La pelota no se mancha

La pelota no se mancha
5 agosto, 2016 por Redacción La tinta

Las revueltas sociales en medio de los últimos megaeventos deportivos nos invitan a repensar el uso que le dan los gobiernos y estructuras del poder mundial. ¿Es realmente el deporte el opio de los pueblos?

La foto  dio la vuelta al mundo: de un lado de la Torre Eiffel, una pantalla gigante mostrando la final de la Eurocopa ante una multitud que no alcanzó a ubicarse en las gradas del ‘Stade de France’; detrás de la pantalla, gases lacrimógenos que reprimen una protesta de la Confederación General del Trabajo de Francia (CGT) en contra de la reforma laboral presentada por el presidente francés François Hollande.

¿Es realmente el fútbol el opio de los pueblos?

Por estas latitudes, el debate parece que quedará siempre abierto como la enorme herida causada por la intervención de la última dictadura cívico-militar en Argentina. Aquel gobierno de facto usó el Mundial de Fútbol de 1978 para limpiar su imagen afuera y distraer adentro.

Sin embargo, el interrogante sigue vivo también en otras geografías. Basta con quedarse en el presente y observar los últimos sucesos deportivos que se vieron rodeados de grandes revueltas sociales en diferentes puntos del planeta.

El evento que reavivó la polémica

La decimoquinta edición de la Eurocopa -máxima competencia a nivel selecciones de la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA)- se realizó entre los meses de junio y julio en Francia.

El certamen continental quedó enmarcado en un clima social revuelto por las protestas masivas que se venían desarrollando desde hace más de cuatro meses por las manifestaciones del polo obrero francés, en oposición a la Reforma Laboral impulsada desde la Unión Europea.

La nueva legislación, de fuerte carácter neoliberal, plantea la flexibilización de conquistas históricas. Entre ellas: terminar con la jornada laboral legal de 35 horas semanales y la admisión de despidos colectivos con indemnizaciones rebajadas.

Según el diario francés Rèvolution Permanente, Hollande soñaba con una victoria de los azules para transformar el clima político y social en el país. «El deporte permite la unión mientras la política divide», afirmó el presidente del país galo según el medio.

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Otros antecedentes a la vuelta de la esquina

Brasil no es la excepción. Hace apenas dos años, el país vecino era anfitrión del evento futbolístico más importante a nivel mundial. Mientras tanto, miles de brasileños reclamaban por mejoras en la salud y en la educación pública, rechazaban el aumento en el transporte y denunciaban los desalojos para la construcción de estadios y hoteles.

También, la marea de protestas apuntó contra los multimillonarios gastos que requería la organización de dicho evento.

Ya en 2016, apenas unos meses más tarde, Brasil vuelve a ser organizador de un evento deportivo de máxima envergadura como lo son los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, con serias dificultades para poder garantizar la seguridad de sus ciudadanos y espectadores.

El país no ha dejado de ser un hervidero donde se mezcla la inestabilidad social e institucional creciente, que derivó en un golpe de estado parlamentario contra el gobierno democrático de Dilma Rousseff  y la paranoia internacional por las amenazas del grupo terrorista ISIS.

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Parar la pelota y pensar

Estos hechos bien cercanos en el tiempo nos invitan una vez más a parar la pelota y pensar antes de “revolearla”. Vale preguntarse una vez más si los poderes concentrados aprovechan las expresiones culturales masivas como el deporte (también la música) para distraer a la pueblos con el fin de sostener y aumentar el poder de las estructuras más dominantes.

Está de más decir que ni el fútbol ni cualquier otra disciplina fueron creadas para responder a estas lógicas. Está en nosotras y nosotros resignificar el deporte. Intentando dominar un poco el balón, quizás consumiendo menos show y practicándolo más. Apagar la tele, la notebook o el celular y embarrarse uno mismo en el potrero.

Porque, como supo decir un muchacho ruludito, que en los entretiempos le robaba la pelota a los árbitros para hacer jueguitos: «La pelota no se mancha».

Palabras claves: Brasil, Eurocopa, Francia, Juegos Olímpicos de Rio 2016, Mundial de Brasil 2014, UEFA, Unión Europea

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