Trump Futbol League

Trump Futbol League
22 noviembre, 2016 por Redacción La tinta

Joven y millonario. Multimillonario. Donald Trump también fue mandamás de un club antes de llegar a la presidencia de EE.UU. En 1983 compró a los New Jersey Generals de la joven USLF, liga que nacía como alternativa a la NFL. Su ambición y excentricismo en los negocios la llevaron a la quiebra en tres años. Pero su nombre salió en los diarios neoyorquinos.

Era 1983. Donald Trump apenas tenía 38 años. Joven, multimillonario y con una faraónica Trump Tower a estrenar sobre la Quinta Avenida, en Manhattan, Nueva York. La gula por más crecía inmediatamente después de haber saciado un nuevo capricho. La Casa Blanca estaba tan lejos como el tiempo lo permitiese.

Con su victoria electoral el pasado 8 de noviembre, el magnate entró en el grupo de los mandatarios de estado que alguna vez incursionaron en la administración deportiva. Como Mauricio Macri con Boca Juniors, Sebastián Piñera en Colo-Colo, o Silvio Berlusconi con el AC Milan, el nombre de Trump estuvo asociado a uno de los deportes más convocantes de su país.

La United State Fútbol League (USFL) quedó tan emparentada con el verborrágico showman de cabellera rubia que desde entonces recordarla implica hablar de él y de la historia de un negocio que salió mal.

«Si Dios hubiera querido fútbol americano en primavera no habría inventado el béisbol»

Corrían los años ´80 y el fútbol americano convocaba a más y más fanáticos, haciendo temblar la popularidad del béisbol. Para quien no lo sepa, la NFL es una competencia corta, como lo son generalmente las ligas norteamericanas. Con una temporada regular de apenas 16 partidos, luego los playoff que se disputan en enero y el famoso Super Bowl a celebrarse cada primer domingo de febrero.

Lamentablemente, el show no puede continuar. Las marcas darían lo que sea por más partidos, más transmisiones. Pero la liga cuenta con un sindicato muy fuerte de jugadores que exige no disputar más encuentros a lo largo de un año debido a la rudeza del juego y las lesiones que genera. Otro dato importante: el béisbol se juega en la primavera boreal y el fútbol norteamericano en otoño. Ese es el pacto de caballeros. Hasta que Trump irrumpe en la escena.

En 1983 nace la USFL, la tercera liga que se creó en los Estados Unidos para competirle a la NFL. Aquel año, el ahora presidente norteamericano tomó nota, compró sus fichas y entró al juego. Con 9 millones de dólares se hizo de los New Jersey Generals. Su arribo y su capacidad de atraer a los medios hicieron que todos los planes de los impulsores de la nueva liga quedaran al margen.

El nuevo torneo se jugó en primavera. Los niveles de asistencia a los estadios superaron las expectativas con 25 mil aficionados promedio. Las señales televisivas que apostaron al proyecto fueron: la conocida ABC y una novata ESPN. Hasta se la comenzó a llamar “la liga entretenida”: no había restricciones a las celebraciones de los jugadores, prevalecía la ofensiva aérea, le agregaron la conversión de dos puntos y logró reunir a estrellas de renombre de la NFL. Todo cerraba perfecto.

Pero Trump quería más. Él no competía contra los Tampa Bay Bandits o los Chicago Blitz. Su rival era la gigante NFL. Es por eso que rompió el mercado con sueldos superiores pero imposibles de soportar para los otros equipos. Del otro lado de la cuerda tiraba John Bassett, uno de los fundadores de la USFL, que abogaba por poner un tope salarial, no dejar que los gastos de la liga se incrementaran y consolidarla en primavera. Pero un repentino cáncer deja fuera de juego a Bassett y Trump se apodera del torneo, convenciendo a las franquicias para declarar la guerra. La USFL ya era una extensión de la Trump Tower. Un piso más: la Trump Futbol League.

La decisión fue tomada: la temporada de 1986 sería en otoño, igual que la NFL: “Si Dios hubiera querido fútbol americano en primavera no habría inventado el béisbol”, fue la célebre frase de Trump, digna de un encantador de serpientes.

La jugada del magnate fue a todo o nada. La USFL demandó a la NFL por monopolio (ninguna empresa televisiva quería traicionar a la gran liga comprando derechos de su competidor) y la demandó por 1,3 mil millones de dólares, dinero que iba a ser destinado a rescatar de la crisis a varios equipos de la USFL, hundidos por los costosos contratos a los que Trump los había empujado.

Como si se tratara de un chiste de mal gusto, la justicia norteamericana le dio la razón a los demandantes, pero con una compensación ridícula: 3 dólares. Para ser más exactos, 3,76 dólares aplicando los intereses.

Todo terminó allí. La mayoría de los equipos integrantes de la joven liga no pudieron garantizar su participación para la temporada del ´86. Dos años después, se desintegraría.

La corta pero intensa vida de la USFL aún hoy genera controversias y alimenta un debate que la prensa norteamericana no abandona: “Small Potatoes: ¿quién mató a la USFL?” es uno de los documentales, realizado por ESPN, que indaga sobre la breve historia de la liga. “Small Potatoes” es otra de las encantadoras definiciones del showman empresarial y la utiliza como eufemismo para señalar lo “insignificante” que fue el naufragio que generó.

A final de cuentas, Trump no perdió. A pesar de que los Generals nunca ganaron un título y ni siquiera lograran alcanzar una final, el millonario logró la visibilidad mediática que buscaba. El fútbol americano le regalo espacios en los periódicos neoyorquinos, las cámaras consolidaron su figura y el ciudadano común, el que nada sabe de bienes raíces ni de negocios en Wall Street, grabó su nombre: Donald Trump.

Palabras claves: Donald Trump, Fútbol Americano, NFL

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