Las mujeres decimos ¡Basta! Y los varones también

Las mujeres decimos ¡Basta! Y los varones también
18 octubre, 2016 por Redacción La tinta

Se presentó la edición argentina de ¡Basta!, 100 hombres contra la violencia de género, en el marco de la Feria del Libro de Mendoza, el pasado septiembre. Forma parte de un proyecto latinoamericano, que se complementa a una edición anterior escrita por mujeres.

El proyecto surge en el año 2000 cuando en Alto Hospicio -Iquique, Chile- 15 jóvenes de entre 13 y 24 años desaparecieron sin dejar rastro. Las autoridades competentes, aventuraron la tesis de que las niñas habían optado por la prostitución para salir de la pobreza y habían viajado a Perú. Una de las víctimas sobrevivió y declaró. Identificó a su agresor, quien posteriormente confesó, y por eso se encontraron algunos de los cadáveres de las víctimas.

“Esto nos puso, como escritoras y editoras ante una verdad ineludible: si eres mujer vales menos que un hombre y si eres mujer pobre, vales menos aún” cuenta Susana Sánchez Bravo, chilena impulsora de esta iniciativa.

Orígenes

El primer núcleo de escritoras nació en Chile y luego se desperdigó por varios países de Latinoamérica. Convocó primero a las mujeres y luego a los varones a escribir sobre violencia de género. El libro está compuesto por microrelatos, pequeños escritos que no superan las 150 palabras. Una de las ideas del proyecto es que se imprima en editoriales independientes. Actualmente se está pensando ampliarlo a la temática de abuso infantil.

Esta red se propuso la “visibilización” de las mujeres en la vida literaria. Según la escritora Pía Barros, antóloga y editora chilena: existe “otra forma de violencia de género, la invisibilización de la creatividad de las mujeres”. Sabemos que, durante siglos, escribir no era tarea de mujeres y mucho menos publicar. Existen numerosos casos de mujeres que editaron sus obras con el nombre de sus maridos o nombres falsos de varones como George Sand o las hermanas Brönté para dar sólo ejemplos bien conocidos.

Estos acontecimientos parecen propios de la Edad Media o de mediados del siglo XIX. Sin embargo, por dar sólo un ejemplo, sabemos que los editores de la saga de Harry Potter, la firma Bloomsbury, exigió a la autora que no firmara con su nombre completo, sólo con las iniciales: J.K. porque temían que la audiencia de muchachos jóvenes se viera reticentes a comprar libros escritos por una mujer.

La visibilización de la mujer lograda por estos volúmenes es evidente ya que el ¡Basta! de mujeres constituye el libro que más escritoras ha reunido en cada país de Latinoamérica donde se ha multiplicado.

Seguir apostando

Ahora llegó el turno de los varones. No fue tan fácil encontrar a cien escritores dispuesto a hablar sobre la violencia de género, pero finalmente el libro salió. Algunos escriben personificando a mujeres y otros desde su ser varón ficcionado.

 

basta-violencia-libroNo quise
por David Slodky
Estremecido, todo salpicado, me refriego con detergente, con kerosén, con piedra pómez. No me sale. Me pongo bajo la ducha, una hora, dos. ¡Cómo se los explico a los chicos! ¡Cuántas veces se lo advertí, le pedí, le rogué que no lo hiciera! Y terca, obstinada, necia, como buena gallega, otra vez me provocó.

Tal como proponen las responsables del proyecto editorial podemos considerar a estos libros como documentos, testimonios actuales, penosos que proporcionan un panorama siniestro de la violencia en todas sus manifestaciones: física, doméstica, psicológica, laboral, obstétrica, simbólica.

Los núcleos temáticos comunes que se reiteran son la violencia física, el divorcio, el abuso, los delitos sexuales, la cosificación del cuerpo, el mandato familiar o herencia social y la discriminación laboral.

Leeremos la voz representada de un niño víctima de “femicidio vinculado”, lamentablemente, basado en un hecho real. Lo mató su padrastro, antes le había prometido a su madre: “te voy a pegar donde más te duele”.   

 

 

Tomás de Lincoln
por Marta Susana Domínguez

De pronto el corazón se me hizo chiquito, quedé paralizado, esa mano que me subía al auto! no podía moverme, me miraba con un odio feroz. No podía ni mirarlo, me insultaba por lo bajo, me decía cosas horribles, no podía contestar… estaba paralizado… una frenada. “¡Bajáte!” dijo. No podía moverme, me agarró de los pelos y dijo: “¡no escuchás cuando te hablo! Nunca escuchás cuando te hablo ¡pendejo de mierda! ¡Ahora vas a ver lo que es bueno!” Vino un golpe y otro! traté de estar en otra parte… no podía moverme, ningún lugar a donde ir. Tropecé entre las ramas caídas, vino un golpe y otro, un crujido en mi cabeza, todo se oscureció.
De pronto escuché a lo lejos la voz de mamá llamándome y el canto de los pájaros, el auto se alejaba.

Uno de los microrelatos del ¡Basta! de mujeres se denomina: “Los delitos sexuales no prescriben” porque el primer daño, el de moretones, ya ha pasado en el mismo momento a otro nivel, se ha inscripto en la psiquis y en la subjetividad de la mujer. Este significante traumático resignificará su pasado y su futuro, el estrés postraumático que genera hará que cada vez que recuerde el momento shockeante, su memoria reviva implacable e impecablemente la repetición de las sensaciones funestas, sus neurotransmisores se activarán infinitamente de la misma manera.

 

Simetrías
por Luisa Valenzuela

Nosotros las miramos pero ellas no nos ven. Están encapuchadas o les hemos vendado los ojos. Tabicadas, decimos. Las miramos de arriba abajo y también por dentro, les metemos cosas, las perforamos y punzamos y exploramos. Les metemos más cosas, no siempre nuestras, a veces más tremendas que las nuestras. Ellas chillan si es que les queda un hilo de voz. Después nos las llevamos a cenar sin tabique y sin capucha y sin siquiera ese hilo de voz, sin luz en la mirada, cabizbajas. Les hacemos usar los más bellos vestidos. Los más bellos vestidos. Les metemos cosas muchas veces más tremendas que las nuestras porque esas cosas son también una prolongación de nosotros mismos y porque ellas son nuestras. Las mujeres.

El varón inviste autoridad, se siente “dueño” de la mujer, por lo tanto la cosifica. Se produce la apropiación del cuerpo y de todos los ámbitos que son propios de la mujer. Él se siente con derecho de penetrar en todos ellos con cualquier objeto simbólico o real, más allá de su miembro. Como amo y señor.

Sin embargo, guarda las apariencias sociales, quiere lucirse con ella, como un atuendo, como botín de guerra, sin importarle qué queda de ella, de su integridad. En la tortura que ejerce, la invisibilización es absoluta. Sólo cuenta la ostentación del poder del macho. El hecho de usar el plural para designar hombres y mujeres, inscribe el texto en una dimensión universal, más allá de los límites domésticos, privado o público.

 

Mañana digo basta
por Julio Tala

La cachetada sonó con estruendo en la cocina. Una más y van… Son de esos golpes que no duelen no tanto en la piel pero sí en el alma.
¡Mañana digo basta! Que si me arreglo cuando invita sus amigos a cenar, es porque estoy provocando a alguno. Que si no me arreglo, que estoy hecha un escracho y lo hago pasar vergüenza.
¡Mañana digo basta! Aunque no me crean, ya que él siempre tan amable con los demás, se las arregla para pasar por un buen marido casado con una loca conflictiva.
¡Mañana digo basta! Aunque venga  llorando como un niño a pedirme perdón y yo con los golpes en el alma lo perdone, todo por los chicos.
¡Mañana digo basta??? Mejor le hablo y le digo que es la última vez que me pega. La última,  la última ¿ehh!!! Esta vez va en serio.

bastaEn tan pocas palabras ejemplifica tan bien el ciclo de la violencia. No es fácil salir y mucho menos entenderlo. Cuántas veces escuchamos a mujeres desesperadas decir que esta es la última vez y que no volverá a pasar. Sin embargo, no es tan sencillo. Las violencias son complejas, no son constantes, se entrecruzan con mandatos, querer, sentires, con situaciones económicas extremas, con sentimientos, entre tantas otras cosas.

La justicia es machista. No esclarecerá los delitos, no hará justicia. Si bien existe la ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia hacia las mujeres casi ninguno de los femicidios se caratulan como tales. A veces, incluso como crímenes pasionales,  o como homicidios simples sin el agravamiento por el vínculo.

Miriam Di Gerónimo, una de la editoras del Basta de Argentina concluyó: “Este proyecto nos llena de alegría porque la literatura se vuelve útil, puede modificar el entorno. La fe poética nos hace creer que el desbaratamiento de la violencia de género y sus redes depende de todos y todas y que cada uno está poniendo su granito de arena desde sus lugares de lucha para lograrlo para que ¡nunca más ni una menos!”

Palabras claves: femicidios, literatura, violencia

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