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Femicidios: el hartazgo del morbo mediático

1 agosto, 2016 by Redacción La tinta

Por Redacción La tinta

Que tenés que lavar los platos mientras tu hermano juega a la play, que cerrá las piernas porque sos una señorita, que la pelota es para varones, que sos puta si tenés sexo con tal y con tal, que sos frígida si no tenés sexo, que no hablés con aquel porque sos mía, que no salgas con tus amigas, que esperame que salgo con mis amigos, que tenés que cuidar a tus niños, que sos mala madre, que tenés que trabajar y tener linda la casa, que sos mi mujer y por eso tenés que tener sexo, que sos una asesina si abortás, que sos machona porque son cosas de hombres, que más calladita más bonita, que para quién te pintás, que para qué pastillas, seguro que andás con otros, que yo forro no uso, que tenés que ser madre, que tenés que cuidar a tus suegros porque sus hijos son varones.

Todos los días de nuestras vidas nos enseñan el sometimiento. Lo hacemos carne, es parte de nuestra forma de relacionarnos, todos y todas tenemos un chip del “ser buen varón/ser buena mujer”.

Existimos con distintas genitalidades y la cultura hizo que el mundo se dividiera en dos: las nenas y los nenes. El resto es enfermo, es una anomalía, es operable en el mejor de los casos. ¿Femenino o masculino? Hay un mandato para cada “tipo de sujeto”. La libertad es un imposible.

A las mujeres se nos cosifica, se nos considera objeto: de adorno, objetos sexuales, objetos de reproducción, objetos pertenecientes a otros que pueden hacer lo que deseen con nosotras. Nuestro deseo no vale, no cuenta. No nos valoran socialmente por nuestra creatividad o nuestra capacidad intelectual, se nos valora en relación a los otros, en relación a lo serviles que seamos o no en función de las necesidades del mundo masculinizado.

Imagen de Fotografía de Prensa.
Imagen de Fotografía de Prensa.

A esa diferenciación biológica dual se la acompañó, perversamente otra vez, de una desigualdad social: el varón está por sobre la mujer. En esos cimientos se edificó y se sostiene día tras día la sociedad patriarcal, donde la violencia, el silencio y la impunidad son ley.

Femicidio

El femicidio es la consecuencia última de una violencia que existe sobre el cuerpo de las mujeres de manera continua y que se agudiza en manos de un agresor. Asistimos en los últimos meses al tratamiento mediático del femicidio. Lo entendemos como un logro del movimiento de mujeres amplio, que hace décadas luchan por el reconocimiento de la figura de femicidio como tal, y por la visibilización de estos casos que son terriblemente recurrentes. Sin embargo, cada noticia deja por fuera las causas que lo hacen posible como problemática social y no individual.

Cada año los femicidios registrados demuestran cifras escalofriantes. Tendemos a creer que más que un aumento de casos, existe una mayor conciencia de la violencia de género, y entonces lo que crece es el registro. Femicidios hubo siempre, las leyendas urbanas y rurales están impregnadas de mujeres asesinadas en manos de la violencia machista. Antes eran crímenes pasionales, ahora son femicidios. La diferencia en este cambio de concepto es poder comprender que esta violencia es específica, y que se da por el abuso de poder de género. La mujer tiene riesgo de morir sólo por el hecho de ser mujer, a manos de su pareja, expareja, familiar, cliente y cualquier individuo de la sociedad.

El femicidio es un asesinato motivado por el desprecio y el odio hacia las mujeres (misoginia). Sentimientos que se construyen diariamente desde las instituciones sociales y los medios de comunicación masiva que se encargan, de forma efectiva, de profundizar y reforzar los estereotipos de género, como el sentido común dominante. Allí nos hacen saber una y otra vez, que el cuerpo de la mujer le pertenece siempre a otros (la iglesia, el Estado, el varón), y que el varón, en su acto violento, es en muchos casos, un enviado de la moralidad social, que sigue el orden de las cosas.

La cobertura mediática de los asesinatos de mujeres insiste en mostrar sólo el hecho. Los medios hegemónicos se quedan a mirar y decir sobre el violento asesinato, y lo llaman femicidio como marca de la época. Recortan en el asesino, que en muchos casos tratan de enfermo, y a la mujer, dependiendo de qué clase social sea, se la culpa o revictimiza.

Nosotras

Nos preguntamos si es tarea de esta sección estar al salto de la noticia que nos duele, cada vez que una mujer es asesinada en manos del sistema patriarcal. No lo sabemos, sí nos comprometemos a hacer lo posible por mostrar las causas de la existencia de un femicidio cada 30 horas en nuestro país, flagelo que se repite en cada lugar donde el machismo se hace sistema, y permite que la rueda del capitalismo y el colonialismo siga girando.

*Por Redacción La tinta.

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Filed Under: Géneros Tagged With: Femicidio, Misoginia, Patriarcado

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