El desprestigio y ataque a la lucha docente como política de Estado

El desprestigio y ataque a la lucha docente como política de Estado
2 marzo, 2017 por Redacción La tinta

Por Mariano Eloy

Una política de Estado es una decisión que trasciende a los gobiernos de turno, un consenso sobre el cual un partido político u otro no tienen grandes diferencias a la hora de llegar al gobierno. La importancia de la Educación debería ser una de ellas, ya que es una inversión a largo plazo y existe un amplio consenso sobre su necesidad para construir una sociedad mejor.

Sin embargo, lejos de eso si hay una política de Estado en Argentina fácilmente observable, es la del desprestigio y ataque hacia quienes son docentes y luchan por mejorar sus condiciones de trabajo. Cada año, la estrategia utilizada por los gobiernos es poner en contra a la opinión pública apelando a mentiras y lugares comunes, para generar una guerra de pobres contra pobres. Su objetivo es mantener la precarización del salario docente en particular, y de toda la clase trabajadora en general.

Cuando el o la docente reclama que no le bajen el sueldo, no está reclamando sólo por su salario, lo hace sabiendo que la tarea docente acarrea una enorme responsabilidad. Estamos trabajando con personas y podemos ser una influencia muy positiva o muy negativa (o generar una total indiferencia). Esta responsabilidad radica en que nuestra difícil labor requiere formación continua, planificación, tiempo fuera de clase, preparación de clases y evaluación de tareas, etc., además de integridad emocional y una gran motivación para apoyar y acompañar a quienes más lo necesitan.

Lejos de querer idealizar al docente -sé que hay un gran número que no puede o no quiere asumir esta responsabilidad- intentemos pensar las causas: ¿Cómo llegaron a esa situación? o ¿Por qué pierden la vocación?. Uno de los principales motivos está en la alienación en la que fácilmente podemos caer. Para ganar un salario más o menos digno que pueda mantener una familia, un docente con menos de 10 años de antigüedad debe cubrir dos turnos en el caso de la educación inicial, o tener más o menos 10 materias en el caso de la secundaria.

¿Dónde queda el tiempo y las ganas para formarse, juntarse con colegas, planificar actividades, etc., si todo el día está cubierto, o tenemos que viajar de una punta de la ciudad a la otra? ¿Cómo podemos pensar en cada persona con sus particularidades, si cada curso tiene 30 o 40 integrantes, y tenemos 2 turnos o 10 cursos?

La alienación que sufrimos todos los trabajadores y trabajadoras tiene un doble efecto en quienes somos docentes, ya que al estar alienados frente a una clase estamos enseñando a naturalizar dicha alienación, estamos transmitiendo nuestra frustración. No podemos permitirnos eso, no debemos hacerlo. ¿O será justamente que así nos quieren, y lo que no quieren es que enseñemos a luchar contra la injusticia?

Es evidente que quienes somos docentes estamos lejos de la perfección, lo sabemos y tenemos mucho que cambiar, pero en lugar de querer cortar el hilo por lo más delgado debemos comprender que la tarea docente requiere percibir un buen salario, y de condiciones de trabajo que permitan que nos sigamos formando.

Es tarea de toda la sociedad pelear por ello, ya que en conjunto nos beneficiaremos si la docencia puede mejorar sus condiciones de trabajo. ¿Estamos de acuerdo en que la tarea docente debe estar bien paga? Si estamos de acuerdo en esto y lo materializamos, podemos -y debemos- discutir muchas cosas sobre la docencia, pero culpar a quienes son docentes ignorando las malas condiciones de trabajo muestra otro de los grandes problemas que una buena educación puede ayudar a resolver: la falta de solidaridad entre la clase trabajadora.

Muchos gobiernos, la misma precarización

Desde Alfonsín hasta hoy (ni hablemos de la dictadura), cada año enfrentamos las mismas mentiras y la misma precarización. Gracias a la lucha y movilización de todos estos años se logró avanzar en cierto reconocimiento, pero hace varios años (y no solo con el gobierno de Macri) se viene peleando sólo para intentar recuperar lo que la inflación ya se comió, perdiendo el salario poder adquisitivo año a año, y no pudiendo avanzar en la discusión necesaria sobre todo el sistema educativo y su rol.

Con el gobierno alfonsinista durante la Marcha Blanca el gobierno ya repetía el famoso: “hacen un paro político” (¿?), y ya se escuchaban opiniones calcadas a las de hoy que decían entender el reclamo pero preocuparse por la pérdida de días de clase. Este lugar común al que se empuja a padres y madres, es reproducido hasta el cansancio por funcionarios y periodistas- y apunta a que en lugar de solidarizarse las familias con el reclamo docente, las personas que adhieran a la huelga sean vistas como las culpables de todo lo malo del sistema educativo.

Esto fue utilizado luego por el kirchnerismo con la sanción de la ley de 180 días para presionar e intentar evitar medidas de fuerza. Así mismo, el gobierno kirchnerista-peronista de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires, por citar un ejemplo, llevaba a los programas periodísticos recibos de sueldo elevados elegidos a dedo pertenecientes a cargos directivos para desprestigiar el reclamo de la inmensa mayoría docente que buscaba -como mínimo ya en esa época- recuperar la pérdida del ya devaluado salario por inflación. La cúspide de este ataque durante los años kirchneristas se vio expresada en palabras de la ex presidenta Cristina Fernández, cuando en una clara muestra de ignorancia, mala fe -o ambas- dijo por cadena nacional que los docentes tenían 3 meses de vacaciones y trabajaban sólo 4 horas, desconociendo la realidad y queriendo cortar una vez más el hilo por lo más delgado.

Hoy con el gobierno de Cambiemos la situación sigue por los mismos carriles. La provincia de Buenos Aires realizó una oferta de tan solo el 18% y en cuatro cuotas. Una propuesta ridícula teniendo en cuenta el 40% de inflación del año pasado, y en una clara muestra de provocación al lanzar una campaña encubierta con su ejercito de trolls de supuestos voluntarios y voluntarias para reemplazar a quienes hagan paro.

Por esto se vuelve más necesario que nunca comprender que el ataque y desprestigio hacia quienes somos docentes no es casualidad, sino una política de Estado deliberada para ajustar los salarios y dividir a la clase trabajadora: pobres contra pobres. Con el agravante que la negociación docente sirve como referencia para todas las paritarias que vienen después.

Necesitamos organizarnos para obtener algo más que -en el mejor de los casos- una recomposición del salario: tenemos que ir por más y terminar con la falta de solidaridad que tanto le sirve a este sistema injusto. Docentes y no docentes tenemos que manifestarnos y explicar esta situación en todos lados para contrarrestar la desinformación mediática. Recordemos nuestra responsabilidad frente al aula ¿qué estamos enseñando si no enseñamos a tomar la historia en nuestras propias manos?

La tarea como siempre, es nuestra.

*Por Mariano Eloy

Palabras claves: Docentes, Paro docente

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