

Estamos hablando de vos. Si de vos, siendo cómplice.

 

*Por Magalí Depetris

Palabras claves: Ni una menos, violencia, Violencia de género

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