Jujuy: la provincia apagada

Jujuy: la provincia apagada
21 julio, 2016 por Redacción La tinta

El jueves pasado, mientras un millar de trabajadores del Ingenio Ledesma sostenía un piquete en la ruta nacional 34, bloqueando el acceso sur a la localidad de Libertador San Martín, la represión se desató nuevamente en las tierras del “Imperio Blaquier”.

Los trabajadores azucareros entraron en huelga en demanda por reactualización salarial y mejoras en las condiciones laborales. La medida fue lanzada por tiempo indeterminado por el Sindicato de Obreros y Empleados del Azúcar del Ingenio Ledesma (SOEAIL) y ratificada el sábado en una asamblea realizada sobre la ruta. El mismo jueves, mientras los heridos en la represión se contaban por decenas, Raúl Noro quedó detenido tras presentarse ante el juez de Control N°4 Isidoro Cruz. Noro es, además de secretario de Prensa y Difusión de la organización Tupac Amaru, compañero de vida de Milagro Sala, la dirigente social que ya lleva cinco meses en prisión, episodio que no puede ser interpretado sino como una clara embestida de la gestión amarilla del radical Gerardo Morales para situarse a la vanguardia del creciente proceso de judicialización de la protesta al que asistimos en estos cortos pero intensos meses de gobierno de Mauricio Macri.

“Ya somos 11 los presos políticos”, sostuvo la dirigente de la Tupac en una carta que se dio a conocer el lunes, en la que se dirige al gobernador jujeño.

Por otra parte, los trabajadores en conflicto recibieron numerosas muestras de solidaridad, entre las que cabe destacar la de los titulares de la CGT Azopardo, Hugo Moyano, de la CTA Autónoma, Pablo Micheli, y de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, quienes firmaron un comunicado conjunto en el que repudiaron la represión.

Constantes con variaciones

“Yo los conozco bien -dijo-: son hijos y nietos, y bisnietos de asesinos”, comenta un personaje de Respiración artificial, la emblemática primera novela de Ricardo Piglia. En la misma línea, el escritor y crítico David Viñas había hablado ya, años atrás, de las “constantes con variaciones” dentro de la literatura argentina, a través de las cuales también podían leerse las de la realidad política nacional. “’La violencia oligárquica’ (contra los indios, gauchos o cabecitas negras) como “constante” de la historia de nuestra patria es una de las lecciones que nos deja la lectura ‘viñesca’”

Vencedores… ¿Vencidos?

“Macri, basura, vos sos la dictadura”. El cántico suena bien, tiene rima y es pegadizo.

Si se trata de “agitar multitudes” en una movilización tiene su gracia, la que se pierde en el mismo momento en que pretende erigirse una consigna en categoría conceptual para analizar/pensar la política contemporánea. Es que si bien es cierto que quienes dominan en una época determinada se presentan como los herederos de todos los que ganaron alguna vez en la historia -como supo apreciar con claridad un viejo pensador alemán-, también lo es que nunca, la derecha, gobierna del mismo modo. Lo que no impide que pueda revisitarse la historia, realizarse el ejercicio analítico bajo la premisa de sacar conclusiones, o trazar las genealogías necesarias para construir el andamiaje simbólico necesario para librar una disputa en el marco de las batallas culturales. Pero no será con lugares comunes (como asociar al PRO con la gestión terrorista del Estado durante la última dictadura o diciendo que el gobierno del ingeniero Macri es como el de la “Revolución Libertadora”) que se triunfe sobre los sentidos impuestos en la sociedad, sino desde una profunda labor crítica.

Historia de la crueldad

El “imperio Blaquier” fue creciendo exponencialmente de dictadura en dictadura, aunque tal como expresó una vez (desafortunadamente) el ex presidente radical Raúl Alfonsín, también nosotros podríamos decirle al empresario azucarero: “en democracia, a vos, gordito, no te fue tan mal”.

Si en agosto de 1966, a través del decreto-ley 16.926 dispuesto por el dictador Juan Carlos Onganía, Blaquier se benefició del cierre forzado de 11 de los 27 ingenios existentes en Tucumán, en julio de 1976, durante el “Proceso de Reorganización Nacional”, tuvo su cuota de “ahorro” al sacarse de encima el activismo de la “guerrilla fabril” de los ingenios, cuando se produce el hoy ya tristemente famoso “Apagón de Ledesma”.

Recordemos que aquel 20 de julio, en un operativo conjunto de la Policía de la provincia, el Ejército y la Gendarmería Nacional, se secuestraron unas 400 personas: trabajadores del Ingenio Ledesma (aunque también de Calilegua y Libertador San Martín), y sus familias, pero también abogados del sindicato, docentes y estudiantes que compartían con ellos la lucha de entonces (una treintena de ellos aún permanecen desaparecidos). blaquierCon listas elaboradas por la empresa, los Grupos de Tareas de la Junta de Comandantes actuaron bajo la impunidad de los cortes de luz, en transportes proporcionados por el Ingenio, con combustible y choferes de la empresa incluidos.
Pero antes y después de aquellos hechos la historia de los Blaquier aparece teñida por el rojo intenso de la sangre.

Según recordó Francisco “Paco” Jara Sánchez, en una entrevista que le hicieron el año pasado, la escalada de represión había comenzado en Jujuy en 1975 (en concordancia con el “Operativo Independencia” en Tucumán y los efectos del golpe policial realizado en Córdoba en 1974 -”El Navarrazo”-, podríamos agregar). “En el ‘75 se produce una gran represión en el Talar, cuando se colocan bombas en dos máquinas pertenecientes al Ingenio, lo que le permite a la empresa justificar un brutal ataque contra los trabajadores. Ese día la Policía y la Gendarmería detienen a Farías (delegado de los zafreros del Alto) y varios compañeros más. Se los llevan a todos, sembrándole pruebas”, relata el testigo en los juicios contra Blaquier, quien asegura que unas 670 personas fueron detenidas en la región de Calilegua y Libertador entre octubre del 74 y diciembre del 78.

Corte de ruta y asamblea

En mayo de 1997 la localidad de Libertador General San Martín y el “piquete de Ledesma” fueron la punta de lanza del conflicto provincial que contó con 18 cortes de ruta que mantuvieron prácticamente sitiada la región por casi dos semanas. La explosiva situación social que se atravesaba entonces en la región no era comprensible sino teniendo en cuenta el rol que jugó el ingenio perteneciente a la familia Blaquier durante la primera mitad de la década del 90, en pleno auge de las privatizaciones, cuando casi 5.000 trabajadores fueron expulsados de sus instalaciones (alrededor del 33% de la población económicamente activa de la región). Lo mismo sucede si se tiene en cuenta la represión desatada por aquellos días contra quienes sostenían la protesta, ya que los detenidos fueron traslados desde los cortes de ruta hasta las comisarías en las mismas camionetas del Ingenio Ledesma utilizadas para llevarse a los militantes secuestrados durante la última dictadura cívico-militar. La complicidad entre esa democracia neoliberal y el terrorismo de Estado no hizo más que agitar entonces los fantasmas del pasado nacional

Una década y media después de aquella pueblada se produjo el último gran episodio sangriento vinculado al Ingenio Ledesma: el 28 de julio de 2011 cuatro personas fueron asesinadas en el marco de un desalojo de tierras de la empresa ocupadas para construir viviendas, en una represión desarrollada por la Policía de la provincia y patotas de civiles que respondían al ya mítico “Imperio Blaquier”.

Un fantasma recorre el norte

A través de un comunicado de prensa, la empresa Ledesma se refirió al paro obrero como a un conflicto con “muy baja adhesión”, en el que se produjeron incidentes “cuando un grupo de 60 personas, tras ingresar ilegalmente a la propiedad de la empresa, atacó violentamente con palos y piedras a los policías que custodiaban la portería de planta de gas”. Sin mencionar los 80 trabajadores que fueron heridos, producto de la represión policial, la empresa acusa sin embargo a “un sector del SOEAIL” de haber “recurrido a esta vía de la violencia en reiteradas ocasiones para tratar de resolver negociaciones salariales que deben solucionarse solamente a través del diálogo civilizado”. Cualquier parecido con la “teoría de los dos demonios” es pura coincidencia.

Lo que no parece ser una coincidencia es que distintas personalidades de la cultura hayan denunciado en estos días que en Jujuy se promociona desde la cúspide del Ejecutivo provincial el desarrollo de un “Estado policial” que coarta las libertades del Estado de derecho.

El creciente proceso de resistencia al neoliberalismo que desembocó en la insurrección de diciembre de 2001 tuvo sus primeros capítulos en la Patagonia, pero también en el norte del país. Así como la derecha nunca gobierna del mismo modo, los procesos populares tampoco se repiten, al menos que estén dispuestos a hacerlo como farsa. Pero las rebeliones suele inspirarse casi siempre en algunos momentos del pasado que les transitan confianza. Sobre todo en países como los nuestros, donde los muertos sin sepultura aún siguen paseándose como espectros.

Por Mariano Pacheco.

ledesma (1)

Palabras claves: Dictadura Cívico-Militar, Ledesma, memoria

Compartir: