Los dolores que nos quedan

Los dolores que nos quedan
16 enero, 2017 por Redacción La tinta

Crónica de la contrarreforma del ´16 en la UNC.

Ladran. Los perros policía fruncen los labios hacia arriba, muestran los colmillos y cierran la boca apretándolos con fuerza, una y otra vez. Tres metros de césped mas allá, las piernas transpiradas de Ramiro, de Karina, de Nelda, unas al lado de las otras, forman un cordón de unas cincuenta personas anudadas desde las manos y los codos.

Entre todxs logran cubrir los cien metros que se abren entre alambrado y alambrado en una de las entradas al complejo Ferial, uno de los tantos espacios que ese 15 de diciembre darían acceso a un cambio histórico: la aprobación de la contrarreforma de la Universidad Nacional de Córdoba. La mayoría son estudiantes que aprenden en alguna de sus facultades, otrxs son egresadxs que pasaron alguna vez por sus aulas, y el cordón que bloquea el ingreso se va estirando con la llegada de no docentes que llevan décadas haciendo funcionar la institución, y de profesorxs e investigadorxs que enseñan desde hace años en esa universidad. Pero en la mañana calurosa de ese jueves las aulas y las teorías se han evaporado por completo con el sol que pega de lleno sobre los hombros y acentúa la fragilidad de los cuerpos, que permanecen inmóviles frente a los ladridos.

—¡Abran los brazos! ¡¡ABRAN LOS BRAZOS!! ¡Que no pasen! —se llega a escuchar en la fila, entre los gritos que empiezan a opacar las voces de los animales cuando un grupo de personas se acerca para forzar el cordón y permitir que asambleístas del oficialismo ingresen a sesionar en la Asamblea Universitaria.

— ¡EEEHHH! ¡¡¡EEYYYY!!! ¡PAREN!

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El griterío se multiplica de repente en el extremo derecho de la hilera humana. Unos seis hombres, varios de ellos de anteojos negros y remeras ajustadas que dejan ver sus músculos amplios y tatuados, rodean al decano de Ciencias Medicas, Marcelo Yorio y le abren paso empujando a lxs estudiantes que intentan detenerlxs. Uno de los hombres retiene a un chico en el piso, mientras otro de pelo rapado a los costados y cadena plateada al cuello rodea al decano desde atrás y lo levanta. Pegado a él, otro hombre con unas llamas tatuadas que le suben desde las muñecas lo sostiene, y dos más cubren a la autoridad universitaria por los costados hasta hacerlo avanzar entre el tumulto, para después correr a campo traviesa hacia la entrada del predio. Un perro callejero los secunda por la izquierda. Uno más de lxs 124 asambleístas necesarios para dar quórum a la Asamblea logra así avanzar hacia la silla desde donde emitirá su voto como representante de la comunidad universitaria cordobesa.

— ¡¡Son unos hijos de puta… lo que van a hacer!! -grita agarrándose la cabeza una estudiante flaca y morocha que los corre desde atrás cuando el decano y sus guardaespaldas han logrado atravesar el bloqueo, quienes permanecen mudos e inmutables durante todo el trayecto.

Lo que van a hacer, lo que les espera del otro lado, es una votación que en menos de siete minutos y con más de un millar de personas movilizadas en su contra cambiará en los Estatutos Universitarios la forma de elección de autoridades, un cambio que tiene para el ámbito de la UNC la misma importancia que una reforma de la Constitución Nacional para un país.

Mientras tanto, del otro lado del cordón, los perros saltan cada vez más lejos, hasta donde se los permite la soga que termina en las manos de los policías, que a cada minuto definen si esos colmillos van a continuar mordiendo el aire o van a clavarse en las piernas desnudas debajo de la bermuda de Agustín, del short de Julieta, o la pollera de Eva. El rector Hugo Juri junto a otrxs decanxs y consejerxs oficialistas que no han logrado pasar merodean el lugar; van y vienen entre la fila azul uniformada y el cordón colorinche de universitarixs, mientras debaten qué hacer, cómo avanzar, qué órdenes dar a las manos que sostienen las riendas.

Unos metros más allá de los ladridos, en los distintos accesos a este predio de once hectáreas ubicado al noroeste de la ciudad de Córdoba, las herraduras de los caballos de la policía montada crujen avanzando sobre el asfalto; una camioneta blanca cubierta por un ploteado que dice «Explosivos» en puertas y capot se pasea por las calles; rifles y bastones se exhiben sobre el uniforme de más de 200 efectivos, mientras detrás de ellos «Océano», el camión hidrante de la Guardia de Infantería, impone respeto con su estructura de acero lista para disparar los 5 mil litros de agua que guarda su tanque.

La magnitud del despliegue lleva a vivir la situación como una batalla sacada de algún libro de historia, una sensación que se desvanece rápidamente ante la sobredosis de peligro que se respira en el aire. El estrés que recorre los cuerpos, el ritmo de los latidos que se acelera con cada grito y la transpiración que aumenta con el sonido corto y seco de los ladridos obligan a aceptar que sí, que ésta es la realidad que vive hoy la universidad que hace casi cien años extendió por el continente un movimiento marcado por la democratización de la enseñanza y el protagonismo estudiantil en el gobierno universitario, una «revolución espiritual» entre las casas de estudio.

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Fuerzas espirituales

Las almas de los jóvenes deben ser movidas por fuerzas espirituales. Los gastados resortes de la autoridad que emana de la fuerza no se avienen con lo que reclama el sentimiento y el concepto moderno de las universidades [i].

La triple citación que el rectorado de la UNC había dado a conocer días atrás para aprobar una reforma política a la que se oponían distintos sectores ya hacía prever un escenario complicado. Después de la suspensión de la Asamblea Universitaria que iba a realizarse el 19 de noviembre en el Pabellón Argentina, a raíz de la toma que realizó el movimiento estudiantil del principal edificio de la Ciudad Universitaria, y del fracaso de las negociaciones que le siguieron, quedó claro que el proyecto iba a tener que imponerse a la fuerza. Así fue que el rector desplegó una estrategia específicamente diseñada para sortear los obstáculos y citó una Asamblea un día de semana, en el mes de diciembre y en Toledo, un campo ubicado a 15 kilómetros de la ciudad.

La decisión del movimiento estudiantil de bloquear una vez más el acceso empezó a circular entre aulas, chats y pasillos, e hizo que, días después, el oficialismo triplicara la apuesta. La convocatoria se amplió entonces con una cita que incluía una asamblea a las 7 de la mañana en ese campo, una segunda asamblea una hora y media mas tarde, en el caso de que ésta no pudiera realizarse, en el Predio Ferial ubicado en la otra punta de la ciudad, y una tercera y última chance en el Hospital Nacional de Clínicas.

Entre lxs estudiantes congregados en la Coordinadora en Defensa de la Educación Pública, creada pocas semanas atrás, empezó a desplegarse así una logística contra lo imposible. El hashtag #AcaNoSeRindeNadie comenzó a multiplicarse en las pantallas, y la canción «el necio» de Silvio Rodriguez, que alguien había entonado durante la toma del Pabellón Argentina, parecía resonar ahora implícita y silenciosa en ese mismo lugar.

15493353_1192658057465995_6717049141085620425_oA las tres de la madrugada del jueves 15 de diciembre, cuando todavía reinaba la oscuridad de la noche, el final de la avenida Haya de la Torre -calle principal de la UNC que lleva el nombre de uno de los grandes propagadores de la Reforma de 1918- empezó a poblarse de gente, mientras decenas de autos y colectivos iban estacionando a la espera de indicaciones. Entre el murmullo, estudiantes, profesorxs, trabajadorxs se iban amuchando para después distribuirse en los tres lugares que marcaba la resolución rectoral. Cuando el sol ni siquiera empezaba a asomarse, una caravana de vehículos con unas 200 personas a bordo emprendía el viaje hacia Toledo; unos minutos después, unas 400 partían hacia Ferial, mientras un tercer grupo se dirigía al Clínicas.

A pesar de las dificultades que impone a propios y ajenos de la UNC la comprensión de las leyes particulares que rigen la política universitaria, y del escaso espacio que dieron los medios masivos cordobeses a las voces críticas, los debates que durante los últimos meses recorrieron asambleas interclaustros, reuniones informales y charlas de pasillo extendieron entre la comunidad universitaria la idea de que lo que se dirimía con la reforma política era mucho más que la elección directa de rector planteada por la propaganda oficial.

Los cuestionamientos al proyecto empezaron a resonar entre distintos sectores que se opusieron a la ponderación simple de los votos defendida por el rectorado por la desigualdad que implica en la representación política de las facultades, al permitir que cuatro de las quince facultades (todas ellas alineadas con la actual gestión de rector) representen el 50% de los votos en la elección. Un cuestionamiento que el propio rector Hugo Juri avalaba unas semanas antes de asumir su gestión: “Concuerdo con el Dr. Tamarit con la doble ponderación, en algún momento yo pensé en una ponderación simple pero realmente tenemos esta universidad tan grande y con tantas particularidades en las facultades que me parece que tienen que tener una representación particular en ese caso”, decía Juri en marzo de 2016 en un debate público de candidatos a rector.

15418507_1192655574132910_5547328744210129800_oA esta crítica se sumó la imposibilidad de las nuevas facultades de Ciencias Sociales y Ciencias de la Comunicación de votar en la Asamblea Universitaria por encontrarse en un período de normalización; la ausencia de debate y participación de toda la comunidad en un cambio que marcará el futuro de la política universitaria; y la incorporación de un Consejo Social Consultivo que abriría las puertas a la participación de sectores privados y empresariales en el gobierno universitario.

Estos fueron los principales motivos que llevaron a que los Consejos Directivos de las facultad de Químicas, FAMAF, Artes y Filosofía, más de 40 intelectuales del país y del extranjero y una medida cautelar de amparistas de la Facultad de Ciencias Sociales pidieran la suspensión de la Asamblea citada para el 19 de noviembre, y a que ese mismo día cientos de estudiantes mantuvieran tomado el Pabellón Argentina. Estas fueron, también, las necedades que semanas después llevaron a casi 200 asambleístas (incluyendo titulares y suplentes) a pedir nuevamente la suspensión de la Asamblea citada esta vez para el 15 de diciembre, y que finalmente empujaron a una multitud a levantarse de noche y recorrer varios kilómetros para impedir su realización.

El silencio de la democracia

El chasquido del látigo sólo puede rubricar el silencio de los inconscientes o de los cobardes. La única actitud silenciosa, que cabe en un instituto de Ciencia es la del que escucha una verdad o la del que experimenta para crearla o comprobarla [ii].

El cielo empieza a teñirse de naranja. Son las seis de la mañana y unas 200 personas ya se encuentran frente a un grupo de policías en la entrada al Campo Escuela de Agronomía, mientras a unos 35 kilómetros de ahí autos y colectivos buscan acercarse a Ferial frente a los vallados policiales que impiden acercarse a menos de 500 metros de alguna de sus entradas. En el Clínicas, los estudiantes ya se acomodan. En los grupos de whats up los mensajes y las fotos van y vienen, saltan de un lugar a otro.

1-patota-franja-moradaPasadas las siete, horario en que se había citado a lxs 247 asambleístas a acreditarse en el campo de 500 hectáreas ubicado en la zona rural de Toledo, la única autoridad del rectorado que se deja ver entre los árboles y los pastizales que enmarcan la entrada es el Secretario General de la UNC Roberto Terzariol. A él se suman militantes de la Franja Morada y algunxs hombres corpulentos de entre 30 y 40 años con remeras blancas ajustadas a sus espaldas anchas que dicen «En defensa de la democracia. Sí a la directa», que lxs estudiantes que se movilizaron al lugar identifican como miembros de SUTCAPRA (Sindicato Único de Trabajadores de Control de Admisión y Permanencia de la República Argentina). También están allí algunxs docentes, trabajadorxs, consejerxs y decanxs de la oposición, a la espera de información oficial en medio del desconcierto generalizado.

Mientras los ojos de todxs todavía están puestos en Toledo, en Ferial un grupo de chicxs de entre 17 y 25 años empiezan a formar un cordón humano delante de una hilera de policías que cubre la entrada principal. Sobre la calle van ubicando unos carteles de cartón con bordes de colores que anuncian: «Lxs estudiantes en defensa de la Educación Pública», «Defendamos la UNC». Cuatro oficiales montados a caballo se acercan, y desde abajo lxs estudiantes les explican que no van a permitir que la asamblea se realice, que esto es una manifestación y que no van a dejar pasar a nadie. Unos minutos después, un auto de la Brigada de Explosivos también se acerca, y el diálogo se repite.

Cuando ni siquiera se había cumplido el horario de realización de la Asamblea en Agronomía, ni informado oficialmente que la sesión se trasladaba a este complejo ubicado a más de media hora en auto de aquel lugar, llega a Ferial una trafic ploteada con la inscripción «Universidad Nacional de Córdoba» que lleva a varixs asambleístas de la Facultad de Odontología. Una vez más, lxs estudiantes se acercan y desde la ventanilla repiten sus argumentos, hasta que el vehículo se aleja. Los rumores de que algunos colectivos con consejerxs del oficialismo ya ingresaron al predio empiezan a circular, mientras las fotos en los celulares comprueban que el rector y el decano de Agronomía ya están en los alrededores del predio.

«Con gran sorpresa -expresarían días después lxs decanxs opositores en un documento entregado al Consejo Interuniversitario Nacional-, quienes asistieron a este sitio (el Campo Escuela de Agronomía) pudieron constatar que ninguno de los asambleístas afines al oficialismo concurrió. Sin embargo, a la hora de la citación en el Campo escuela experimental, muchos de ellos estaban acreditándose en el segundo lugar previsto, el Complejo Ferial Córdoba, en donde finalmente se llevó a cabo la «Asamblea Universitaria».

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Un estudiante llega a la entrada principal a avisar que en otro de los accesos al complejo hace falta gente. A unos 500 metros de allí, otra hilera de universitarixs se despliega sobre una calle bordeada por un alambrado. Hay menos policías, pero en pocos minutos se va formando una cola de autos con vecinxs, varios de ellxs enfurecidos porque este acceso también es el ingreso a su barrio cerrado, que hoy está cerrado también para ellos. «¡Vayan a estudiar!», les grita un hombre que se baja de su vehículo y exige pasar. Lxs estudiantes se miran entre ellxs, algunxs van y vienen entre los nervios y los bocinazos mientras debaten qué hacer, hasta que empiezan a llegar otros gritos.

—¡Abran los brazos! ¡¡ABRAN LOS BRAZOS!! ¡Que no pasen!

Un grupo de asambleístas está cruzando del otro lado del alambrado y corriendo a campo traviesa. Lxs que están en el cordón se estiran hasta lograr que la hilera se duplique. Ahora sí llega la información oficial de que la Asamblea no se realizará en Toledo, y con ella los ladridos: cuatro o cinco policías con sus perros se ubican frente a frente con lxs estudiantes.

Varixs personas empiezan a lanzar sus cuerpos entre las manos que forman el cordón para separarlas con su propio peso y perderse caminando entre los árboles. Una chica joven con una remera blanca que dice «Sí a la democracia en la UNC» logra pasar, y ya del otro lado sonríe mientras camina libre de obstáculos. De un lado y del otro, los celulares y las cámaras buscan registrar cada momento. Una chica de vestido azul, lentes y papeles en la mano logra cruzar y espera mientras un hombre robusto, de test morocha y pelo casi al raz se tira sobre los estudiantes. Cuando logra quedar de este lado, se acerca a la chica de vestido azul.

— El dotor, el dotor Sánchez y el dotor… —le dice ella señalando una zona del cordón, a donde el hombre se vuelve inmediatamente.

— ¡Mirá las patotas que traen para romper el cordón! ¡Sindicalistas traen! Somos estudiantes solamente acá —dice un chico de pelo largo que discute con un hombre canoso, mientras detrás de ellos se alcanzan a ver varias personas corriendo por el campo.

Más adelante, un grupo se abalanza contra el cordón, y se forma un nudo de cuerpos forcejeando.

— Me estás robando la carteeeera… —le dice una señora rubia en tono infantil de acusación a un chico con el que se encuentra apretada en medio del tumulto.

— ¡Y vos me estás robando la educación! —responde el chico soltando una risa de lo absurdo.

La Autoridad

El concepto de Autoridad que corresponde y acompaña a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios, no solo puede apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la substancia misma de los estudios. La autoridad en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: Enseñando [iii].

Los perros ya están desesperados, y ladran sin parar en uno de los extremos de la hilera. Allí, un policía con una etiqueta en el pecho que dice «Ávila» sobre su uniforme y que parece coordinar el operativo se ubica entre el cordón y un grupo de asambleístas que buscan pasar. Allí se encuentra también el decano de Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales Pablo Recabarren, que se ubica detrás del policía y empieza a desplazar su cuerpo con la espalda pegada al oficial y rozando de frente a las estudiantes que logran impedirle el paso. Después, el policía se da vuelta hacia lxs estudiantes y les dice «tranquilos», mientras mantiene su mano derecha en la culata del arma que cuelga de su cintura.

El cordón humano ahora se ha nutrido de más jóvenes, y de varixs docentes y no docentes que empezaron a llegar, recién ahora, desde el campo de Toledo. Mientras tanto, en el auditorio de la Cátedra de Anatomía del Hospital de Clínicas, cerca del centro de la ciudad, cientos de estudiantes que lograron sortear el vallado policial en ese lugar miran sus teléfonos minuto a minuto para saber lo que está pasando en Ferial.

Preocupado por lo que estaba ocurriendo, el juez federal Miguel Hugo Vaca Narvaja también se ha acercado a Ferial, donde se sorprendió —como diría horas después en declaraciones radiales— al encontrarse con el gran operativo de despliegue de la Policía Provincial y la Guardia de Infantería e incluso de personas con trajes negros que custodiaban la entrada en una asamblea cuya seguridad, por tratarse de una universidad nacional, debe estar a cargo de la Policía Federal: «Un operativo que no era como para garantizar la seguridad de una Asamblea Universitaria. La verdad que me trasladé a épocas remotas donde se veía este tipo de medidas de seguridad para otras cuestiones».

Pasadas las ocho de la mañana, el rector Hugo Juri rodeado de periodistas con cámaras y micrófonos se acerca al cordón en medio del tumulto y el griterío. Mientras varixs estudiantes y docentes se le acercan y le hablan al mismo tiempo, él intenta hablar con el policía Ávila, le pone una mano en el hombro y con la otra le hace señas en dirección opuesta al bloqueo de lxs estudiantes.

—Vaya, vaya… —le dice Juri moviendo la cabeza de un lado al otro en señal de resignación. El policía baja la cabeza y se retira. La vicedecana, asambleísta y docente de la Facultad de Filosofía y Humanidades Alejandra Castro, entonces, lo interpela desde atrás, mientras una profesora de la Facultad de Artes lo filma de frente.

— Rector, dígame qué hacemos, usted es la autoridad.

— Háblelos para que nos dejen pasar porque la Asamblea es un órgano democrático.

— ¡Pero le están pegando a los estudiantes! —responde la docente señalando a lxs chicxs que están su lado, que empiezan a hablarle todxs juntxs.

— Sí, nos están pegando —dice Karina Arias, consiliaria estudiantil de la Facultad de Psicología que lleva puesta una remera verde que dice «La Bisagra»—. Y está la Infantería, con perros…

— A mí me tira los perros la policía —responde el rector. Al instante, una estudiante que está frente a él con una mochila puesta hacia adelante empieza a llorar, y la profesora que estaba filmando se acerca a abrazarla.

— ¡No están dadas las condiciones, rector! —grita alguien desde lejos.

Juri intenta seguir caminando, da dos pasos y se cruza con otra estudiante.

— Nos están violentando, nos empujaron, vienen con perros —le dice una chica de pelo atado y aros de perla mientras permanece aferrada a otros estudiantes para no romper el cordón—. Vinieron personas que nos empujaron, nos matonearon —sigue diciendo mientras la voz se le entrecorta y los ojos se le empiezan a humedecer a ella también.

— ¿¿A dónde?? —pregunta Juri mirando a los costados.

— ¡Ya pasaron! Venían antes de usted para abrirles el camino…

El rector empieza a alejarse en dirección opuesta al cordón, seguido del vicerrector Pedro Yanzi Ferreira, el decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias Marcelo Conrero y otras autoridades universitarias. De fondo, mientras cruzan la línea de perros y policías, se escucha el canto gritado de las personas que permanecen en el bloqueo: DE-BA-TE, DE-BA-TE, DE-BA-TE.

La Asamblea Universitaria 

Los sucesos acaecidos recientemente en la Universidad de Córdoba, con motivo de elección rectoral, aclara singularmente nuestra razón en la manera de apreciar el conflicto universitario. La Federación Universitaria de Córdoba cree que debe hacer conocer al país y América las circunstancia de orden moral y jurídico que invalidan el acto electoral verificado el 15 de junio [iv].

Después de casi dos horas de gritos, ladridos, enfrentamientos y corridas, una cierta calma empieza a vivirse en el cordón humano que se ha encontrado hasta ahora en el ojo de la tormenta. Cinco policías con sus armas y sus canes siguen parados al frente, y un grupo nutrido del oficialismo y de la agrupación Franja Morada se concentra unos 200 metros más allá, pero este mínimo respiro alcanza para que varixs se sequen la transpiración del sol que ya está enrojeciendo los hombros, pidan el agua que no hay para saciar la sed, y empiecen a preguntar qué está pasando dentro del predio que está a sus espaldas. ¿Cuántos asambleístas están adentro? ¿Tienen quórum?

— Se declara a esta asamblea legalmente constituida —anuncia unos minutos después a varios metros de allí, desde una mesa en el salón del Pabellón Amarillo del Complejo Ferial, Mirta Spadiliero de Lutri, la decana de la Facultad de Odontología a quien le ha tocado presidir el acto, en ausencia del rector y el vicerector de la UNC que no han logrado ingresar. Con estas palabras, la autoridad afirma que en el recinto se encuentran presentes lxs 124 de los 247 asambleístas necesarios para dar el quórum mínimo del máximo órgano de gobierno de la universidad. La decana cede entonces la palabra al consejero docente de Odontología Marcelo Mazzeo e intenta acercarle el micrófono.

img-20161215-wa0209— Así nomá, así nomá —gritan desde el público conformado por decanxs y consejerxs del oficialismo y unos pocos miembros de la oposición que han logrado llegar a tiempo para presenciar el acto.

— Venimos a consolidar el proceso de democratización de nuestra universidad —comienza diciendo Mazzeo e inmediatamente un bravo y un aplauso generalizado lo interrumpen por unos segundos—. Sí a seguir garantizando la educación publica, gratuita, de calidad, abierta y sin proscripciones, la convivencia en paz, el progreso sustentable, la responsabilidad y la ética de todos los actos que desde cualquier ámbito de la universidad podamos propiciar. A partir de estos postulados, señores asambleístas, y considerando que los mismos fueron ampliamente debatidos, estamos convencidos de que este, este es el momento justo y equilibrado para la toma de decisiones.

En ese momento, una consejera estudiantil de Derecho de la agrupación La Bisagra intenta en auto entrar al lugar mostrando su credencial de asambleísta, pero un policía le impide el paso. «Son directivas que tengo», le dice el oficial desde la ventanilla. Mientras tanto, Mazzeo presenta una moción de orden para votar en bloque y a mano alzada un proyecto de modificación de los Estatutos de la Universidad presentado hace menos de 24 horas, bajo un expediente que no se corresponde con aquel difundido por el oficialismo en las últimas semanas. Las personas de la oposición presentes en el lugar se miran desconcertadas, mientras entre los cordones que permanecen en los alrededores del predio empieza a circular la versión de que la asamblea ya está sesionando, pero siguen las preguntas y los rumores.

—Tomaremos y haremos propias como banderas de esta y futuras reformas lo ideales inclaudicables del protagonismo, la pluralidad y el sentido de pertenencia —concluye el consejero de Odontología, mientras el decano de Agronomía, parado entre lxs asambleístas, sostiene con una mano su celular y con la otra empieza a hacer gestos nerviosos hacia el consejero que está hablando. El decano de Económicas, John Boretto que estaba sentado junto a él se para también. Conrero le dice algo y después grita hacia adelante agitando las dos manos: ¡Votemos! ¡Rápido!

Señores, vistas las circunstancias que nos rodean invito a los señores asambleístas a votar en bloque los cuatro puntos que forman parte de esta asamblea —dice Lutri retomando la palabra, sin que la moción de orden sea votada, y sin leer tampoco el proyecto que se está tratando—. Se solicita que voten los que estén por la afirmativa.

Las manos de las primeras filas se elevan durante unos 20 segundos. Los pocos testigos no oficialistas que se encuentran en el lugar no encuentran manera de comprobar si los votantes son 124, ni si se corresponden en su totalidad con asambleístas. Una incertidumbre que crecerá al reconocer entre las personas sentadas allí a dos secretarios de gestión de la Facultad de Odontología que no son consejerxs, y que tampoco se resolverá más adelante, ya que en los días siguientes el oficialismo no dará a conocer los registros de acreditación.

¿Algún asambleísta que vote por la negativa? —pregunta Lutri, y todas las manos bajan de repente, mientras todxs miran alrededor y observan que ningún brazo se levanta.

Queda aprobado el proyecto por unanimid… —la voz de la decana se pierde entre los bravos, los gritos y aplausos. La gente se levanta, aplaude, se abraza, se da besos. La Asamblea Universitaria ha durado en total seis minutos con once segundos, cuando Lutri da por concluida la sesión y dice:

Felicitaciones, señores asambleístas.

*Por Lucía Maina Waisman para La Tinta.
** Fotografías Colectivo Manifiesto.


[i]    Fragmentos del Manifiesto Liminar de la Federación Universitaria de Córdoba – 1918
[ii]   Fragmentos del Manifiesto Liminar de la Federación Universitaria de Córdoba – 1918
[iii]  Fragmentos del Manifiesto Liminar de la Federación Universitaria de Córdoba – 1918
[iv]  Fragmentos del Manifiesto Liminar de la Federación Universitaria de Córdoba – 1918

Palabras claves: Hugo Juri, Reforma universitaria, UNC

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