«Los árabes no deberían soñar con la libertad»

«Los árabes no deberían soñar con la libertad»
11 abril, 2017 por Redacción La tinta

Faissal Qassem para Resumen de Medio Oriente

¿Eran las revoluciones populares mucho más sencillas en el pasado? ¿Era el pueblo capaz de tomar sus derechos por sus propias manos hace tiempo, y ahora ya no tiene ese poder, incluso después de haberlo sacrificado todo? En los últimos siete años – la edad de la Primavera Árabe – he dicho muchas veces que las revoluciones ya no son asuntos internos. Esto es así no sólo para los árabes, sino para todo el mundo, incluso para los países desarrollados, y mucho más en los débiles Estados árabes y del Tercer Mundo.

Un veterano periodista árabe dijo al principio de la Primavera Árabe que el pueblo no debería apostar por un cambio de la situación mediante revoluciones, ya que está prohibido que lo hagan. Dijo que las grandes potencias, que controlan el mundo, no permitirán que los árabes sean libres e independientes; aunque lo paguen con sangre, es imposible.

Puede que las grandes potencias incluso vuelvan a ponerlos en primer plano y hagan que anhelen la tiranía, como está sucediendo en Siria, Libia y Yemen, donde ahora el sueño de muchos es regresar a los días de obediencia, cuando los militares árabes gobernaban sus países de acuerdo a las potencias internacionales. Sin embargo, los tiranos de nuestros países son iguales a su pueblo; quizás a un nivel diferente, pero también son herramientas que realizan tareas específicas para los verdaderos dueños del mundo.

Por eso he dicho en varias ocasiones que los dictadores árabes no son los principales culpables de la opresión y persecución de su pueblo. Más bien son los peones que realizan un trabajo que otra persona les ha confiado. En otras palabras, el papel de muchas personas en nuestros llamados Estados soberanos ha sido decidido por otras personas en el extranjero, y no provienen de un pensamiento nacional e independiente, como se afirma. Para nada existe una soberanía en los regímenes y Estados funcionales de este mundo. Todos se comportan de acuerdo a los planes que han decidido para ellos aquéllos que le dan el poder a un país o a otro, con el fin de servir a otros intereses externos, y sólo entonces se fijan en los asuntos internos, si es que se fijan. Antes de juzgar a algún régimen, fijémonos en la jerarquía del poder mundial, que es una como una gran empresa, con un consejo de administración, agentes, distribuidores y delegados. No es de extrañar que el intelectual tunecino Hisham Jouait describiera a muchos gobernantes árabes como meros agentes de potencias externas, al igual que agentes de empresa o representantes comerciales.

Es un error pensar que todas las personas de los países desarrollados tienen más libertad, en términos de autodeterminación, que los árabes. Las grandes potencias les tratan mejor, pero, al final, están sujetas en última instancia a sus condiciones.

Cuando la gente de Europa del Este se rebeló contra la tiranía soviética a finales de los 80 y principios de los 90, no decidieron su propio futuro; simplemente pasaron del paraguas soviético al europeo. La UE los acogió enseguida entre sus brazos, dirigidos por Washington, por supuesto. En teoría, es algo positivo, y muchas de las personas oprimidas del Tercer Mundo aspiran a algo similar, pero también demuestra que no siempre se tiene autodeterminación. El objetivo de movilizar a un grupo de personas contra otro no es liberarlos, sin subsumirlos. Esto es lo que Occidente intentó hacer durante medio siglo con los países del bloque soviético. Cuando los países de Europa del Este se libraron de la tiranía soviética, se unieron a Occidente; no supuso necesariamente la libertad, simplemente un cambio de bloque.

Es lo mismo para el pueblo árabe y sus revoluciones. Si Europa del Este no pudo decidir su futuro y tuvo que unirse al sistema europeo occidental, con todas sus condiciones y requisitos; no es de extrañar que los gobernantes del mundo árabe impidan que su pueblo tenga autodeterminación mediante la Primavera Árabe. Por eso Rusia, EEUU y demás intervinieron inmediatamente en la región árabe para orquestrar su transición o dirigir las revoluciones en la dirección que requieren los intereses externos y no internos.

Por desgracia, ni siquiera se permitió que algunos de los países rebeldes pasaran a una nueva fase o decidieran su futuro; han vuelto a sus viejos regímenes, aunque con nuevos rostros. El pueblo de Siria no podrá decidir su futuro después de todos los sacrificios que ha hecho; será controlado por una gran potencia como Rusia, o puede que otra.

En resumen, la situación de los pueblos vulnerables de este mundo es que deben ser controlados por naciones más fuertes. La realidad es que las grandes potencias, como EEUU, Rusia, Europa y demás, controlan el mundo según sus propios intereses, y la única “autodeterminación” disponible para las naciones más débiles es unirse a un bloque u otro. La “libertad” por la que han luchado, y que a menudo se les anima a perseguir, es limitada. No deben, bajo ninguna circunstancia, soñar con ser independientes, incluso aunque hayan sacrificado a millones de mártires en sus revoluciones.

Aunque creo que los árabes no deberían soñar con la libertad, conservo la esperanza de estar equivocado.

*Por Faissal Qassem para Resumen de Medio Oriente. Traducido de Arabi21.com.

Palabras claves: Primavera Árabe, Rusia, siria

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