Cuenteros, verseros y poetas

Cuenteros, verseros y poetas
10 agosto, 2016 por Redacción La tinta
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Cuenteros, verseros y poetas

Texto: Alberto Sarlo. Fotos: M.A.F.I.A.

El paradigma rector del sistema punitivo se centra casi en exclusividad en la concepción de la seguridad. Seguridad por sobre los valores humanos. Seguridad por sobre todas las cosas. Para que se imponga el concepto de seguridad por ante las condiciones mínimas de vida se debe contar con un aparato represivo eficaz e indolente. Ese es el modelo que copiamos en Argentina.

¿Qué significa que la seguridad se imponga ante las condiciones mínimas de vida? Significa que en nuestras cárceles se tortura a los internos diariamente en forma física y psicológica. Significa que en nuestras cárceles se padezca botulismo, gangrena, tuberculosis y que los casos de HIV superen con creces los del promedio de la sociedad (ya de por si altos). Todo eso significa. Todo eso que les cuento lo conozco por verlo. Lo viví. Lo respiré. Lo padecí.

La ausencia del Estado provoca violencia y la violencia por omisión se lleva muchas vidas en nuestros penales. La ausencia del Estado golpea a los que ingresan al sistema penitenciario y carga de rencor y resentimiento a quienes salen del mismo. El Estado tortura durante meses o años a los privados de la libertad y cuando vuelven a la calle les exige que se reinserten en una sociedad donde nunca estuvieron insertos. Les exige que se comporten con urbanismo y respeto a las normas de un Estado que ni los alimentó, ni los curó, ni los abrigó. Un Estado que los abandonó en un pabellón al cual sólo ingresaba para reprimir. Un Estado que encarcela casi en exclusividad a marginales. El Estado somos vos y yo. El Estado somos todos.

Es por eso que fundé la Editorial Cartonera “Cuenteros, verseros y poetas” dentro del espacio físico de un pabellón de “población” (entendiendo como “población” a la categoría más baja y conflictiva dentro de las cárceles). Somos el único proyecto cultural del país que se instaló dentro de un pabellón de población. Todo el resto de los proyectos culturales se desarrollan dentro del ámbito de educación de las cárceles, pero lamentablemente para acceder al área de educación el interno siempre debe realizar una tarea en contraprestación (desde las más sencillas y simples hasta las más oscuras y extorsivas). Y luego de participar del proyecto educativo o cultural el interno debe regresar al pabellón ámbito que se rige por normas sangrientas. Normas toleradas y amparadas por el Estado.

Por eso hace más de seis años y medio que mudé mis clases dentro del pabellón de población. Lo hice para demostrar que la seguridad no lo es todo. Lo hice para demostrar que la violencia sólo genera rencor y muerte. Lo hice para demostrar que la educación es un derecho, no una dádiva. Lo hice para demostrar que podemos publicar cinco ediciones de libros cartoneros y regalar más de cuatro mil de esos libros a comedores del conurbano. Lo hice para demostrar que podemos organizar cuatro concursos nacionales carcelarios. Lo hice para demostrar que chicos que eran analfabetos pueden leer en poco tiempo a Hegel, a Kant, a Sartre, a Foucault, a Borges y a Cervantes. Lo hice para demostrar que todo eso se puede hacer sin pedirle ni un solo centavo al Estado.

Hace más de seis años y medio que estoy dentro del pabellón de población N° 4 de la Unidad de Máxima Seguridad N° 23 de Florencio Varela y les puedo asegurar que mi seguridad jamás se vio vulnerada ¿Y el Estado? El Estado sigue matando. Matando por seguridad.

El Estado somos vos y yo. El Estado somos todos.

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Palabras claves: carcel, Derechos Humanos, estado

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